Ciclo B. XVI Domingo del Tiempo Ordinario
Pedro Guillén Goñi, C.M.
El evangelio del día de hoy narra una necesidad muy humana para desarrollarnos
como personas en equilibrio y armonía: el descanso. Los discípulos venían de una
experiencia de misión que había supuesto para ellos trabajo y preocupación y,
sobre todo, multitud de anécdotas. Necesitaban narrar y compartir todo lo que
habían vivido; sentir el calor del diálogo y de la vuelta a casa; pulsar y valorar las
sensaciones de los demás para enriquecerse con experiencias nuevas y
enriquecedoras; reemprender la vida con la alegría del reencuentro.
Vivimos en una sociedad marcada por el activismo y la dispersión. Las prisas y la
ansiedad nos presionan de tal manera que ahogan el cultivo del espíritu, del valor
de las cosas sencillas, de la necesidad del sano esparcimiento. El descanso, bien
entendido y bien practicado, no es tiempo muerto, es liberación, desconexión de la
rutina y de las preocupaciones de la vida diaria para dar sentido y revitalizar lo que
hacemos.
El Seor sinti necesidad de descansar y por eso “escogi un lugar apartado y
tranquilo” (Lc. 6, 30). Quiso compartir con sus discípulos los acontecimientos
habituales del día. Escuchar con calma, expresar sus decisiones y sentimientos,
expresar los momentos de alegría y tristeza.
Necesitamos descansar para encontrarnos con nosotros mismos. Los agobios de la
vida nos impiden respirar con calma, oxigenarnos, evaluar nuestras acciones y
actitudes. Es imprescindible “huir” del ruido, adentrarse en el silencio, sentirse para
encontrarse.
Descansar para encontrarse con Dios. Jesús se retiraba con frecuencia a la soledad
del desierto, a la cima de la montaña. Dios nos escucha, nos llama, nos anima.
Conseguimos la calma, la armonía interior. Nos lleva a fortalecer nuestro espíritu.
Descansar para recuperar la capacidad crítica positiva ante nosotros mismos, ante
nuestra relación con los demás, ante lo que hacemos. Descansar para renovar y
purificar nuestra vida.
Descansar para impulsar nuestra capacidad de amar, de servicio a los demás, para
dignificar el trabajo y darle sentido. El que descansa de verdad vuelve con mayores
bríos a sus propias responsabilidades y exigencias.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)