Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 19
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Con la fuerza de aquel alimento, caminó hasta el monte
de Dios * Gustad y ved qué bueno es el Señor. * Vivid en el amor como Cristo * Yo
soy el pan vivo que ha bajado del cielo
Textos para este día:
1 Reyes 19,4-8:
En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final,
se sentó bajo una retama y se deseó la muerte: "¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida,
que yo no valgo más que mis padres!" Se echó bajo la remata y se durmió. De
pronto un ángel lo tocó y le dijo: "¡Levántate, come!" Miró Elías, y vio a su cabecera
un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar.
Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo: "¡Levántate, come!, que el
camino es superior a tus fuerzas." Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza
de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el
monte de Dios.
Salmo 33:
Bendigo al Señor en todo momento, / su alabanza está siempre en mi boca; / mi
alma se gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, / ensalcemos juntos su nombre. / Yo
consulté al Señor, y me respondió, / me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, / vuestro rostro no se avergonzará. / Si el
afligido invoca al Señor, él lo escucha / y lo salva de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa / en torno a sus fieles y los protege. / Gustad y ved qué
bueno es el Señor, / dichoso el que se acoge a él. R.
Efesios 4,30-5,2:
Hermanos: No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado
para el día de la liberación final. Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los
enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos
unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos
queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios
como oblación y víctima de suave olor.
Juan 6,41-51:
En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: "Yo soy el pan
bajado del cielo", y decían: "No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su
padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?" Jesús tomó la
palabra y les dijo: "No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que
me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán
todos discípulos de Dios." Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene
a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha
visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la
vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan
que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan de
vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan
que yo daré es mi carne para la vida del mundo.
Homilía
Temas de las lecturas: Con la fuerza de aquel alimento, caminó hasta el monte
de Dios * Gustad y ved qué bueno es el Señor. * Vivid en el amor como Cristo * Yo
soy el pan vivo que ha bajado del cielo
1. Un camino largo
1.1 La primera lectura nos deja ver el espantoso desaliento que padece uno de los
hombres más grandes del Antiguo Testamento.
1.2 Se trata de Elías, el campeón de la fe, el gigante de la profecía, que abrumado
por la soledad y las persecuciones se deja caer en el sueño de la depresión, no sin
antes anunciar su absoluta amargura: "¡Basta, Señor! Quítame la vida, que no soy
mejor que mis antepasados".
1.3 Elías había dado lo que podía dar. Se ha agotado tratando de sostener en sí
mismo y en los demás la fe verdadera, en tiempos en que todo parecía ser
engullido por la religión cómoda, prometedora y libertina de Baal. El fruto de su
predicación es inmenso, si pensamos en lo que logró y en los testimonios que
leemos en la Biblia, pero el costo es muy alto en términos de soledad y de zozobra.
Finalmente, el peso doblega a nuestro héroe, que se derrumba en silencio, en una
caverna sin nombre. Allí envía Dios a su ángel, para que lo consuele y levante, pero
sobre todo para darle pan y nuevas fuerzas.
1.4 La frase del ángel es fundamental: "el camino es largo... es superior a tus
fuerzas". Necesitamos el pan de Dios para recorrer el camino de Dios. Uno puede
"vivir" sin la fuerza que Dios da, pero no para recorrer el camino que Dios ofrece.
Porque es cierto que el mundo da su propio pan, que sirve para hundirse en su
jungla de engaños y placeres. Y el demonio da su pan de orgullo, que sirve para
perderse en las sendas del odio y la locura. Y la carne da su pan sabroso de
pecado, que sirve para acabar ahogándose en el vacío y en la nada.
1.5 Pero para avanzar por el camino de Dios, que es el camino de la vida, se
necesita el pan de Dios, el Dios de la vida.
2. Pan del Cielo
2.1 Los últimos domingos hemos venido siguiendo el capítulo sexto del evangelio de
Juan; se trata del discurso del Pan de Vida, que tiene su comienzo en un hecho --la
multiplicación de los panes-- pero que se convierte en un mensaje trascendente.
2.2 Del pan que sacia un día, Jesús pasa a revelarnos el pan que sacia para
siempre. Del pan preparado en nuestros hornos, pasa a revelarnos el Pan que viene
del cielo. Del pan hecho con nuestro trigo, al Pan que es Él mismo.
2.3 De esta manera, el pan mismo se convierte en una inmensa parábola que habla
del hambre humana y de la providencia divina, de nuestra indigencia y de su
largueza, de su vida que sostiene y de la muerte que nos acecha, de nuestra
necesidad de permanecer y de su gracia, que nos hace perdurar y ser fecundos.
2.4 Estas verdades sobre el pan de la vida se cumplen en todo lo que tiene que ver
con Jesucristo: creer en él alimenta; leer su Palabra alimenta; adorarle alimenta;
practicar sus enseñanzas, servirle en sus hermanos pobres, invocarle con fe... todo
esto es alimento y vida del alma humana. Mas nunca es tan claro el mensaje del
Pan de Vida como ante el misterio eucarístico. En la sencillez de la hostia y en
aquellas palabras que escuchamos al comulgar está todo: "El Cuerpo de Cristo...
Amén".
Fr. Nelson Medina, O.P.