“Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos
rigurosamente que ustedes”
San Mateo 11, 20-24:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. “¡AY DE TI, COROZAÍN! ¡AY DE TI, BETSAIDA!
Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros,
Ante la actitud hostil de los fariseos, ahora Jesús, asocia otra actitud semejante de algunas
ciudades en las que él predicó. Jesús increpa a las ciudades de Corozaín, Betsaida y
Cafarnaúm porque en ellas había hecho muchos milagros, y, sin embargo, no se habían
convertido a El. Estas son ciudades que están en Galilea, junto al mar de Galilea o lago de
Genezaret, Tiro y Sidón, están más hacia el nororiente, lo que hoy es el Líbano.
Dice Jesús: "¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Se lamentaba el Señor de que estas
ciudades no hiciesen penitencia después de tantos milagros y predicaciones, y que fuesen
peores que los gentiles que sólo violaron la ley natural; porque, después de haber
despreciado la ley escrita, no temieron despreciar también al Hijo de Dios y su gloria.
2. PORQUE SI LOS MILAGROS REALIZADOS ENTRE USTEDES
Es así como prosigue: Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho
en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y
cubriéndose con ceniza. Cilicio es un tejido burdo hecho generalmente de pelo de cabra.
Se llevaba en señal de duelo, de aflicción y usado con frecuencia, si no habitualmente, por
los profetas (Is. 20:2; Ap. 11:3) y por los cautivos (1 R. 20:31; cp. Is. 3:24). Es un cinturón o
faja de cerdas que se usa ceñido al cuerpo como penitencia o como sacrificio. La ceniza
suele ir unida al polvo y al fango, indicando siempre una situación penosa y triste (Jb.
30:19; 42:6).
3. SI HUBIERAN HECHO EN TIRO Y EN SIDÓN, HACE TIEMPO QUE SE HABRÍAN
CONVERTIDO
La doctrina que tantas veces había enseñado allí Jesús, rubricada con milagros, les hacía
ver que El era el Mesías. Pero no respondieron a esta misión privilegiada que les
dispensó; no cambiaron su modo de ser, su judaísmo rabínico y alega: porque no se
habían convertido.
Pero Jesús va a decir que la culpabilidad la tuvieron ellos, y lo hace al compararlas con las
antiguas ciudades consideradas malditas, estas son Tiro, Sidón y Sodoma. Sucede que
estas no fueron escenario de la predicación de Jesús. Más El les dice, hipotéticamente,
que si en ellas se hubieran hecho los “milagros” que se hicieron en Corozaín, Cafarnaúm y
Betsaida, aquéllas hubieran cambiado su modo de ser, llorando, amargamente, su pasado
poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. Esta era la costumbre que se usaba en los
días de penitencia y gran ayuno (Jn 3:5-8; Jer 6:26). Las ciudades, clásicamente malas, no
tuvieron la Luz como la tuvieron éstas.
En cilicio, como ya se ha dicho, es tejido de pelo de cabra, significa además la áspera
memoria del pecado que punza; y cubrirse en ceniza, representa la consideración de la
muerte (por la que nos reducimos a polvo); además significa la humildad de la conciencia.
4. DEPLORA EL SEÑOR ESTAS CIUDADES PARA NUESTRO EJEMPLO,
Así es, como hoy vemos realizada la profecía del Señor, porque Corozaín y Betsaida no
creyeron en El, aún cuando estuvo presente; mientras que Tiro y Sidón, aliadas de David y
de Salomón en otros tiempos (1Re 5), después creyeron a los discípulos de Jesús, y ellos
las evangelizaron.
Se lee en una homilía de San Juan Crisóstomo; porque la efusión de lágrimas y los
gemidos tristes sobre los que padecen insensibilidad de dolor, no es pequeño antídoto
para la correccin de los pacientes y para el consuelo de los que lloran sobre ellos”.
5. TIRO Y SIDÓN SERÁN TRATADAS MENOS RIGUROSAMENTE QUE USTEDES
Jesús, no sólo los invita a obrar bien por medio del llanto, sino también por el terror. Por lo
que luego les dice: Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas
menos rigurosamente que ustedes. También nosotros debemos oír esto, porque el juicio
más riguroso no será sólo para aquellas ciudades, sino también para nosotros, si no
recibimos a los huéspedes que vienen a nosotros, a esos apóstoles a quienes manda
también que sacudan el polvo en este caso.
6. Y TÚ, CAFARNAÚM, ¿ACASO CREES QUE SERÁS ELEVADA HASTA EL CIELO?
Además, como el Señor había hecho muchos milagros en Cafarnaúm y lo habían tenido
como habitante, parecía elevada sobre las demás ciudades; pero por su incredulidad cayó
en las ruinas. Por esto sigue: Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el
cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Esto es, para que tu castigo sea
proporcionado a su elevacin.”
Si se acusa especialmente a Cafarnaúm, es porque fue la patria adoptiva de Jesús Allí
moró con cierta permanencia, allí hizo más milagros, allí hubo más luz. La fórmula ¿acaso
crees que serás elevada hasta el cielo? es el modo con el que se expresa el orgullo o el
tiempo de prosperidad de una ciudad o un pueblo (Is 14:13). Sin embargo, como la
respuesta fue el desprecio a su Mesías, entonces el castigo se expresa con la forma
tradicional: serás precipitada hasta el infierno, será su humillación por castigo (Is 14:15)
23. Será sumergida hasta el infierno porque se resististe soberbiamente a su predilección,
será castigada con mayores suplicios, porque tampoco quiso creer.
7. EL QUE LOS ESCUCHA A USTEDES ME ESCUCHA A MÍ
Y para que no se creyese que esta condena sólo se dirigía a las ciudades o personas que
le habían visto y le despreciaron, la hace extensiva a todos los que hoy desprecian
también la doctrina del Evangelio, así es como el Señor dijo a sus apóstoles: El que los
escucha a ustedes me escucha a mí;
San Cirilo, comenta; “Por medio de esto, Jesús, nos ensea que todo lo que nos dicen los
apstoles debe aceptarse, porque quien los oye, a Cristo oye”. Inevitable castigo amenaza,
pues, a los herejes, que menosprecian las predicaciones de los apóstoles; y por ello sigue:
“el que los rechaza a ustedes me rechaza a mí”
A saber, que para que se comprenda que, oyendo o despreciando la predicación del
Evangelio, no se oye o desprecia a unas personas cualesquiera, sino al mismo Señor
Jesús, al mismo Padre, por eso Jesús dice que: el que me rechaza, rechaza a aquel que
me envió. Porque en el discípulo se oye al Maestro y en el Hijo se honra al Padre.
La paz del Señor sea en su alma