Ayúdale a Dios a darte, poniendo algo de tu parte
Domingo 16 ordinario 2012 B
¡Qué agradable fue el regreso de los apóstoles después de su primera experiencia
como evangelizadores! Dios les había sonreído y su palabra llegaba al corazón de
sus oyentes a los que habían dispuesto para que salieran y escucharan al mismo
Maestro que completaría su instrucción y los aleccionaría en los misterios del Reino
de los cielos. Ellos fueron relatando entusiasmados sus experiencias, lo que Dios les
había permitido realizar entre las gentes que además del bálsamo de la palabra,
también recibían el bálsamo de la curación cuando había fe en ellos. No cabían en
sí de contento. El mensaje de Cristo comenzaba a dar fruto muy pronto, pero ahora
multiplicado por cada uno de sus discípulos. Habían conseguido encender el
entusiasmo entre sus oyentes y ahora los buscaban no sólo a Cristo sino a ellos
mismos. Sin embargo, el esfuerzo había sido grande, Cristo lo sabía y quiso en un
momento, apartarlos de las multitudes, para hacerlos descansar y continuar de
alguna forma su instrucción. Como toda madre, Cristo pretendía tenerlos un
poquito más a su lado, antes que los hombres mismos los separaran. Pero no logró
su intento. Les había propuesto embarcarse y poder hacerles descansar durante la
travesía, pero como ya las gentes buscaban la compañía y la palabra de los
apóstoles, cuando ellos se dieron cuenta que los apóstoles se habían embarcado
con Cristo, corriendo por la orilla del lago, lograron ganarles la partida, y cuando
llegaron, ya había mucha gente esperándoles, lo que motivaba que los apóstoles no
tuvieran tiempo ni para comer, tal como el evangelista lo menciona, cosa que en su
tiempo llegó a escandalizar a sus mismos parientes que pensaron que tanta
agitación y tanta gente en torno a Cristo no indicaba nada bueno e incluso
pensaron que se había vuelto loco. Los apóstoles estaban abriendo puertas con su
predicación, y habían conseguido despertar el entusiasmo de las gentes, cosa que
quisiéramos realizar el día de hoy, cuando Benedicto XVI nos invita en su carta
apostólica “Porta fidei”, a abrir la puerta de la fe “que introduce en la vida de
comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, la cuál está abierta para
todos. Se cruza este umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se
deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar este umbral su supone
emprender un camino que dura toda la vida”.
Me ilusiona pensar que cada uno de los cristianos podemos convertirnos en gente
que abra y abra ventanas y puertas a la fe, de manera que apresuremos el
momento en que todos los hombres amen a Dios, dejen de odiarse y podamos ser
la gran familia de los hijos de Dios en camino a la casa del Buen Padre Dios.
Cuando los apóstoles y Cristo llegaron, se encontraron con la novedad de que una
numerosa multitud los estaba esperando, y “se compadeció de ellos, porque
andaban como ovejas sin pastor, y se puso a ensenarles muchas cosas”. Podemos
imaginarnos el gozo del corazón de Cristo que se compadeció de aquellas gentes, y
usando esa expresión tan querida en la escritura, se convierte en el Buen Pastor,
que sabe dar la vida por sus ovejas para defenderlas del mal y conducirlas por
caminos de paz, de justicia y de alegría. Ahí sentado en el pasto, o quizá
sirviéndose de la misma barca para que su voz se multiplicara Cristo se puso a
enseñarles los misterios del Reino de los cielos. Sueño con que cada cristiano se
convierta en un predicador itinerante, tal como el mismo Papa nos propone; “Hoy
es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva
evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el
entusiasmo de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes saca
fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar".
Hoy podemos comenzar a cambiar nuestro corazón y y hoy puede comenzar a
cambiar nuestro mundo que está esperando con ansias que Cristo se baje de su
barca para seguir compadecido de nosotros y seguir anunciándonos el evangelio.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
alberami@prodigy.net.mx