¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, ……¡Ay de ustedes, guías ciegos!
Mt 23, 13-22
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. ¡AY DE USTEDES, ESCRIBAS Y FARISEOS HIPÓCRITAS
En el Evangelio de hoy, como todos los de este capitulo 23 del Evangelio de san Mateo,
Jesús condena fuertemente a los escribas, personas que copiaban textos o que los
escribían al dictado y así también lo hace con los fariseos. Es una desaprobación de algo
que el Señor considera malo y pernicioso. Jesús, y se los dice a la cara, los considera
hipócritas, porque fingen cualidades, ideas o sentimientos contrarios a los que
verdaderamente aparentan tener.
Reiteradamente nos hemos dado cuneta de la “calaa”, es decir de la calidad que son los
fariseos, y sobre todo los escribas y doctores de la Ley , ellos además eran oficialmente los
transmisores e intérpretes de la Ley , eran los que tenían la “llave” de la misma (Lc 11:52).
Como sabemos además, ellos no reconocían a Jesús como Mesías, al que señalaban las
Escrituras, a las que El mismo para reconocerle les remitía, del mismo modo no reconocían
sus milagros. Algo malo también era que las turbas, seguían ciegamente a los fariseos,
como a sus dirigentes religioso. Como consecuencia, los seguidores de los fariseos venían
a rechazar a Jesús como Mesías. Con su actitud, ellos cerraban, en lugar de abrir, como
era su misión oficial, a las turbas su ingreso en el reino mesiánico de Jesús. Como sabemos
luego estos fariseos, prepararon la muerte y movieron a las “turbas” a pedirla (cf. Mt 27:20-
25).
Es a estos, que Jesús habló diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que
cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que
quisieran.
2. NO TEMAMOS DECIR LAS COSAS CON MUCHA CLARIDAD
Jesús dice las cosas con gran claridad, es de este modo es como debiéramos decirla
nosotros frente a la hipocresía, porque esta actitud de fingimiento de los hombres no tiene
cabida en ninguno de los hijos de Dios, por tanto en ningún discípulo de Jesús. Entonces no
temamos decir las cosas con mucha claridad. Si nos sentimos apóstoles, debemos mostrar
coherencia, y ésta, está en la sencillez, en la humildad, pero al mismo tiempo en la actitud
recta y honesta en la defensa de la verdad. La hipocresía es absolutamente contraria a
nuestros principios, especialmente por que ella pretende disimular la falta de franqueza, y
también para ocultar lo que verdaderamente somos y así, intentar que los demás no se den
cuenta de la falta de inclinación para hacer el bien que se manifiesta en nuestro corazón.
Jesús consecuentemente, nos advierte, que la hipocresía es maligna en nosotros los
cristianos si queremos ser evangelizadores, y si queremos ejercitar el apostolado, porque
no es posible ocultar o encubrir por mucho tiempo la falta de virtud, la desidia y la poca
participación y el nulo sacrificio, como la falta de amor a Dios y a los hombres.
3. LA CENSURA DE LA OBRA DEL APOSTOLADO DE LOS FARISEOS
Jesús dice: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para
conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno del
infierno que ustedes!
Es la censura de la obra del apostolado de los fariseos. No sólo impedían el ingreso en el
reino mesiánico, sino que ellos se dedicaban a ejercer un apostolado de “prosélitos”, es
decir de partidarios y seguidores fuera del judaísmo. Con ese proselitismo, lo que lograban
los fariseos era hacer de hecho “hijo de la gehenna” (infierno) al que se incorporaba al
judaísmo farisaico. El fariseo que ganaba a un “prosélito” y le infundía su espíritu lo
abocaba al infierno al separarlo de Jesús Mesías. Y esto sin tener en cuenta que la mayor
parte de los “prosélitos” eran conversiones aparentes, que traían al judaísmo gentes
pésimas. El mismo Talmud llega a decir que los “prosélitos” eran una enfermedad en Israel.
Y los presenta como un obstáculo a la venida del Mesías.
4. “AY DE USTEDES, GUÍAS CIEGOS”
Pero aquí también Jesús nos deja una lección. En efecto, gran daño le hacemos a aquellos
que se sienten atraídos por nuestras palabras, por nuestra prédica, si luego no damos
autentico testimonio de una vida recta, de una permanente actitud de vida honesta, y de
conciencia limpia a toda prueba, porque nunca será suficiente el convertir, y motivar nuestra
fe, es necesario también motivar a los que se han acercado al Señor y a toda su fe, a que la
mantengan, la refuercen y la perfeccionen.
Jesús condena diciendo luego una tercera censura, llama a los fariseos:” ¡Ay de ustedes,
guías ciegos” No en vano la censura va a ellos como jefes y directores espirituales del
judaísmo popular.
¿Va esto para nosotros también?, estamos hablando de ser honestos. En efecto, resulta
que queremos ser Luz y sin embargo podemos ser tinieblas, y en vez de llevar a nuestros
hermanos por el buen camino, los llevamos por el despeñadero, empujados por nuestra
mala actitud y malos ejemplos, y así nos transformamos en ciegos, guiando a otros ciegos
por caminos peligrosos, y esto porque nosotros no somos capaces de ver cual es el
verdadero camino, que conduce a la santidad, al Reino de los Cielos.
5. LA CENSURA CONTRA EL ABUSO DEL “JURAMENTO”
Jesús sigue diciendo: "Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el
oro del santuario, entonces sí que vale"! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el
oro o el santuario que hace sagrado el oro?
Esta censura va contra el abuso del “juramento” y sobre las diversas frmulas acerca del
mismo. Se juraba por todo; por Dios, por el cielo, por el Poder (el Todopoderoso), por el
templo, por el altar, por el servicio del templo, etc. ¿hacemos esto hoy de jurar por todos,
como buscando una forma que nos crean? En aquel tiempo esto se prestaba a grandes
abusos y a la irrespetuosidad más flagrante. Como con el principio que para ellos regía esta
práctica, se metía la práctica de la vida en una red de complicaciones que la hacían
imposible, luego para salir de ellas se inventaban unos códigos sutiles de dispensas.
Es en este ambiente en que Jesús va a censurar a los fariseos por sus métodos y su moral
del juramento y de los votos. Se utilizaban como juramentos: “Sea para mí como el cordero
(probablemente del sacrificio cotidiano), como las cámaras (del templo), como las maderas
(del templo), como los fuegos (de los sacrificios del templo), como el altar. Así, el que jurase
“por el templo,” o “por el altar” de los holocaustos, o “por el cielo,” no quedaba obligado a
nada.
6. LES HARÁ VER EL MATERIALISMO RITUALISTA
Pero si jura “por el oro del templo,” sí. Por el oro del templo podría entenderse el oro que
revestía el “sancta sanctorum,” o el candelabro de oro, o la mesa de oro de los “panes de la
proposicin,” en cuanto estaba más directamente al servicio de Dios, aunque podrían ser
también exvotos dados al templo, en cuanto que eran cosas consagradas directamente a
Dios. O si se jura “por la ofrenda que está sobre el altar” de los holocaustos, entonces el
voto hecho tenía validez, pues, siendo cosas consagradas a Dios, quedaba incluido en ellas
el mismo Dios. Y así la promesa se hacía al mismo Dios.
Por eso les hará ver el materialismo ritualista y circunstancial de esta actitud rabínica, que
ahoga y va en contra del mismo espíritu del juramento o voto y de la misma ley natural.
Dice el Señor: ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro?
Ustedes dicen también: "Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por
la ofrenda que está sobre el altar". Es por lo que son “hipcritas,” porque, si vale el
juramento hecho “por el oro del templo” o “por la ofrenda que está en el altar,” tiene que
valer el juramento hecho “por el templo” y “por el altar” o “por el cielo,” porque son
precisamente el templo y el altar los que hacen ser “santos” a ese oro que decora el templo
y a esa ofrenda que se pone sobre el altar, que es, por su misma naturaleza, santo. Lo
mismo que el que “jura por el templo, jura por él y por quien lo habita.” Lo mismo que el que
jura “por el cielo que es “el trono de Dios” (Mt 5:34) jura por el trono de Dios y por el
que en él se sienta.”
7. NO NOS DEJEMOS CONDUCIR POR CIEGOS, SEAMOS LUCES
VERDADERA
Hasta esta sutileza de comportamiento moral poco responsable llegaba la casuística de los
escribas y fariseos, quienes así jugaban con el “espíritu” más santo en las cosas sagradas,
y podían ejercer ellos, como intérpretes de la particularidad por ellos establecida, el
monopolio de las conciencias y de su influencia y prestigio. Y tan divulgado estaba, que
llegó a trascender, a los paganos, con el consiguiente desprecio para ellos.
Entonces Jesús les hecha en cara: ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar
que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo
que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por
el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.
Esa es la claridad que nos pone Jesús en el Evangelio de hoy, esta por condenarnos si
actuamos soberbiamente, si nos resistimos a la verdad y si arrastramos a otros por nuestro
error. Tratemos entonces de cumplir con la obligaciones de vida apostólica que el Señor
nos haya encargado, hagámoslo con consecuencia, con coherencia, pero no solo hoy,
debemos hacerlo siempre y en todo lugar, es nuestra tarea como cristiano que estamos
siendo llamados por Dios todos los días, no hagamos oídos sordos, no nos dejemos
conducir por ciegos, seamos luces verdadera, demos todo de sí, para dar testimonio y
ejemplo, para que mas hombres se hagan cristianos, y muchos cristianos católicos, de ese
modo, creo que nuestro mundo andará mejor.
El Señor les Bendiga