EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la decimoctava semana del tiempo ordinario
Libro de Jeremías 31,1-7.
En aquel tiempo -oráculo del Señor- yo seré el Dios de todas las familias de Israel y
ellos serán mi Pueblo.
Así habla el Señor: Halló gracia en el desierto el pueblo que escapó de la espada;
Israel camina hacia su descanso.
De lejos se le apareció el Señor: Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje
con fidelidad.
De nuevo te edificaré y serás reedificada, virgen de Israel; de nuevo te adornarás
con tus tamboriles y saldrás danzando alegremente;
de nuevo plantarás viñas sobre los montes de Samaría: los que las planten tendrán
los primeros frutos.
Porque llega el día en que los vigías gritarán sobre la montaña de Efraím: "¡De pie,
subamos a Sión, hacia el Señor, nuestro Dios!".
Porque así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las
naciones! Háganse oír, alaben y digan: "¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto
de Israel!".
Libro de Jeremías 31,10.11-12ab.13.
¡Escuchen, naciones, la palabra del Señor,
anúncienla en las costas más lejanas!
Digan: "El que dispersó a Israel lo reunirá,
y lo cuidará como un pastor a su rebaño".
Porque el Señor ha rescatado a Jacob,
lo redimió de una mano más fuerte que él.
Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor, hacia el trigo,
el vino nuevo y el aceite, hacia las crías de ovejas y de vacas.
Sus almas serán como un jardín bien regado
y no volverán a desfallecer.
Entonces la joven danzará alegremente,
los jóvenes y los viejos se regocijarán;
yo cambiaré su duelo en alegría,
los alegraré y los consolaré de su aflicción.
Evangelio según San Mateo 15,21-28.
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.
Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar:
"¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada
por un demonio".
Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor,
atiéndela, porque nos persigue con sus gritos".
Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de
Israel".
Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!".
Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los
cachorros".
Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de
la mesa de sus dueños!".
Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y
en ese momento su hija quedó curada.
Oomentario del Evangelio por
San Hilario (v. 315-367), obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Mateo, 15 ; SC 258
“Mi hija está atormentada por un demonio”
Esta Cananea pagana no necesita para ella más curación, ya que confiesa a
Cristo como el Señor e Hijo de David, pero ella pide ayuda para su hija, es decir
para la muchedumbre pagana, prisionera por la dominación de espíritus impuros. El
Señor se calla, guardando por su silencio el privilegio de la salvación a Israel...
Llevando en él el misterio de la voluntad del Padre, responde que ha sido enviado a
las ovejas perdidas de Israel, para que quedara claro, que la hija de la Cananea es
el símbolo de la Iglesia... No se trata de que la salvación no sea dada también a los
paganos, sino que el Señor había venido "para los suyos y en su casa" (Jn 1,11), y
guarda las primicias de la fe para este pueblo del que había salido, después el resto
deberá ser salvado por la predicación de los apóstoles...
Y para que comprendamos que el silencio del Señor proviene de la
consideración del tiempo y no de un obstáculo puesto por él, añade: "¡Mujer, qué
grande es tu fe!" Quería decir que esta mujer, conocedora de su salvación, tenía fe
- o lo que es mejor todavía - en la alianza de los paganos, ya cercana, por su fe,
serán liberados como la niña de toda forma de dominación de los espíritus impuros.
Y la confirmación de esto llega: en efecto, después de la representación del pueblo
pagano en la hija de la Cananea, hombres aquejados de diversas enfermedades son
presentados al Señor por la muchedumbre, sobre la montaña (Mt 15,30). Son
hombres descreídos, es decir enfermos, que son traídos por creyentes a la
adoración y prosternación y a quienes se les devuelve la salvación con vistas a
acoger, estudiar, y seguir a Dios.
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