“RELIGIOSIDAD LIGHT”
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
el vigésimo primer domingo durante el año
(26 de agosto de 2012)
En Alem este domingo se está realizando el encuentro Diocesano de catequistas. Desde hace
algún tiempo en consonancia con el Documento de Aparecida y “las Orientaciones Pastorales” de
nuestro 1º Sínodo Diocesano en el 2007, estaremos revisando y buscando caminos de
evangelización adecuados en este inicio del Siglo XXI. La dimensión misionera, nuestras
comunidades y pueblos, nuestros jóvenes, sobre todo los más necesitados y víctimas de la pobreza
y el consumismo de adicciones son aquellos a quienes queremos considerar en nuestro corazón
pastoral. En la Catequesis continuamos nuestro camino de revisión para la iniciación de la vida
Cristiana, los contenidos y métodos de la transmisión de la fe en nuestra Diócesis.
Como observación necesaria tenemos que afirmar que nuestro pueblo realmente tiene una gran
religiosidad, pero esta no siempre es suficientemente cristiana, y por lo tanto debemos buscar
caminos para evangelizarla. En el documento de la Conferencia Episcopal Argentina, “Navega mar
adentro”, se seala la necesidad de evangelizar “la búsqueda de Dios”. Si bien “el secularismo
actual concibe la vida humana, personal y social, al margen de Dios y se constata incluso una
creciente indiferencia religiosa. No obstante se percibe una difusa exigencia de espiritualidad que
requiere canales adecuados para promover el auténtico encuentro con Dios” (29)
El texto del Evangelio de este domingo (Jn. 6,60-69), puede ayudarnos a entender que no todos
los caminos promueven un auténtico encuentro con Dios. Es más, a muchos les cuesta comprender
la fe que Jesucristo nos enseña. El texto de San Juan, capítulo seis, se sitúa al final de una larga
enseanza del Seor sobre el pan de vida: “Yo Soy el pan de vida bajado del cielo. El que coma de
este pan, vivirá para siempre. Y el pan, que yo daré es mi carne. Yo la doy para la vida del mundo”
(51). Esto escandalizó a muchos de sus discípulos que lo abandonaron porque decían “esta doctrina
es inadmisible”. Jesús les pregunt a “los doce”, ustedes también me van a abandonar y Pedro
tomando la iniciativa, le dijo a Jesús: “Seor ¿a quién iremos? tu tienes palabras de vida eterna…”
(69).
Todos debemos sentir la necesidad de asumir este camino de discipulado o de formación
permanente. Debemos agradecer que nuestra gente tenga una fuerte religiosidad y deseos de
búsqueda de Dios. Pero es cierto que la religiosidad si no asume un camino de maduración en la fe
puede quedar anclada en meras devociones, promesas de un mundo feliz, ligth, que solo son
burbujas engañosas, o bien rituales vaciados de compromisos con la vida y hasta con el riesgo de
generar desequilibrios afectivos y sicológicos. La fe que nos enseña Cristo, como nos lo dice el
texto bíblico de este domingo es una enseñanza y un camino exigente. La fe para los cristianos está
ligada al misterio de la Encarnación y de la Pascua. Entre las tantas propuestas religiosas podemos
percibir que no son un camino adecuado para un auténtico encuentro con Dios, aquello que nos
seala el documento Navega mar adentro: “Además, existen grupos seudo religiosos y programas
televisivos que proponen una religión diluida, sin trascendencia, hecha a la medida de cada uno,
fuertemente orientada a la búsqueda de bienestar y sin experiencia de que significa adorar a Dios.
Ocurre, por lo general, que sorprendidos en su buena fe, y poco formados por la Iglesia, algunos
cristianos entran en círculos difíciles de abandonar cuando la desilusión o la mentira quedan en
evidencia” (31). Lamentablemente no temen manipular la religiosidad genuina utilizando para su
promoción, o venta del producto, a personas ejemplares como la Madre Teresa de Calcuta o el Papa
Juan Pablo II, de quienes no dicen que ellos estaban convencidos y amaban a Jesucristo y a su
Iglesia, y que se oponían a posturas donde todo se mezcla, “la biblia y el calefn”, “la encarnacin y
la reencarnacin”…
La maduración en la fe nos enseña a actuar con responsabilidad con ese don de Dios y buscar
caminos para formarnos, a orar, a asumir valores, como la justicia, la libertad, la paz, la
solidaridad… Sobre todo a vivir el misterio Pascual y la fe eclesial, de tal manera que tengamos una
espiritualidad que nos permita ser cristianos en la vida cotidiana. Es importante recordar que la fe
que no se “encarna” en la vida, termina siendo una religiosidad vacía y superficial.
Lamentablemente estas formas de religiosidad terminan siendo la antesala del secularismo, o
provocando la indiferencia de la fe.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas