Ciclo B. XXII Domingo del Tiempo Ordinario
Julio César Villalobos, C.M.
Las leyes de Dios, ¿me estorban o me hacen santo?
Una vez, estando en una charla con un buen grupo de fieles tocábamos el tema, a
manera de reflexión, de la fe y de sus exigencias: cómo vivir de manera coherente
con nuestra fe (cf.Stgo.2,14ss). Afirmábamos también, aquello que creemos por fe,
que todo encuentro con Jesús produce: conversión, sanación, unidad, fidelidad,
ganas de seguir adelante, y de proclamar su amor a otros, etc, aunque haya
algunos que no quieran aceptarlo. No faltó por ahí en este encuentro cuando
algunas personas dijeron: “Pero la Iglesia exige mucho dijo una seora, muchas
normas hay en las parroquias que conozco dijo un señor, así deberían ser todas las
parroquias exigentes para ser buenos cristianos dijo otra señora, etc, y el
encuentro se volvió interesante. Dios nos iluminó para hablarles de aquel joven rico
que tuvo su encuentro con Jesús (cf.Mc.10,17-24). El joven, como cualquier
persona le pregunta a Jesús por los requisitos para “ser bueno”, “para ser buen
cristiano”…Jesús le recuerda los mandamientos; pero el joven “se excus de que ya
los cumpli”, “de que ya fue al catecismo”, “de que ya pas por una
parroquia”…Jesús es grande, dice el texto: “LO MIRÓ CON CARIÑO”, esto para
invitarle a ser santo, a ser feliz, a dejar de lado todo…”él puso mala cara y se alej
muy triste, porque poseía muchos bienes”.
Tiene razón Moisés, cuando en nombre de Dios habla con seriedad sobre cuál es la
intencin de Dios: “…escucha las leyes y decretos que yo les mando cumplir. Así
vivirán…No aadan ni quiten nada a lo que yo les mande…” (Dt.4,1-2.6-8).
¿Realmente me estorban, me incomodan las leyes o mandatos de Dios?, ¿cuánta
gente hoy en día vive sin un referente moral o sin parámetros éticos? Por eso es
que el mundo está como está, porque no le hace caso a Dios. ¿No será que así
queramos vivir dentro de la Iglesia?, ¿cuánta influencia hay de muchas tendencias
filosficas o seudo religiosas como la nueva era que quiere debilitar a la Iglesia?…
Hay, en el salmo 14 del día de hoy como una especie de “receta” o “requisitos” para
ser un auténtico hijo(a) de Dios, antecedido por la pregunta: “¿Seor, ¿quién puede
hospedarse en tu casa?”. Y el salmista termina diciendo: “El que así obra, NUNCA
FALLARÁ”.
¿Sabemos cuáles son, entre otras cosas, las razones de por qué deberíamos
aceptar las leyes de Dios?, Santiago en su carta nos la dice: “Todo beneficio y todo
don perfecto VIENE DE ARRIBA…para que seamos como las primicias de la
creación. Aceptemos dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es
capaz de salvarlos” (Stgo.1,17-18,21b-22.27).
Qué sería este mundo sin Dios, qué serían nuestras parroquias, nuestra Iglesia sin
Dios, qué serían nuestras relaciones fraternas sin Dios y sin sus leyes o mandatos,
qué serían nuestras decisiones sin Dios y sin ser iluminadas por su Espíritu…
Los fariseos y los escriban, se caracterizaban por el estricto cumplimiento de las
leyes mosaicas, y por hacer que otros las cumplan exactamente, cumplir por
cumplir. Esto es lo que a Jesús “le incomodaba” cuando le preguntaron al ver que
sus discípulos no se lavaban las manos, porque comían con manos impuras dijeron:
“¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradicin de los
mayores?” (Mc.7,1-8.14-15.21-23). Hace recordar, Jesús, lo que para muchos hoy
en día, puede estorbar, incomodar o tener esa actitud de rechazo: “este pueblo me
honra con los labios, pero su corazn está lejos de mí”, “nada que entre de fuera
puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al
hombre”.
Jesús le motivó al joven rico para que acepte las exigencias de Dios diciéndole:
“…así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme” (Mc.10, 21).
Ya es hora de vivir de cara a Dios, a su amor y a sus exigencias, aunque estas al
principio me puedan ser incómodas. No me puedo dar el lujo de vivir tanto tiempo
de espaldas a Dios y a lo que él quiere de mí, de ti y de todos: católicos y no
catlicos, creyentes y no creyentes, ricos o pobres…
Mateo 24, 13 dirá: “El que persevere hasta el final, ESE SE SALVARÁ”.
Las leyes de Dios, ¿me estorban o me hacen santo? Escoge tú, ¿qué dices?
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)