XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
GOZO CAMPESTRE COMPARTIENDO, PERO LA CONMISERACIÓN POR
ENCIMA DE TODO
Padre Pedrojosé Ynaraja
Me parece que ya os lo he dicho otras veces, mis queridos jóvenes lectores, que
cuando he visto películas referentes a la vida de Jesucristo, siempre me ha dado la
impresión, de que nos lo presentan como un individuo que no se está nunca quieto.
Mientras camina está hablando continuamente, según narra el film.
No es que sea erróneo que el Maestro, pasados los años de vida social en Nazaret y
alrededores, recorriera, predicando, largos trechos, lo que quiero deciros, es que no
corresponde exactamente a la realidad. Jesús no era un ser solitario, pero amaba la
soledad. Si ocupaba su tiempo en comunicar a las multitudes el mensaje encargado
por el Padre y en hacer el bien, no olvidaba la oración, fuera en las sinagogas o en
otros momentos, ni levantarse temprano para gozar quieto y sereno de su unión
con el Padre. Gustaba del encuentro íntimo, de la convivencia confidencial, prueba
de ello es el encuentro con Nicodemo o de lo que les dice a los discípulos que
vuelven de las correrías que les indicó.
El fragmento del evangelio de Marcos que se nos ofrece en la misa de este
domingo, nos comunica la alegría que siente al recibir a los discípulos que vuelven.
Les había encomendado una misión, la han cumplido fielmente y, en consecuencia,
han experimentado éxitos y rebosan de felicidad. El encargo que les dio, ha
resultado ser una aventura apasionante. Otros evangelistas añaden más detalles.
Quiere compartir con ellos y para conseguirlo, es preciso un cierto aislamiento.
Nadie puede confiarse y colaborar en un proyecto que ha tenido éxito, estando
apretujado por la multitud. Sabe el Señor que es necesario un cierto aislamiento, si
es necesario habrá de tomar un vehículo. La barca era el único del que disponían,
pues suben a ella y se van a un paraje donde gocen de silencio, piensan ellos. Esa
es su opción, la de sus congéneres, se lo dificultará.
Supongo que sabéis que el paisaje donde transcurre la vida apostólica del Maestro,
corresponde a un ensanchamiento de la fisura de la corteza terrestre que se inicia
al pie del Hermón y se estira hasta la región de los grandes lagos, ya en el
continente africano. El lago de Galilea y su entorno, es como un plato hondo, cuyo
fondo está inundado y al que se atreven a llamar mar. Cualquier desplazamiento
por el charco, es divisado desde cualquier otro lugar. Se navega a la vela o con
remo, se atraca sin necesidad de un gran puerto. Cuando leemos que fueron a la
otra orilla, imaginamos desplazamientos de este a u oeste, o viceversa. Pero no
significa exclusivamente esto en el lenguaje de allí. Puede tratarse también de ir de
un punto a otro cualquiera, situado tal vez al sur o al norte. Ir en barco es tan
normal, como para nosotros coger la bicicleta, la moto o un utilitario. Lo que os
cuento tiene sus ventajas, nunca un barco va a la deriva, ni se necesitan faros.
También sus inconvenientes: desde cualquier punto se descubre a donde van, sin
necesidad de contar con detectives o espías. Y esto fue lo que les ocurrió en esta
ocasión.
Quería estar solo con sus amigos y charlar compartiendo experiencias. ¡todo el gozo
en un pozo! Decimos vulgarmente. Pero a Jesús no le irritan las multitudes
hambrientas de esperanza. Sufrían aquellas gentes de los acosos de unos y la
opresión de otros. Vivían en sus carnes una situación de crisis de valores y de
dominio injusto. Dominio despótico de los poderes fácticos. Situación que no nos es
desconocida a los que vivimos la realidad del hoy. No huye el Señor, ni se
desentiende. Deja para otro momento el encuentro fraternal y se ocupa de orientar
a los que llegan.
¡Cuantas veces nos escapamos de una empresa generosa, de la misa o de la
oración litúrgica, alegando que hemos quedado con unos amigos! ¡Que se está
invitado a la fiesta que da el primo del amigo del parvulito de la casa, con motivo
de que cumple tres años y medio! Y se omite la colaboración en aquel proyecto
generoso o de aquella Eucaristía que robustecerá el alma. Dar una explicación,
encontrar una excusa, no es justificar una ausencia, acordaos bien.Y pobre del que
le diga que deje por un día a la familia o se abstenga de ir a una caminata
organizada en su barrio por alguien que se ahoga en su ineptitud para dar sentido
a la vida y se le ha ocurrido convocar.
En todo momento hay que tener dominio de sí mismo. Tener presente una escala
justa de valores y ser fiel a ella, pese a que se pierda uno lo que le atrae en aquel
momento. La solidaridad con sus vecinos, que disculpa injustamente de deberes
superiores, se olvida cuando por simple lujo, cambia de vivienda. Los vínculos
afectivos familiares que dice que le unen, se ignoran totalmente cuando llega el
reparto de una herencia. Os he puesto ejemplos que conozco sobradamente,
vosotros pensaréis en otros también elocuentes.
Sed valientes y no dejéis de dedicaros a hacer el bien, de entregaros a la oración,
pese a que tal vez os tengáis que pisar a vosotros mismos y debáis cambiar planes
proyectados