XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Pautas para la homilia
"Serán todos discípulos de Dios"
«¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas.»
El profeta Elías cede a un sentimiento de temor y huye. Muchos profetas antes que
él, habían sido asesinados. En el camino nace el desaliento y este cede al
cansancio. El que era todo un campeón, se siente desfallecer, y un ángel del Señor
le trae comida y bebida y se siente reconfortado con ese pan bajado del cielo,
recuperando las fuerzas y el gusto por la vida. Así sigue su camino hasta el Horeb
donde le espera Dios.
Como Elías, también nosotros podemos sentir desaliento en la lucha diaria. Se dice
que el cristianismo es religión para valientes. El mal, en sus muchas formas, se nos
puede cruzar en el camino; nuestro compromiso cristiano nos puede, en
determinados momentos, pesarnos, y nuestra vida cristiana que comenzaba un día
luminoso se nos convierte en rutina cansina. Sentimos entonces la tentación del
cansancio. Un sentimiento de fracaso y de perdida de tiempo nos atenaza. Es el
momento de una segunda vocación o de nuestra segunda conversión. Recibimos
entonces la confianza interior que nos hace fuertes y seguimos el camino…
El que cree en mí tendrá vida eterna
Los judíos no comprenden y murmuran. Buscando argumentos contra Jesús
recurren a su propia historia que ellos conocen bien como vecinos y conocidas: ¿No
es este el hijo de José? Entonces ¿cómo puede decir que ha bajado del cielo?
Esta razón de la sin razón convertida en ataque personal, es una actitud muy
vigente entre nosotros cuando nos cuesta reconocer en un hombre al mensajero de
Dios.
Jesús se reafirma con nuevos argumentos: ¡No critiquéis!..El que cree en mí tendrá
vida eterna, Yo soy el pan vivo, El que come este pan vivirá eternamente.
No se refiere a un alimento material para el tiempo como el pan de Elías, si no a
aquel que nos da para la Eternidad. Cristo se parte y se reparte en la Eucaristía
para ser comido y asimilado como alimento verdadero que sacie todas nuestras
ansias espirituales. El pan material, nos insinuaba Jesús hace unos domingos,
hemos de compartirlo con quién carece de él, comportamiento humano y cristiano
pero, tantas veces, asignatura pendiente en nuestra sociedad.
Por nuestra participación en la Eucaristía, mediante su comunión, entramos en su
voluntad: sumisión, renuncia, amor, aceptación de la cruz y vida gloriosa.
Sociedad de creyentes
Las palabras del Señor dividen opiniones y voluntades. Unos le seguirán. Otros le
abandonan desde aquel momento. Cada uno seguirá su camino por distintas rutas,
todos vamos avanzando hacia la eternidad.
Los creyentes formamos parte de una sociedad privilegiada que se alimenta con el
pan que da la vida eterna, Cristo es su cuerpo y nosotros sus miembros capaces,
por la acción del Espíritu, de continuar su vida.
La Eucaristía establece una sociedad cimentada en el amor, porque convierte en
hermanos a todos los que participan en ella, y nos invita a unas relaciones en que
se respete la justicia y la caridad.
Personalmente la Eucaristía es el motor que me pone en marcha cada mañana para
recorrer el camino de mi vida mirando con amor a compañeros de ruta y confiar en
la misericordia de un Dios amor que perdona todas mis culpas y me invita a la
felicidad.
Dña. Cayetana París O.P.
Fraternidad de Vivero (Lugo)