EL PAN QUE NOS DA EL SEÑOR COMO ALIMENTO, PAN DE VIDA, PARA NO
TENER HAMBRE NI SED
FRENTE A NUESTRAS DUDAS, SABEMOS LO QUE DIOS ESPERA DE
NOSOTROS?, CREEMOS EN AQUEL QUE ÉL HA ENVIADO?
Reflexión desde las Lecturas del Domingo XVIII Ciclo B
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. UN PAN QUE SACIA
Como los judíos de aquel tiempo, también nosotros nos quedamos con demasiada
frecuencia en el alimento material. Pero Dios nos ofrece otro alimento. El pan que el
Padre nos da es su propio Hijo; un pan bajado del cielo, pues es Dios como el
Padre; un pan que perdura y comunica vida eterna, es decir, vida divina; un pan que
es la carne de Jesucristo.
Y precisamente porque es divino es el único alimento capaz de saciarnos
plenamente. Al fin y al cabo, las necesidades del cuerpo son pocas y fácilmente
atendibles. Pero el verdadero hambre de todo hombre que viene a este mundo es
más profunda. Es hambre de eternidad, hambre de santidad, hambre de Dios. Y
esta hambre sólo la Eucaristía puede saciarla. Cristo se ha quedado en ella para
darnos vida, de modo que nunca más sintamos hambre o sed.
A la luz de esto, hemos de examinar nuestra relación con Cristo Eucaristía.
¿Agradezco este alimento que el Padre me da? ¿Soy bastante consciente de mi
indigencia, de mi pobreza? ¿Voy a la Eucaristía con hambre de Cristo? ¿Me acerco
a Él como el único que puede saciar mi hambre? ¿Le busco como el pan bajado del
cielo que contiene en sí todo deleite? ¿O busco saciarme y deleitarme en algo que
no sea Él?
2. PRIMERA LECTURA, EXODO 16,2-4.12-15
El nombre de Éxodo, esta adaptado al latín y proviene del gran suceso narrado, la
salida de Israel de Egipto. Los estudiosos admiten que probablemente el nombre se
funda en la frase de los LXX al traducir el versículo 19:1: “al tercer mes del éxodo de
los hijos de Israel de la tierra de Egipto”. Así, pues, el nombre se refiere a la primera
parte del libro, pero por su importancia caracteriza todo su contenido.
La finalidad de este libro es demostrar históricamente el cumplimiento de la promesa
hecha a Abraham de que su descendencia, después de una larga estancia en tierra
de esclavitud, se multiplicaría y llegaría a ser un gran pueblo. El historiador muestra
cómo Dios cumplió su palabra, liberando milagrosamente a Israel de la esclavitud
para llevarlo al Sinaí y establecer una alianza perpetua. Se puede dividir el libro en
cuatro partes: a) preparación del éxodo (1-11); b) salida de los israelitas de Egipto
(12-18); c) alianza del Sinaí (19-24); d) organización del culto (25-40).
En general, debemos tener en cuenta que nos hallamos ante una historia religiosa
de carácter popular y redactada cuando los hechos habían sido elevados a la
categoría de épica nacional, lo que implica no poca “idealizacin” de aquéllos. Ante
todo se quiere destacar la intervención providencial de Dios en la liberación y
formación del pueblo escogido, y por eso el historiador muchas veces prescinde de
las causas segundas y considera a Dios como el guía inmediato de su pueblo en
todas las vicisitudes de la peregrinación por el desierto. Sin duda alguna, la
liberación de Egipto y la estancia de los israelitas en la estepa no se pueden explicar
sin intervenciones preternaturales y milagrosas de Dios; pero no quiere esto decir
que los milagros se produzcan en serie durante cuarenta años.
La importancia doctrinal de este libro es manifiesta, ya que en él se narra la alianza
del Sinaí, la vinculación de Israel como pueblo a Yahvé, el Dios de los patriarcas,
que viene a realizar las antiguas promesas y a manifestarse familiarmente al pueblo
que iba a ser su “heredad,” como “primogénito suyo” entre los pueblos
3. MOISES, EL CAUDILLO HEBREO
El futuro caudillo de Israel era de la tribu de Leví, sus verdaderos padres eran
Amram y Yoquebed (Cf. Ex 6:20; Núm 26:59) sus hermanos Aarón y María. En una
ocasión, dirigiendo un taller bíblico, pregunte quien era Moisés, y una asistente me
dijo seriamente, “Charlton Heston”, refiriéndose a la famosa película Moisés, donde
este actor interpreta artísticamente bien su papel. Son muchos lo personajes que se
conocen mas por haber sido llevados al cine que por leer las escrituras. Y la historia
está llena de personajes que, por su virtud o por su audacia, se levantaron de
humildes principios a grande gloria. En Israel tenemos al glorioso fundador de la
monarquía hebrea, que comienza sus hazañas bélicas luchando con las fieras para
defender los ganados de su padre, que le estaban encomendados (Cf. 1 Sam 17:34-
3 7).
Sobre los inicios de la vida de Moisés, El autor sagrado nos narra con todo detalle la
salvación providencial del que había de ser libertador de la opresión egipcia y que
fue dejado en una cesta sobre el Río Nilo. La providencia divina sobre los destinos
de Moisés resalta más con esta manera maravillosa de librarlo del peligro que
amenazaba a todos los hijos de Israel. San Esteban dice del futuro caudillo de los
hebreos: “En aquel tiempo naci Moisés, hermoso a los ojos de Dios, que fue criado
por tres meses en casa de sus padres y que, expuesto, fue recogido por la hija del
faran.” (2 Hech 7:20) La tradicin judaica resalta la especial hermosura del primer
caudillo de Israel. El rasgo explica más fácilmente que la hija del faraón se hubiera
encariñado con el niño. El cuidado con que la madre entrega a su hijo a las aguas
del Nilo prueba que esperaba su salvación de alguna persona que se apiadara de él,
y escogió el lugar donde solía ir la hija del faraón para bañarse.
El nombre de Moisés es explicado en el relato de modo popular: Diole el nombre de
Moisés, porque se dijo: “De las aguas lo saqué” (Éxodo 2,10). La etimología juega
con la palabra hebrea masah que viene de Moseh, “Moisés”, que significa sacar. En
la tradición popular, el nombre era muy ajustado al personaje, pues, como caudillo,
habría de sacar a su pueblo de Egipto. Los autores modernos prefieren derivar el
nombre de Moisés del egipcio mosu, que significa “nio, hijo”.
4. PRIMERA LECTURA, EXODO 16,2-4.12-15
Dios alimenta a su pueblo en le desierto como signo de su constante
protección. "Yo haré llover pan del cielo"
En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y
Aarón en el desierto, diciendo: "¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor
en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan
hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a
toda esta comunidad." El Señor dijo a Moisés: "Yo haré llover pan del cielo:
que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si
guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: "Hacía
el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que
sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios."" Por la tarde, una banda de
codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de
rocío alrededor de campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció
en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los
israelitas dijeron: "¿Qué es esto?" Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:
"Es el pan que el Señor os da de comer."
Palabra de Dios
5. EL VERDADERO PROBLEMA NO ES LA FALTA DE
ALIMENTO O DE AGUA, SINO LA DUDA
El pueblo judío fue liberado de la esclavitud egipcia gracias a la intervención de Dios
por medio de Moisés (Ex 13,17-15,21). Tras el paso del mar Rojo, empieza el
camino por el desierto, que al principio se hizo difícil a causa de tres problemas: la
falta de agua potable, la falta de alimento y la presencia de pueblos adversarios que
salían a combatir contra Israel. Cuando llega la dificultad, el pueblo parece echar la
culpa a Moisés y a Aarón: sólo a causa de los frágiles sueños de libertad de estas
dos personas habían abandonado la seguridad de la esclavitud egipcia y habían
emprendido el peligroso camino de la liberación : "¡Ojalá hubiéramos muerto a
manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y
comíamos pan hasta hartarnos! Parece una rebelión contra los jefes.
Moisés comprende que, en realidad, “no van contra nosotros vuestras
murmuraciones, sino contra el Seor” (Ex 16,8). En el fondo, el verdadero problema
no es la falta de alimento o de agua, sino la duda: “¿Está el Seor en medio de
nosotros o no?” (Ex 17,7). A pesar de todo, Dios provee: con las fuentes de Elín (Ex
15,22-27) y con el agua que mana de la roca (Ex 17); llegan del cielo el maná y las
codornices (Ex 16); los amalecitas son derrotados (Ex 17,8-16). En la relectura
practicada por el salmista, el maná es un don del Dios fiel a “una generacin rebelde
y obstinada, una generación de corazón inconstante y espíritu infiel” (Sal 77,8).
El maná es una sustancia natural que tiene el aspecto de granos blancos dulces: se
trata de la linfa que cae de la corteza de las ramas de una especie de tamarisco
picadas por ciertos insectos que se alimentan de ella. El alimento del desierto “sabía
como a torta de miel” (Ex 16,31). La dulzura de la que se habla aquí no es culinaria”,
sino teolgica, según el libro de la Sabiduría: “Aquel sustento manifestaba a tus hijos
tu dulzura, ya que se acomodaba al gusto de quienes lo tomaban y se transformaba
según los deseos de cada uno” (Sab 16,21).
6. DIOS SE APIADÓ DE ELLOS Y LOS SACIO DE PAN; PARA QUE
SEPAN QUE EL ES SU SEÑOR, SU DIOS
En su Éxodo, los israelitas se internaron en el desierto y quizá le vino a la mente sus
alimentos, sus ollas y su carne que comían en Egipto, y comenzaron a murmurar de
Moisés. Visitando algunos lugares de Jordania, por donde suponemos que paso
Moisés, estas son áreas donde hay peñascos imponentes, valles angostos, montes
sombríos, con gargantas estrechas, por las que tenían que pasar apretados, por
tanto debe haber sido extraño a los israelitas, acostumbrados a las llanuras del Bajo
Egipto. Esta marcha fue en extremo penosa; la alimentación era escasa, y las
preocupaciones por el descanso y por sus mujeres y niños, deben haber sido
espantosas y se acordaron de Egipto y protestaron; “la comunidad de los
israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: "¡Ojalá
hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos
junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos!
Dios se apiadó de su pueblo y prometió proveer milagrosamente a sus
necesidades; Diles: "Hacía el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os
saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios.""
En efecto, al atardecer, el pueblo vio una bandada de codornices que se posaron
cerca del campamento; Por la tarde, una banda de codornices cubrió todo el
campamento”
7. "ES EL PAN QUE EL SEÑOR OS DA DE COMER."
Otro prodigio más sonado en la historia bíblica es el del mana. A la mañana
siguiente de la panzada de codornices, los hebreos se encontraron con un extraño
fenómeno: había en todo (el campo) una capa de rocío. Cuando el rocío se evaporó,
vieron sobre la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la
escarcha. La reacción del pueblo ante este fenómeno extraño les hizo exclamar
llenos de admiración: ¿Qué es esto? Pues no sabían lo que era Y fue Moisés el
que les explicó que aquello era comestible: "Moisés les dijo: "Es el pan que el
Señor os da de comer." El autor sagrado explica, pues, el nombre misterioso del
mana. Es una explicación popular como otras de la Biblia. En Libro Número 11:9 se
vuelve a hablar del mana, y se lo compara a la semilla del cilantro, y su color al del
bedelio. He aquí el texto: “El maná era semejante a la semilla del cilantro, y su
aspecto era como el aspecto del bedelio. El pueblo se esparcía para recogerlo, lo
machacaba con la muela o lo majaba en el mortero, y lo cocía en el puchero, y hacía
tortas; su sabor era el sabor de una torta de aceite. Cuando descendía por la noche
el rocío sobre el campamento, descendía con él el maná.”
Nehemías, en su plegaria, dice que Dios provey a Israel de pan del cielo; “Del cielo
les mandaste el pan para su hambre, (Neh 9,15) En Evangelio de hoy, la liturgia
verá en el maná un tipo del pan verdadero, bajado del cielo y que da vida al mundo .
“Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la
Escritura: Les dio a comer pan del cielo”. (Jn 16,31). En el Deuteronomio 8:3
dice Moisés al pueblo que Dios; “Te humill, te hizo pasar hambre, te dio a comer el
maná que ni tú ni tus padres habíais conocido, para mostrarte que no sólo de pan
vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca del Seor” ,
es decir, les alimentó con el maná para que aprendiera que no sólo vive el hombre
del pan, que se procura con su trabajo, sino de cuanto procede de la boca
omnipotente de Dios. ¿Aceptamos la Palabra de Dios como nuestro mejor
alimento?
8. EL SEÑOR LES DIO COMO ALIMENTO UN TRIGO
CELESTIAL SALMO RESPONSORIAL: 77 Sal 77, 3-4. 23-25. 54
Este salmo es un poema que reza la historia maravillosa de Israel, donde es una
gran lección para las generaciones presentes: las maravillas obradas por El Señor
en favor de su pueblo, de un lado, y el espíritu empecinado y rebelde del pueblo
israelita, del otro, deben hacer pensar a las nuevas generaciones para no incurrir en
las manifestaciones disciplinarias del Todopoderoso. La historia del éxodo, el
establecimiento de Israel en Canaán y después la historia de las tribus deben
aleccionar al pueblo para vivir en conformidad con la Ley divina. Entre todas las
tribus se distinguió por su rebeldía la belicosa Efraím. El salmista declara que Dios
ha abandonado el santuario de Silo para trasladarlo a Jerusalén en beneficio de la
tribu de Judá, a la que pertenecía el admirable rey David. En realidad, fue un castigo
de Efraím por sus infidelidades. Estas son las lecciones de este poema sapiencial
que resume la historia de Israel.
9. SALMO 77, R: El Señor les dio como alimento un trigo celestial
Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo
contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder . R.
Dio orden a las altas nubes, abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre
ellos maná, les dio un trigo celeste. R.
Y el hombre comió pan de ángeles, les mandó provisiones hasta la hartura.
Los hizo entrar por las santas fronteras, hasta el monte que su diestra había
adquirido. R.
10. EL DEBER DE TRANSMITIR A LAS GENERACIONES
VENIDERAS LOS GRANDES HECHOS DEL SEÑOR
La liturgia de este domingo 18 del tiempo ordinario, ha tomado solo un breves
versículos, de los 72 que completa este poema.
“Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo
contaremos a la futura generacin: las alabanzas del Seor, su poder”
En la primera parte del salmo, versos 1 al 8, el poeta quiere emplear el lenguaje
sentencioso de los libros sapienciales para atraer la atención y fijar mejor sus ideas.
Con todo énfasis llama la atención de su pueblo, al que quiere dar una lección de
historia religiosa y de bien vivir. Moisés había ordenado que los padres transmitieran
a los hijos las maravillas de que habían sido testigos en la azarosa vida del desierto.
Conocía la propensión al olvido y la indocilidad de su pueblo, y por eso invita a
hacer memoria sobre el pasado. El salmista quiere, según este espíritu mosaico,
descifrar a las generaciones de su tiempo los arcanos del pasado, los misterios de
las gestas del Señor en favor de su pueblo, que, lejos de corresponder con fidelidad,
se mostró siempre porfiado y rebelde. En realidad, el poeta-sabio no hace sino
hacerse eco de la tradición: “Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros
padres nos contaron”
Israel es un pueblo excepcional que gira en torno a una ley establecida por el propio
Dios, y sabe el deber de transmitir a las generaciones venideras los grandes hechos
de la historia de Israel: “ contaremos a la futura generación: las alabanzas del
Señor, su poder .” La nacin hebrea gira sobre el quicio de unas revelaciones
históricas de Dios, y, por tanto, no puede volver las espaldas al pasado si quiere
permanecer como pueblo elegido entre todas las naciones. Sin embargo, la historia
prueba que Israel ha sido infiel a su Dios, y las generaciones pasadas han sido de
corazón terco y versátil. El salmista quiere, por ello, adoctrinar a la presente para
que no vuelva a reincidir en los errores del pasado.
11. TRIGO CELESTE Y PAN DEL CIELO
Sigue el salmista contando los incidentes del tiempo en que vivieron en el desierto,
con las consiguientes obras maravillosas del Señor y las rebeldías de Israel. “Dio
orden a las altas nubes, abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos
maná, les dio un trigo celeste”. Y se llama trigo celeste porque proviene de lo alto.
Todo esto, a pesar del agua milagrosa, volvieron los israelitas a dudar de la
omnipotencia de Dios, canta el verso 18 y 19; “Tentaron a Dios en su corazón y
pidieron comida a su gusto. Hablaron contra Dios, diciendo: “¿Podrá Dios preparar
mesa en el desierto?” , no obstante conociendo el hambre de su pueblo, el salmita
canta las maravillas de su Dios; “el hombre comi pan de ángeles, les mand
provisiones hasta la hartura” , y pan de los fuertes o de los “ángeles” (según los
LXX) porque por su procedencia se suponía poéticamente que era el alimento de los
seres angélicos La carne de las codornices — traídas por viento solano del sudeste
de Arabia — sació su voracidad, pero fue ocasión del castigo divino, por no haber
reconocido la intervención divina y haberse entregado a la glotonería. El salmista
recuerda estas terribles correcciones del Señor para que el pueblo se percate de
que no debe tentar a Dios, olvidándose de sus beneficios y dudando de su
omnipotencia.
El Señor, siempre preocupado del alimento de su pueblo, como el Buen Pastor los
llevo a mejores pastos. Así, los llevó hasta la frontera santa, la tierra de Canaán, la
tierra prometida, donde estaba el monte Sión, conquistado por la diestra del Señor.
Los hizo entrar por las santas fronteras, hasta el monte que su diestra había
adquirido”. Es el eco del cántico de Moisés: “Tú los introdujiste y los plantaste en el
monte de tu heredad, ¡oh Yahvé! en el santuario que fundaron tus manos.”
12. SEGUNDA LECTURA EFESIOS 4, 17.20-24
El apóstol prosigue su observación a vivir en la verdad, conservando la unidad del
espíritu en el cuerpo de Cristo (Ef 4,1-6, cf. 17° domingo, ciclo B) y acogiendo la
acción de la cabeza, que edifica su cuerpo, la Iglesia (Ef 4,7-16). El texto analiza la
tarea del cristiano, contraponiendo la situación pagana con la cristiana (Efesios 4,
17-24): “Si un tiempo estabais muertos por vuestras culpas, sin esperanza, alejados,
extranjeros, huéspedes, tiniebla [...], ahora sois luz en el Señor, cercanos,
conciudadanos de los santos y familia de Dios (cf. Ef 2,1.12-13.19-22; 5,8).
A la exhortación a la unidad, San Pablo añade ahora diversas recomendaciones en
orden a la pureza de vida que deben llevar los fieles. Primeramente (v.17-18),
poniéndoles delante lo que deben evitar, hace una breve descripción de las
costumbres paganas, muy semejante, aunque de modo mucho más sintético, a la
que encontramos en Rom 1:18-32. Luego les indica, en forma ya más positiva, cómo
deben vivir: “despojados” del hombre viejo., “revestidos” del hombre nuevo.
13. SEGUNDA LECTURA: EFESIOS 4, 17.20-24
"Vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios" , San Pablo
nos exhorta a seguir a Cristo despojándonos del hombre viejo
Hermanos: Esto es los que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como
los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios. Vosotros, en cambio,
no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien habéis oído y
en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús; es decir, a
abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos
seductores, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva
condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.
Palabra de Dios
14. “NO ES ASÍ COMO HABÉIS APRENDIDO A CRISTO” ,
Abandonar la vida pagana significa rechazar la propia autosuficiencia, la mala
voluntad que mantiene prisionera la verdad, o sea, la vaciedad de
pensamiento; “Esto es los que digo y aseguro en el Seor: que no andéis ya
como los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios” . Significa
liberarse de todo lo que aleja la vida de la realidad humana, pensada y querida por
el Creador; volver a encontrar como don un corazón sensible a todas las llamadas
del bien, de la verdad, de la belleza (Efesios 4,18). De otro modo, el hombre queda
consumido por una «avidez insaciable» (Efesios 4, 19), por la codicia de la
posesión, con la que el hombre espera colmar su vacío. La vida cristiana, en
cambio, consiste en aprender sobre Cristo y San Pablo reprende; no es así como
habéis aprendido a Cristo” , poniendo su persona en el centro de la vida. Se trata
de “aprender” y de ponerse en camino. No se trata de limitarse a los gestos
materiales, sino de adoptar una conducta de vida conforme con el proyecto de Dios
y con su voluntad (cf. Ef 1,10). Los cristianos ya han sido revestidos en el bautismo
del hombre nuevo; vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de
Dios: justicia y santidad verdaderas”. Ahora se trata de hacer aparecer, de una
manera personal y concreta, este ser y esta vida, de un modo que corresponda a la
realidad divina que han recibido: “Y eso no procede de vosotros, sino que es don de
Dios” (Ef 2,8). “ Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado. Así que
celebremos fiesta, pero no con levadura vieja, que es la de la maldad y la
perversidad, sino con los panes pascuales de la sinceridad y la verdad” ( 1 Cor 5,7-
8).
15. VIVIR: “DESPOJADOS” DEL HOMBRE VIEJO Y REVESTIRSE
DEL HOMBRE NUEVO.
Este llamado de San Pablo, con la expresiones “hombre viejo” y luego la nueva
condiciones humana, (hombre nuevo) están inspiradas en el simbolismo del
bautismo, con su doble rito de inmersión y de emersión, doble rito que está
señalando nuestra muerte a la antigua vida de pecado y nuestra resurrección a la
nueva vida de gracia comunicada por Cristo (cf. Rom 6:3-11). El “hombre viejo,”
pues, es el hombre carnal, viciado por el pecado y esclavo de las concupiscencias,
mientras que el “hombre nuevo” es el hombre regenerado en Cristo, no dominado ya
por el pecado y la concupiscencia. San Pablo llega a decir que este paso de hombre
viejo a nuevo es como una nueva “creacin” “creada a imagen de Dios: justicia y
santidad verdaderas”, término que se corresponde con el “renacimiento” de que
habla San Juan (cf. Jn 3:3-5). Cierto que el cristiano ha sido ya despojado del
“hombre viejo” en el bautismo; pero sigue aún molestado por la concupiscencia, que
procede del pecado y le induce al pecado; “el hombre viejo corrompido por
deseos seductores”, de ahí que el Apóstol diga a los efesios que
deben; “abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo”, “despojándose
del hombre viejo, es decir, luchando contra las inclinaciones de la concupiscencia y
liberándose poco a poco de los malignos efectos que trajo sobre nosotros el pecado
(cf. Rom 6:12-14; 8:5-8). Ello pide una renovación en el espíritu de su
mente; “renovaros en la mente y en el espíritu (v.23), es decir, en los
pensamientos y manera de ver las cosas (cf. Rom 8:2; 1 Cor 2:15), de modo que se
transformen en el hombre nuevo, creado según Dios: “justicia y santidad
verdaderas”. Parece que los términos “justicia y santidad” son aquí prácticamente
sinónimos, y designan al hombre recto y santo, cual lo quiere Dios (cf. 1:4; Rom
3:26).
16. EVANGELIO: JUAN 6,24-35, "YO SOY EL PAN DE VIDA. EL
QUE VIENE A MÍ NO PASARÁ HAMBRE, Y EL QUE CREE EN MÍ
NUNCA PASARÁ SED."
Luego de la multiplicación de los panes, el evangelista Juan se refiere a la búsqueda
de Jesús por parte del gentío. Y así es como lo encuentran junto a Cafarnaún y le
dirigen esta pregunta : "Maestro, ¿cuándo has venido aquí?" Jesús no responde a
lo que le preguntan, pero revela las verdaderas intenciones que han impulsado a la
gente a buscarle, desenmascarando una mentalidad demasiado material; "Os lo
aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis
pan hasta saciaros”. Todos siguen a Jesús por el pan material, sin comprender la
señal hecha por el profeta. Buscan más las ventajas materiales y pasajeras que las
ocasiones de adhesión y de amor. Ante esta ceguera espiritual, Jesús proclama la
diversidad que existe entre el pan material y corruptible y ese otro; “perdura para la
vida eterna”. Jesús entonces, invita a la gente a superar el angosto horizonte en el
que vive, para pasar a la fe. Los interlocutores de Jesús le preguntan
entonces: “¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios
quiere?” . Jesús pide una sola cosa: la adhesión al plan de Dios, es decir, "La obra
que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado” .
La muchedumbre no está satisfecha y pregunta: "¿Y qué signo vemos que haces
tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?” . El milagro de los panes no es
suficiente; quieren un signo particular y más estrepitoso, el nuevo milagro del maná
(c f. Sal 78,24), para reconocer al profeta de los tiempos mesiánicos. Jesús, en
realidad, da verdaderamente el nuevo maná, porque su alimento es muy superior al
que comieron los padres en el desierto: él da a todos la vida eterna. Pero sólo el que
tiene fe puede recibir ese don. El verdadero alimento no está en el don de
Moisés; Jesús les replicó: "Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del
cielo”, ni en la ley, sino en el don del Hijo, que el Padre ofrece a los hombres, él es
el verdadero pan del cielo; "Yo soy el pan de vida” . La muchedumbre parece haber
comprendido: “ Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de este
pan." Entonces Jesús, evitando todo equívoco, precisa: “El que viene a mí no
pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”. Es el don amoroso
hecho por el Padre a cada hombre. Él es la Palabra que han de creer: quien se
adhiere a él da un sentido a su propia vida y consigue su propia felicidad.
17. EVANGELIO: JUAN 6,24-35
A los que comieron el pan material, Jesús los exhorta a conformarse con ello y
buscar el alimento de la vida Eterna. "El que viene a mí no pasará hambre, y el
que cree en mí no pasará sed"
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban
allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en
la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo has venido aquí?"
Jesús contesto: "Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos,
sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que
perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el
Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios." Ellos le
preguntaron: "Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios
quiere?" Respondió Jesús: "La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el
que él ha enviado." Le replicaron: "¿Y qué signo vemos que haces tú, para que
creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el
desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."" Jesús les
replicó: "Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es
mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el
que baja del cielo y da vida al mundo." Entonces le dijeron: "Señor, danos
siempre de este pan." Jesús les contestó: "Yo soy el pan de vida. El que viene
a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed."
Palabra del Señor
18. EN BUSCA DE JESUS
El milagro que Jesús ha hecho multiplicando los panes es extraordinario, entonces
no quieren separarse de El. Después que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres,
despidió a la multitud después de la multiplicación de los panes. Esto fue la misma
tarde, al embarcarse los discípulos. El Evangelio dice que: Al día siguiente, la
multitud que se había quedado en la otra orilla, es decir un pequeño grupo se habría
quedado allí, a la espera de Jesús, que no había embarcado, y que acaso ese a lo
que alude san Juan, es decir, en la región de et-Batiha, donde multiplicó los panes.
Las gentes que se habían retirado, lo mismo que la que se había quedado, habían
constatado esto: que Jesús no había embarcado con los discípulos, con eso queda
ratificado que Jesús hizo su caminata milagrosa sobre las aguas, y que no había
quedado allí más que una barca.
Mientras tanto, unas barcas de Tiberiades atracaron cerca del lugar donde habían
comido el pan Pero al siguiente día de la multiplicación de los panes vinieron a este
lugar diversas barcas procedentes de Tiberiades, sin que se diga el motivo de esta
arribada. Acaso en busca de Jesús, avisados por algunos de los que hubiesen
retornado la víspera, o por el rumor de que se hallase allí. Tiberiades era capital y,
situada en el lago, era el puerto principal de Galilea. Josefo, historiador judío, hace
ver el gran movimiento de naves que en él había en ese lugar.
Como estas gentes que había quedado allí se dieron cuenta que no podían
encontrar a Jesús, aunque no lo vieron embarcar; y como vieron que los discípulos
se dirigieron a Cafarnaúm, aprovecharon la oportunidad de estas barcas que
acababan de llegar de Tiberiades, se embarcaron en ellas, dice san Juan: subieron
a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Aquí lo van a encontrar, y en
esta villa tendrá lugar el discurso sobre el “Pan de vida.”
19. ME BUSCAN, NO PORQUE VIERON SIGNOS, SINO PORQUE
HAN COMIDO PAN HASTA SACIARSE
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: Maestro, - cuándo llegaste - . La
pregunta que le hacen con el título honorífico de Maestro, Rabí, lleva un contenido
sobre el modo extraordinario como vino. Sabían que no se había embarcado ni
venido a pie con ellos. Deben haber estado maravillados, al pensar como había
venido Jesús. Era un volver a admitir el prodigio en su vida.
La respuesta de Jesús pasa por alto aparentemente la cuestión para ir directamente
al fondo de su preocupación. No le buscan por el milagro como signo que habla de
su grandeza y que postula, en consecuencia, obediencia a sus disposiciones, sino
que sólo buscan el milagro como provecho, Jesús les respondi: “ Les aseguro que
ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan
hasta saciarse”.
Que busquen, pues, el alimento no temporal, aun dado milagrosamente, sino el
inmortal, el que permanece para la vida eterna, y éste es el que dispensa el Hijo del
hombre, por eso le dice; Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el
que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; y cuya
garantía es que el Padre”, que es al que ellos llaman Dios, el Padre, marcó con su
sello. La credencial del que lo envía, son los milagros, los signos.
20. BUSCAN A DIOS NO POR DIOS, SINO POR LA AYUDA QUE
PUDIERAN CONSEGUIR DE EL
En nuestra realidad de hoy, con cierta pena vemos como sucede que hay personas
que buscan en la religión algo que les resulte conveniente, entonces buscan a Dios
no por Dios, sino por la ayuda que pudieran conseguir de El, y además exigen
rapidez, luego suceden que la respuesta les tarda en llegar, entonces, pierden la fe
y le dan la espalda la Señor. No es el alimento material el que debemos buscar, sino
el que permanece por siempre, hasta la Vida Eterna.
Hasta aquí las multitudes, y sobre todo los que los guiaban, no tienen dificultad
mayor en admitir lo que Jesús les dice, principalmente por la misma incomprensión
del hondo pensamiento de Jesús. Por eso, no tienen inconveniente en admitir, como
lo vieron en la multiplicación de los panes, que Jesús esté sellado por Dios para que
enseñe ese verdadero y misterioso pan que les anuncia, y que es alimento que
permanece hasta la vida eterna.
21. LA OBRA DE DIOS ES QUE USTEDES CREAN EN AQUEL QUE
ÉL HA ENVIADO
De ahí el preguntar qué – “Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios” -
es decir, para que Dios les retribuya con ese alimento maravilloso. Piensan,
seguramente, que puedan ser determinadas formas de sacrificios, oraciones,
ayunos, limosnas, que eran las grandes prácticas religiosas judías.
Pero la respuesta de Jesús es de otro tipo y terminante. En esta hora mesiánica es
que - Jesús les respondió: - “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que
él ha enviado” - Fe que, en San Juan, es con obras (San Juan 2:21; cf. San Juan
13:34). La multitud comprendió muy bien que en estas palabras de Jesús no sólo se
exigía reconocerle por legado de Dios, sino la plena entrega al mismo.
Esto es lo que nos dice con mucha claridad Jesús, no está Dios para servir al
hombre, al contrario, el hombre esta para servir a Dios. Dios atiende nuestras
plegarias y necesidades, todo esto por el gran amor que les tiene a los hombres,
pero debemos estar siempre dispuestos a servirle, haciendo su voluntad, viviendo
una vida y una conducta agradable a Dios, y a El le dejamos su misericordioso
auxilio. Jesús, le dijo a Catalina de Siena: Tu preocúpate de Mi, Yo me preocupare
de ti y de tus cosas
22. ¿QUÉ SIGNOS HACES PARA QUE VEAMOS Y CREAMOS EN
TI?
La gente preguntó a Jesús: "¿Qué señal haces para que viéndola creamos en
ti?” , Los que le preguntaban esto a Jesús, aún no están convencidos, en el capitulo
anterior de este evangelio, había comentado que las gentes estaban impresionadas,
maravilladas con Jesús, el milagro que él hizo multiplicando los panes fue
extraordinario, entonces no querían separarse de El. Sin embargo, estos que
preguntan vienen, por una lógica insolente, a pedirle un nuevo milagro, y preguntan
casi despectivamente: “¿Qué obra realizas?”
En ellos, esta presente el hecho del Éxodo. El desierto, la multiplicación de los
panes en él, contra el que evocará la multitud el maná y dicen a Jesús: “Nuestros
padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de
comer el pan bajado del cielo” . La murmuración de estos judíos contra Jesús,
como Israel en el desierto, y, por último, la Pascua próxima, es un nuevo vínculo al
Israel en el desierto. Ya el solo hecho de destacarse así a Jesucristo es un modo de
superponer planos para indicar con ello, una vez más, la presentación de Jesús
como nuevo Moisés: Mesías.
23. PAN DEL CIELO LES DIO A COMER.
Los judíos exigían fácilmente el milagro como garantía. La multiplicación de los
panes les evocaba fácilmente, máxime en aquel lugar desierto en el que habían
querido proclamarle Rey-Mesías, el milagro del maná. Y esto es a lo que aluden y
alegan. Los padres en el desierto comieron el maná (Ex 16:4ss). La cita, tal como
está aquí, evocaba, sobre todo, el relato del maná, pero magnificado en el Salterio,
en el que se le llama pan del cielo (Sal 105:40; Neh 9:15; Sal 16:20). La cita era
insidiosa. Pues era decirle: Si Moisés dio el maná cuarenta años, y que era pan del
cielo, y a una multitud inmensamente mayor, pues era todo el pueblo sacado de
Egipto, y, a pesar de todo, no se presentó con las exigencias de entrega a él, como
tú te presentas, ¿cómo nos vamos a entregar a ti? Por lo que le dicen que, si tiene
tal presunción, lo pruebe con un milagro proporcionado.
Estaba en el ambiente que en los días mesiánicos se renovarían los prodigios del
Éxodo (Miq 7:15). El Apocalipsis apcrifo de Baruc dice: “En aquel tiempo
descenderá nuevamente de arriba el tesoro del maná, y comerán de él aquellos
aos.” Y el rabino Berakhah decía, en síntesis, “El primer redentor (Moisés) hizo
descender el maná. E igualmente el último redentor (el Mesías) hará descender el
maná.”
24. LES ASEGURO QUE NO ES MOISÉS EL QUE LES DIO EL PAN
DEL CIELO
Si el Mesías había de renovar los prodigios del Éxodo, no pasaría con ello de ser
otro Moisés. ¿Por quién se tenía a Jesús? ¿Qué señal tenía que hacer para probar
su pretensión? Pero la respuesta de Jesús desbarata esta argumentación, entonces
respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi
Padre les da el verdadero pan del cielo”. Jesús es muy claro con ellos, así se los
hace ver.
En primer lugar, no fue Moisés el que dio el maná, puesto que Moisés no era más
que un instrumento de Dios, así Jesús les dice: “mi Padre les da el verdadero pan
del cielo porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al
mundo”. Es decir, aquel pan venía de otra realidad y no era el pan verdadero,
porque sólo alimentaba la vida temporal; pero el verdadero pan es el que da la vida
eterna; ni el maná tenía universalidad: sólo alimentaba a aquel grupo de israelitas en
el desierto, mientras que el pan verdadero es el que desciende del cielo y da la vida
al mundo.
25. EL QUE VIENE A MÍ JAMÁS TENDRÁ HAMBRE; EL QUE
CREE EN MÍ JAMÁS TENDRÁ SED
Si directamente alude a la naturaleza del verdadero pan del cielo, no está al margen
de él su identificación con Jesús. Si la naturaleza del verdadero pan de Dios es el
que baja del cielo y da la vida al mundo, entonces es Jesucristo el que se
identificará luego, explícitamente, con este pan. Los judíos, impresionados o
sorprendidos por esta respuesta, tan categórica y precisa, pero interpretada por
ellos en sentido de su provecho material, le piden que él les de siempre de ese pan,
como la Samaritana (Jn 4:15).
Es así como ellos le dijeron: Seor, danos siempre de ese pan” . Jesús les
respondió: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el
que cree en mí jamás tendrá sed".
Probablemente vuelve a ellos el pensamiento de que Cristo es el Mesías, y esperan
de El nuevos prodigios. Pero ignoran en qué consistan, y no rebasan la esperanza
de un provecho material. Pero ese pan, que aún no habían discernido lo que fuese,
se les revela de pronto: “Yo soy el pan de vida”
Nosotros estamos con hambre de verdad, sed de felicidad. Jesús, hace que estas
aspiraciones sean verdaderas. En efecto, solo en Jesucristo podremos saciar esta
hambre, solo con El podremos calmar nuestra sed. Jesús no solo nos entrega la
verdad, el mismo es la Verdad del Padre. Entonces si nuestro corazón busca con
desesperación la verdad y la felicidad, no la busquemos en otro lugar más que en
Jesús. San Agustín, escribi: “Seor, nos hiciste para ti y nuestro corazn esta
inquieto y sin sosiego, mientras no descasa en TI”
Cristo Jesús, viva en nuestros corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Muchas veces dijo Jesús a la gente: “El que tenga oídos, que oiga”.
Reflexión a las Lecturas del Domingo XVIII Ciclo B
Publicado en este link: PALABRA DE DIOS
Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga
Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel
de Tuya, O. P.
Comentarios a las Epístolas Paulinas, por Lorenzo Turrado.
Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.
www.caminando-con-jesus.org
caminandoconjesus@vtr.net