Comentario al evangelio del Miércoles 08 de Agosto del 2012
Queridos amigos:
Aquella mujer lo tenía todo en contra: era extranjera y, por añadidura, su pueblo no se llevaba bien con
los galileos; era rica (esto lo sabemos por Marcos, quien informa que la madre, al regresar, encontró a
la niña echada en la cama), y Jesús pertenecía a un pueblo pobre y explotado; era pagana, mientras que
el profeta y taumaturgo Jesús pertenecía al pueblo que Dios se había escogido como heredad.
Aquella mujer lo tenía todo en contra: Jesús, de entrada, no le hace ningún caso; en segunda instancia,
tampoco atiende la sugerencia de los discípulos, a los que da una explicación convincente y sin réplica
posible; cuando ella se le cruza en el camino y le corta el paso, él responde con un argumento
terminante.
Aquella mujer lo tenía todo en contra; pero no se rinde y vuelve del revés la respuesta de Jesús: le da
toda la razón y a la vez se la apropia refiriéndola a su caso. Es él quien acaba rindiéndose y se siente
desarmado ante la fe de esta cananea que cree a pesar de los desaires recibidos. Esa fe tenaz nos lleva a
preguntarnos: ¿te rindes ante la primera dificultad?, ¿te retiras al primer tropiezo en tu camino
personal, en tu misión, en tus relaciones con los “otros” (extraños o cercanos), en tu oración? ¿Te
creces, como se creció esta cananea?
El pan de que habla Jesús es, en último término, su misma persona. Él está destinado también a los
paganos. La comunidad judeocristiana de Mateo ha de acogerlos, tras escuchar el elogio de la grandeza
de la fe de aquella pagana. ¿A quién acoges?
Vuestro amigo
Pablo Largo
Pablo Largo, cmf