XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Y DALE QUE DALE
Padre Pedrojosé Ynaraja
Si leyéramos sin ningún conocimiento previo, y desde otra cultura, o desde la
incultura, el fragmento evangélico de la misa de este domingo, su significado nos
resultaría aberrante. El mismo Baden Powell, el fundador del movimiento scout, se
lo advertía a los primeros jóvenes lectores de su universal “scouting for boys”: Os
dirán que por comulgar sois antropófagos, vosotros sabéis que esta no es la
realidad cristiana. Toda su vida adulta la había pasado entre soldados y en tierras
muy lejanas, geográfica y mentalmente consideradas, seguramente habría
escuchado juicios de este tipo. (No busquéis esta cita ahora, la han suprimido en
las actuales ediciones). Os puede chocar esta opinión, mis queridos jóvenes
lectores, pero si ahora volvéis a leer el texto, os daréis cuenta de que, tomado al
pie de la letra, un lector no preparado, podría sacar esta conclusión.
Los judíos que le escuchaban sí que estaban preparados, no carecían de cultura, ni
les faltaba orgullo. Se dieron cuenta de que la doctrina del Señor era enigmática,
que encerraba misterio. Ellos no desconocían que lo divino es misterioso. Cuando se
acercaban al Templo de Jerusalén, aquello, el Santo de los Santos, donde residía
Dios, era un recinto ausente de mobiliario. Esta vaciedad, paradójicamente, era la
mejor enseñanza sobre la total espiritualidad de Yahvé. La paradoja, me gusta
repetir, es requisito indispensable del humano y ausente totalmente del reino
animal, por superior que sea.
Pese a su sabiduría, como lo que les movía era el odio a Jesús y el deseo de
desacreditarlo, se apean y acuden a consideraciones vulgares. El Señor no se
inmuta. Continúa con el pan, que dice que es carne y elixir de vida. Evidentemente,
ellos no están dispuestos a admitir como realidad cotidiana suprema, lo que el
Maestro enseña como verdades superiores.
Añade la sangre. Vosotros habréis estudiado sus componentes y la utilización que
de ella se hace en transfusiones. Aquella cultura lo desconocía. El hombre era un
ser humano vivo, porque había recibido el hálito divino, que circulaba por el cuerpo
impregnado en la sangre, de aquí que fuera intocable y misteriosa. El Maestro la
llama bebida. Imposible de aceptar para un alma cuerda.
Todo este discurso, agrio a sus oídos, ambienta la enseñanza, es el ropaje, de que
puede haber una entrañable amistad, una unión íntima entre cualquiera que a Él le
acepte con respeto y amor. La suprema ambición humana había sido la
comunicación con la divinidad. Las pinturas y petroglifos dan fe de ello. A Abrahán,
allá en Siquem, se le comunicó que la divinidad es Dios, persona comunicable. Fue
el gran descubrimiento. El Patriarca tuvo el privilegio de ser aceptado como amigo.
Su descendencia más privilegiada, también lo supo. Pero ahora ya no se trataba de
amistad, sino de comunión y aquí radicaba la dificultad de aceptarlo.
Este episodio y el discurso que llamamos el Sermón del Pan de Vida, no es un
galimatías. En el sentido más profundo de las palabras del Señor, está el deseo de
que comprendan que quiere amar y ser amado. El judío letrado sabía algo de esto.
Conocía textos en los que Dios decía era el Esposo de Israel (Isaías) tratado con
cariño de joven enamorado (Oseas) pero eran conceptos en los que estaba
implicado el pueblo sacado de Egipto y enriquecido con la Ley del Sinaí. Podían
aceptar, nadie se atrevía a modificar el Texto, que fuera amor juvenil, idealista y
generoso, pero a un colectivo.
Cualquiera de vosotros, mis queridos jóvenes lectores, si es aficionado al deporte,
puede sentirse contento cuando gana su equipo y hasta desplazarse a vitorear al
campeón, pero sería muy pobre su vida, si careciese del amor de sus padres, de los
amigos, de enamoramiento y del filial. Necesitamos ser amados por nosotros
mismos, no como gotas anónimas de un conjunto, por preciado que sea. Y es de
este Amor del que habla Jesús. La mayor riqueza que puede atesorar una persona,
y ellos no lo aceptan. ¿también nosotros somos indiferentes o permanecemos
rehusándolo en voluntaria ignorancia?