Pueblo sabio y sensato
La Biblia narra la historia de la salvación. Expresa las relaciones de Dios y la
humanidad como Pueblo. Relaciones, en extremo íntimas, pero difíciles, de
cercanía y rompimiento donde la fragilidad humana es característica
secuencial y la fidelidad de Dios es el eje trasversal que permite la
estabilidad, la renovación, el volver a la dirección correcta y darle
contenido, fuerza, visión cordial a toda la andadura.
Las lecturas de hoy nos hablan de un “Pueblo sabio y sensato” que sabe
escuchar la Palabra, más aún, la siembra en su corazón (Primera lectura).
Un Pueblo que reconoce a Dios en los excluidos y empobrecidos (Segunda
lectura). Un Pueblo que reconoce el origen del mal allí en su corazón y
aplica las leyes de la sanación (Tercera lectura).
Pueblo no es signo de estancamiento, sino de marcha. No es ubicarnos en el
pasado, sino irrumpir en horizontes nuevos. No es custodiar el pasado, sino
darle a la memoria toda la fuerza del futuro. No es ampararnos en leyes que
defienden privilegios, sino permitir una cobertura de pluralidad, diversidad y
respeto a las diferencias. Nos está haciendo falta una “religión que defienda
a las viudas y reivindique a huérfanos y empobrecidos”. Sólo así nos
libramos de intimismos y cultos vacíos.
Pueblo sabio y sensato es aquel que sabe traducir la Palabra en acciones,
aquel que nos habla de la cercanía de su Dios en la proximidad del prójimo,
aquel que sabe hablar con el corazón y siembra la Palabra en su conciencia
a tal punto, que su testimonio se hace evangelio legible en caracteres del
buen ejemplo, en la mesa compartida y en la opción por el más pobre. Esa
religión así vivida da sentido a la vida misma.
Cochabamba 02.09.12
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com