Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
El gato alimentando ratones
Las viñetas tienen el poder de representar el drama social de un solo golpe, con buen humor
y bastante picardía. Hace unos días vi la caricatura de un enorme gato alimentando con
rebanadas de queso a un montón de incautos ratones. Sólo uno se atrevió a preguntar cómo
era posible eso. Y otro le contest: “El gato está en campaa”. Este domingo el evangelio
nos introduce al tema del desarrollo social de los pueblos. Recordemos la escena: Jesús
había alimentado a la muchedumbre hasta saciarse, entonces el pueblo sale a buscarlo para
hacerlo rey. Quieren proclamar rey al que ha sido capaz de darles de comer. Sin embargo,
no todo el que da de comer tiene buenas intenciones, mira que un pescador también ofrece
carnada a los peces y el cazador atrae con suculentos cebos a sus presas. Hoy en día pululan
los mesías impostores que prometen dar pan al pobre para aprovecharse de él.
El auténtico desarrollo del hombre tiene que ser integral, debe abarcar la totalidad de la
persona en todas sus dimensiones. Hay que asegurar la parte material que se traduce en
alimentación, salud y seguridad pública. Pero también es imprescindible la dimensión
espiritual, moral e intelectual. Muchos demandan el desarrollo social, pero son pocos los
que se comprometen con él.
La iglesia católica promueve el desarrollo integral de la persona. Fíjense ustedes que las
parroquias, así como las congregaciones religiosas, que son muchas, coincidimos en tres
campos: en la alimentación, la salud y en la educación. Allí nos encontramos todos con
distintos métodos y auditorios porque la caridad cristiana es una de las formas en que se
realiza la doctrina social de la Iglesia. La caridad es el don más grande que Dios nos ha
dado a los hombres, es nuestra promesa y nuestra esperanza.
La Iglesia aporta un área de desarrollo que los gobiernos no pueden cubrir porque no la
poseen. Me refiero al crecimiento espiritual, a la promoción de la misericordia y de la
caridad que van más allá de la justicia. El Papa Benedicto XVI en la encíclica Caritas in
veritate nos hace ver que la gratuidad es esencial para alcanzar la hermandad entre los
pueblos y las naciones.
En resumen: Hay que cuidarse de los falsos profetas que se aprovechan de la pobreza de los
pueblos para manipularlos. Hay que promover el desarrollo integral de la persona y estar
dispuestos a pagar el precio del mismo, que se traduce en solidaridad, responsabilidad,
trabajo, honestidad. “No trabajen por el alimento que se acaba, sino por el alimento que
dura para la vida eterna” (Jn. 6,27). twitter.com/jmotaolaurruchi