DOMINGO XIX. TIEMPO ORDINARIO. CICLO B.
Jn. 6, 41-52
En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy
el pan bajado del cielo», y decían:
- ¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su
madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?
Jesús tomó la palabra y les dijo
- No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha
enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán
todos discípulos de Dios. Todo el que escucha lo que dice el Padre y
aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que
procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida
eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el
maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre
coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que
coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne
para la vida del mundo.»
CUENTO: EL PAN DE LA SOLIDARIDAD
Como era su costumbre, iba Dios dando un paseo por la tierra de los
hombres. Y, como siempre, eran pocos los que le reconocían. Aquel día
pasó por una muy humilde casa donde estaba llorando un niño. Dios se
detuvo y llamó a la puerta. Una mujer con cara enfermiza salió afuera: -
¿Qué es lo que quiere, señor?. –Vengo a ayudarte, contestó Dios. -
¿Ayudarme a mí?.Nadie ha querido hacerlo hasta ahora. Sólo Dios podría
ayudarme. Mi niño llora porque tiene hambre. Sólo me queda un pedazo de
pan en el armario. Después no tendremos nada para comer. Al escuchar
esto, Dios empezó a sentirse mal. Unas lágrimas como las del niño
recorrían sus mejillas y su rostro se volvió igual de enfermizo que el de la
mujer. -¿Y nadie te ha querido ayudar, mujer?. –Nadie, señor. Todos me
han dado la espalda. La mujer quedó impresionada por la reacción de
aquella persona. Por su aspecto parecía tan pobre como ella. Entonces fue
al armario donde guardaba su último pedazo de pan, cortó un poco y se lo
ofreció. Cuando Dios vio este gesto, se emocionó mucho y mirándola a los
ojos le dijo: -No, no, gracias. Tú lo necesitas más que yo. Quédatelo y
dáselo a tu hijo. Mañana te llegará mi ayuda. No dejes de hacer con nadie
lo que hoy has hecho conmigo. Y dicho esto, se marchó. La mujer no
entendió nada, pero se le quedó grabada aquella mirada. Esa noche, ella y
su hijo se comieron el último pedazo de pan que les quedaba. Al día
siguiente, la mujer se llevó una gran sorpresa. El armario estaba lleno de
pan, un pan que nunca se acababa. En aquella casa nunca más faltó el pan.
Pronto comprendió la mujer quién era aquél que había llamado a su puerta.
Y desde entonces, no dejó de hacer con nadie lo que había hecho por él:
compartir su pan con el necesitado.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Sigue el Evangelio de hoy con Jesús el Pan de Vida y sigue la incredulidad
de sus paisanos para descubrir la profundidad de su Persona. Para ellos no
es más que el carpintero, el hijo de José. Conocido de sobra en el pueblo
como para reconocerle como algo más que un simple vecino.
Y es que cuesta reconocer los méritos de los que están cerca. Los grandes
personajes, o muchos de ellos, han sido incomprendidos y poco reconocidos
por los de su mismo pueblo o país.
Nos cuesta ver en lo cotidiano la presencia de lo extraordinario. Conocer los
defectos o limitaciones de los que nos rodean nos imposibilita a veces para
reconocer sus grandezas.
Cuántas veces a nosotros nos entran dudas y pensamos que quizá Jesús
sea sólo eso, un hombre bueno, santo, pero eso de que sea el Pan de Vida,
a veces no lo entendemos mucho.
Hoy se nos invita a confiar en Jesús, a reconocerle como algo más que el
hijo de un carpintero, un simple hombre. Jesús es el Camino, la Verdad y la
Vida. El es el Pan del cielo que ha venido a saciar en plenitud la sed y el
hambre más profundos de nuestras vidas. Sólo El tiene palabras de Vida
eterna.
Y estoy nos lleva en verdad a comprometernos y a ser nosotros también
pan para quienes nos necesitan, como nos recuerda el cuento de este
domingo.
Sé esta semana pan de amabilidad, de acogida, de cariño, de entrega, de
cercanía para quienes te rodean. En lo pequeño y aparentemente sin
importancia, sé capaz de descubrir la presencia amorosa y liberadora de
Dios.
¡FELIZ Y SOLIDARIA SEMANA!!