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Día litúrgico: Martes XVIII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mt 14,22-36): En aquellos días, cuando la gente hubo
comido, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la
otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió
al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.
La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las
olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia
ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se
turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al
instante les habló Jesús diciendo: ¡Animo!, que soy yo ().
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
El "poder de Dios"
Hoy Jesucristo muestra el genuino "poder de Dios". Pocas horas antes, había
alimentado a una muchedumbre con la milagrosa multiplicación de los panes, y
pretendieron hacerle rey. Jesús, escondiéndose, rechazó esta interpretación de su
realeza. Pero ahora quiere manifestar a los Apóstoles quién es Él: caminando sobre
las aguas, les tranquiliza con el majestuoso "Soy yo" (el nombre propio de Dios).
El poder de Dios es diferente al poder de los grandes del mundo. Su modo de
actuar es distinto. Dios no hace la competencia a las formas terrenales del poder:
no contrapone sus ejércitos a otros ejércitos. Al poder estridente y pomposo de
este mundo, Él contrapone el poder inerme del amor que en la Cruz sucumbe y, sin
embargo, constituye la nueva realidad divina, que se opone a la injusticia e instaura
el Reino de Dios.
—Jesús, ayúdanos a entender que el poder de Dios es diferente, que el Mesías tiene
que entrar en la gloria y llegar a la gloria a través del sufrimiento.
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