Comentario al evangelio del Viernes 24 de Agosto del 2012
Nuestra lectura continua de fragmentos del evangelio según San Mateo se interrumpe hoy, día 24, por
la celebración litúrgica de la fiesta del apóstol Bartolomé. Conforme a una tradición extendida desde
hace más de mil años, la Iglesia identifica a Bartolomé -de quien no hay más referencias bíblicas que la
aparición de su nombre en las listas de los apóstoles- con Natanael, uno de los discípulos que
encontramos al comienzo y al final del Cuarto Evangelio.
Esta identificación explica que este hermoso texto esté hoy ante nosotros. Felipe ha quedado impactado
por la llamada de Jesús y comparte su descubrimiento con Natanael. Este formula una rotunda
objeción: ¿pero de Nazaret puede salir algo bueno? (¡Atención! No es la primera vez que esta semana
nos encontramos con nuestro empeño en decirle al Señor como tiene que hacer las cosas).
Felipe reacciona rehuyendo la discusión teórica o incluso erudita. No merece la pena cuestionar si
Nazaret es mediación aceptable o no de la salvación: “ven y compruébalo” (“ven y lo verás tú
mismo”). Su invitación da paso a un bello diálogo entre Jesús y quien va a acabar reconociéndole
como Hijo de Dios y Rey de Israel.
En las catequesis que dedicó en 2006 a cada uno de los apóstoles, Benedicto XVI comentó este texto
evocando a Bartolomé y subrayó cómo una vez más el Señor se revela precisamente donde no lo
esperamos. Nuestras conversaciones siguen llenas de alusiones que a veces rayan el desprecio e incluso
la blasfemia: “con la vida que llevan aquellos…”; “…y estos qué se creen”, “habrase visto…”.
Escuchemos al Jesús que siempre se ha adelantado a nosotros. Callemos un poco. Hablamos
demasiado. Dejemos que sea Dios quien hable. Y que, como casi siempre, nos sorprenda y desinstale.
Pedro Belderrain, cmf