XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
FIDELIDAD POR PURA CONFIANZA Y AMOR
Padre Pedrojosé Ynaraja
Cuando celebraba matrimonios, deseando ayudar a mejorar la recepción del sacramento, me
gustaba hablar relajadamente con cada uno de los próximos conyugues. Me encontré en más
de un caso en que alguno de ellosme confiaba que no creían en la existencia de Dios. Me
decía, pongamos por caso el chico, que no tenía fe, porque nadie le había demostrado su
existencia. Mi argumentación seguía los siguientes derroteros. ¿sabes el número del DNI de tu
novia y tienes la correspondiente fotocopia compulsada? Pues la verdad es que no, era la
respuesta. ¿Conocerás el dibujo de su huella dactilar? Tampoco, nunca se me ha ocurrido
mirarlo, eso es cosa de la policía. ¿me traerás un certificado de vivencia, firmado por el juez?
Claro que no, me respondía. Mira, le decía yo: no te puedes casar, ya que la novia que tú dices
tienes, en realidad no existe, no me has dado ninguna prueba que me convenza de ello. No
diga tonterías, hace tanto tiempo que nos conocemos y nos queremos y no imagino mi vida
futura sin su compañía. A eso quería llegar, le decía entonces. Tu estas convencido de que
existe, porque te ama y tú la amas. Esta experiencia de enamoramiento, es lo que te asegura
de que existe, sin que necesites otras pruebas que, como bien dices solo le interesarían a la
policía. Algo semejante pasa con la existencia de Dios…
A Jesús le han escuchado sus discípulos mientras era atacado verbalmente por los judíos.
Ellos habían comido, caminado, pescado y charlado amigablemente con Él muchas veces.
Nunca les había hablado de la manera enigmática y chocante como le habían escuchado esta
vez. No eran gente de carrera. El más joven, tal vez entendiera algo, pero no se había atrevido
a intervenir.
El Señor es consciente de su desconcierto, de la duda que interiormente les corroe. Como
llevan tanto tiempo compartiendo la aventura de la vida juntos, se dirige a ellos ¿qué, también
vosotros estáis pensando que estoy loco y me vais a dejar, para volver a vuestro pueblo donde
nadie os inquietará y estéis tranquilos?.
Seguramente se mirarían sonrojados. Alguno que otro intercambiaría alguna frase. El episodio
inesperado e inoportuno les había dejado desconcertados.
El más joven sí, él escuchaba aprendía y sacaba consecuencias, pero no se atrevía intervenir.
Verle subir a donde había estado antes de que se encontraran, nunca se le había ocurrido
pensarlo. Le oía decir ahora que hacerse amigos no había sido iniciativa suya, cuando él se
acordaba muy bien de la primera vez que se vieron y estaba tan satisfecho de haberlo
escogido, ahora se enteraba de que la iniciativa era del Padre y no suya, ¡vaya chasco! pero
¿Quién era el Padre?. No quería abandonar al Maestro, pero tampoco tenía claro ni qué debía
pensar, ni como debía comportarse a partir de ahora.
¿Me queréis abandonar? Les dijo sorprendiéndolos… Nadie se atrevía a rechistar. Al Maestro
no se le podía engañar, hubiera sido una infamia. Y además se hubiera dado cuenta
enseguida. Cavilaba, sus pensamientos se anudaban en su interior. ¿qué iba a hacer si le
dejaba?.
Pedro, que no se distinguía precisamente por su talento, le soltó de sopetón ¿Cómo te vamos a
dejar, si Tú eres el único que nos orientas y entusiasmas, sin que nunca nos hayas engañado.
Nadie es capaz de dar sentido a nuestra vida. No te entendemos, no. Pero confiamos en ti.
Nunca nos has mentido, a tu lado se está bien y nos hemos dado cuenta de que eres divino…
El jovencito pensó ¡qué razón tiene el viejo pescador! Yo también le seguiré.
Y vosotros, mis queridos jóvenes lectores, ¿qué pensáis de Él? ¿os merece más confianza que
los autores de los libros que leéis? ¿sabéis renunciar a vuestros impulsos, si no están de
acuerdo con lo que Él enseñó?.
No os alarméis cuando os sintáis inseguros, cuando nada veáis claro, cuando comprobéis que
os engañan y os humillen y penséis en vuestros adentros ¿ y si la fe que tengo o tenía en Dios,
tampoco es verdad?. Jesús habla, predica, enseña, pero también escucha y ayuda. Jesús ama.
En tales situaciones lo mejor es que le pidáis ayuda aunque lo hagáis de una manera
condicional, algo así como diciéndole: si existes y eres el que yo hasta ahora he creído eras, no
me abandones, ilumina mi interior, sácame de esta vacilación que me atormenta, ya vereís
como Él mismo acudirá y ayudará a salir de la crisis. No tengáis prisa, su crisis en Getsemaní
no fue cosa de minutos, ni le hacían cosquillas en la mente.