Sembrando paz
Tal vez no hay un deseo tan bien cultivado en el ser humano como éste de
conseguir la paz. Tener paz consigo mismo, con los demás, entre vecinos,
entre fronteras, países y sistemas. Las religiones que en sus mejores
convicciones deberían ser sembradoras de paz, han cambiado sus roles y
llevan en sus credos y rituales la lucha, la guerra que, contradictoriamente,
llaman santa.
El ser humanoes por naturaleza un ser de relaciones, de comunicación para
formar comunidad. La denuncia cruel, como estampido de salivazo
denigrante, la formaliza Santiago cuando dice: “Hay envidias y divisiones
entre ustedes”. Pareciera que el primer gesto, la primera palabra de una
comunidad en gestación es buscar el poder y esto genera la división y
suscita la envidia. No estamos tan lejos de esta realidad.
Santiago que hace el diagnóstico, nos da la medicina. Es la Sabiduría que
proviene “de lo alto” y siembra la paz. Santiago sabe para quién escribe y,
en forma radical, señala siete calificativos de esta Sabiduría: “Pura, amante
de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras,
constante, sincera”. Es peligroso quedarnos con la excusa de los Apóstoles:
“No entendían”.
Jesús se esfuerza en hacer entender a sus discípulos la verdad de la Cruz.
También es Sabiduría que viene de lo alto. Sí, de lo alto, es la Cruz. No
queda claro que los Apóstoles acepten, peor, comprendan esta realidad.
Jesús vive entre el rechazo de sus enemigos y la incomprensión de los
suyos. La madurez cristiana se mide por la aceptación gozosa de la Cruz de
su Maestro.
Cochabamba 23.08.12
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com