XXI D OMINGO DEL T IEMPO O RDINARIO “B”
(Jos 24, 1-2a. 15-17. 18b; Sal 33; Ef 5, 21-32; Jn 6, 60-69)
L A P ALABRA
“- Si no os parece bien servir al Señor,
escoged hoy a quién queréis servir (…)
-«¡Lejos de nosotros abandonar al Señor
para servir a dioses extranjeros! El
Señor es nuestro Dios”.
-«¿También
vosotros
queréis
marcharos?»
Simon Pedro le contestó: -«Señor, ¿a
quién vamos a acudir? Tú tienes
palabras de vida eterna; nosotros
creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»
M EDITACIÓN
Está próximo el mes de septiembre. Posiblemente, después de un tiempo de
vacaciones, la Palabra de este domingo invita a un ejercicio de discernimiento.
Cuando se ha tenido la posibilidad de gozar de unos días distendidos, en espacios
donde se ha podido vivir de manera anónima y relajada, es el momento de averiguar
hasta qué punto la identidad creyente ha determinado el comportamiento.
Sólo cuando se siente la libertad de actuar sin que se arriesgue el buen nombre,
cabe descubrir si el comportamiento personal es coherente con la fe que se profesa.
No se trata sólo de actuar con honradez y honestidad, que ya es un signo de
coherencia, sino de averiguar si se ha permanecido en el propio interior y ante la
sociedad como creyentes en Dios, cristianos que testimonian que Jesucristo es el único
Señor.
La propuesta de Josué a los israelitas sobre su opción de permanecer como pueblo
de Dios cuando ya no necesitaban el maná, y la confesión de Pedro en los momentos en
que se produjo una desbandada de los discípulos, escandalizados por las palabras de
Jesús, reflejan muy bien la coyuntura que ofrece el tiempo de vacaciones para
manifestar libremente la pertenencia cristiana y la firmeza de la fe.
En este tiempo es fácil distinguir lo que es transitorio de lo que es permanente, la
relación que se agota de la que perdura, lo que dan de sí las cosas y ciertas ofertas de lo
que da Dios, no para volverse escéptico, sino para permanecer afianzados en quien es el
único Dios.
O RACIÓN
“Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma
se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.”