De los que no comen miel, libre Dios nuestros panales
Domingo 20 0rdinario 2012 B
Estar hoy en la Sinagoga de Cafarnaúm es conmovedor, aunque no quedan más
que algunas columnas en pie, pero los expertos señalan que es uno de los lugares
más seguros donde Cristo dirigió su palabra a las multitudes. Pero conmueve
también pensar que Cristo no pudo hacer llegar su mensaje a aquellas gentes para
las que contaba mucho, muchísimo, la humanidad de Cristo lo que les impidió
gozar de su mensaje, que sintieron repugnante y contra todas sus costumbres.
¿Qué les proponía Cristo? Para nuestro intento, tres cosas,
Primero: “Mi carne es verdadera comida”. Hacía un momento que Cristo les había
anunciado que él era el verdadero pan bajado del cielo, y hasta ahí como que
todavía lo aceptaron, pero con reticencias, sin embargo cuando Cristo habla de sí
mismo y quiere darse como alimento y bebida, ahí le paran el alto, porque se les
hacía monstruoso que pudiera darles su cuerpo como alimento, y todavía más su
sangre como bebida. Nunca pudieron aceptarlo, más cuando se decía que había que
“masticarlo” triturarlo con los dientes, como los hombres hicieron con Cristo en lo
alto de la cruz, donde quedó destrozado y hecho materialmente pedazos. Pero no
es este precisamente su cuerpo, destrozado y muerto, sino el Cristo resucitado,
Hijo de Dios convertido en alimento y en bebida, en verdadera comida que alimenta
y sacia como quedaron saciadas aquellas gentes con los panes y los pescados
materiales que Cristo les había dado el día anterior.
Segundo: “Yo doy mi carne para vida del mundo”. Siempre me conmueve ver a una
madre besar a su hijo pequeño mientras le dice: “Te quiero tanto que te quisiera
comer a besos”, pero eso precisamente fue lo que hizo Jesús, que en el colmo de su
amor se entrega, pero no obligadamente, sino movido por el grande amor a todos
los hombres. Nos ama, y en el exceso de su amor, se hace alimento y bebida para
salud y salvación de nuestro mundo. Es el alimento que sacia y alimenta sin dañar
y sin dejar efectos colaterales. No es un alimento transgénico, se puede comer con
entera seguridad.
Tercero: “Quien no come este pan no tendrá vida, mientras que quien lo come
vivirá eternamente”. Hay alimentos y bebidas que producen euforia, que dan la
impresión de saciedad, pero una y otra vez, cuando el hombre quiere ser
alimentado sanamente, tiene que volver al pan sencillo y la bebida que alimenta, de
la misma manera, si no queremos ser alimentados por otras personas que
prometen felicidad, dicha y consuelo pero que no pueden dar esas realidades,
tendremos que volver a Cristo que da vida, que alimenta que nos prepara para esa
vida eterna a la que estamos llamados y a la que damos la impresión de que o no
nos interesa o no queremos ir. Pero el camino está trazado, es el camino de la
felicidad, del amor y de la entrega de la misma manera que Cristo lo hizo en la
cruz. No debemos desear sino que nuestras comunidades tengan a Cristo como
destino y nuestras asambleas eucarísticas concluyan no como un grupo de gente
insatisfecha que sale aún más insatisfecha, porque han estado cerca del alimento
pero no lo han recibido. Han estado cerca de la bebida, pero regresarán flacos y
macilentos a sus hogares, a sus trabajos, a sus diversiones. Que Cristo nos gane el
corazón y que todos los cristianos crezcan fuertes, robustos, bien alimentados y
lozanos como los árboles plantados cerca de la corriente del río.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
alberami@prodigy.net.mx