XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Segunda Lectura: Ef 4.30-5.2
Vivan amando como Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros
“Vivan amando como Cristo, que nos am y se entreg por nosotros”, hemos
escuchado en la Segunda Lectura, pero ¿De qué amor se trata? En griego se
expresa con la palabra ágape y en latín caritas. Este amor, llamado también
caridad, es un impulso interior que busca el bien máximo del otro, sea físico,
psicológico o espiritual. Quiere que el otro llegue a ser lo que está llamado a ser.
Encuentra su fuente en Dios, que es amor (ver 1Jn 4,8.16). Dios crea al ser
humano capaz de amar como Él, para participar de su misma comunión divina de
amor. La vocación más profunda de todo ser humano es ese amor.
San Basilio Magno al respecto nos ensea que “El amor de Dios no es algo
que pueda aprenderse con unas normas y preceptos. Así como nadie nos ha
enseñado a gozar de la luz, a amar la vida, a querer a nuestros padres y
educadores, así también, y con mayor razón, el amor de Dios no es algo que pueda
enseñarse, sino que desde que empieza a existir este ser vivo que llamamos
hombre es depositada en él una fuerza espiritual, a manera de semilla, que encierra
en sí misma la facultad y la tendencia al amor. Esta fuerza seminal es cultivada
diligentemente y nutrida sabiamente en la escuela de los divinos preceptos y así,
con la ayuda de Dios, llega a su perfeccin”.
Por eso, san Pablo nos exhorta a aprender a amar como Cristo. Él es el
modelo por excelencia, la escuela concreta del verdadero amor. Él es el Maestro del
amor humano llevado a su plenitud. Jesús no solamente es Maestro que enseña. Él
es mucho más que eso. Es el Hijo del Padre, quien vive y refleja en sí mismo todo
el amor que el Padre nos tiene (ver Jn 3,16; 14,9). Por consiguiente, para amar
verdaderamente, para responder a nuestra vocación al amor, hay que nutrirnos de
su Amor. ¡Qué importante, si de verdad queremos ser felices, es abrirnos al amor
de Cristo, es aprender a amar de Cristo, es amar como Cristo! Para ello es esencial
aprender a conocer más al Señor mediante la lectura y meditación asidua de su
palabra, mediante la oración perseverante, mediante la participación activa en la
Eucaristía de los Domingos, mediante la confesión frecuente.
El amor cristiano aprendido en la escuela del Corazón del Señor Jesús se vive
en el día a día, en lo concreto. No es tan sólo un sentimiento. Es compromiso con el
otro para ayudarlo a responder a su vocación a ser persona humana, es donación
de sí y acogida del otro, es diálogo, es solidaridad, es caridad, es esfuerzo por
construir la comunión especialmente con aquellos que son de Cristo.
Sin embargo, vemos que en el mundo hay mucha confusión sobre lo que es
el amor verdadero, en medio de tantos egoísmos que se disfrazan de amor, en una
sociedad en la que el amor parece que no pasa de ser un sentimiento o pasión de
momento y que no implica ningún compromiso duradero, ¿quién puede enseñarnos
a amar verdaderamente? ¿Quién puede mostrarnos el amor auténtico?
Puede enseñarnos a amar verdaderamente, con un amor plenamente
humano, con un amor que nos realice, Aquel de quien nos viene la capacidad y la
vocación de amar, Aquel que ha sembrado en lo más profundo de nuestro ser esa
necesidad de amar y ser amados, Aquel que es Él mismo Amor: Dios, que en
Jesucristo se ha hecho hombre como nosotros, amándonos hasta el extremo de dar
la vida por nosotros, enseñándonos cómo se ama de verdad, enseñándonos el amor
verdadero, invitándonos a amar como Él nos ha amado.
Así, pues, podemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿quieres amar de
verdad? ¿Quieres ser amado de verdad? ¿Quieres, por el amor, llegar a ser hombre
o mujer de verdad? ¡Mira a Cristo! ¡Escucha a Cristo! ¡Aprende de Cristo! ¡Nútrete
del amor de Cristo! ¡Ama como Cristo, a Dios y a tus hermanos humanos! ¡Que Él,
y no otros “modelos”, sea la medida de tu amor!
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)