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Día litúrgico: Martes XXII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 4,31-37): En aquel tiempo, () había en la sinagoga un
hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes
voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a
destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó
diciendo: Cállate, y sal de él. Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él ().
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
El mal: ¿por qué existe si Dios es el Bien Infinito?
Hoy nos estremece la idea de la existencia del mal y la constatación de seres
(hombres, espíritus) capaces de actuar con desgarradora perversidad. Nuestros
tiempos son testigos de ello. Entonces, si Dios es el Bien Infinito, ¿puede Él haber
creado el mal? Si no lo ha creado, ¿de dónde procede?
El cristianismo responde que el mal es consecuencia del abuso de la libertad. El mal
no es una criatura nueva, algo que exista en sí mismo, sino que es —por
naturaleza— "ausencia de bien", una corrosión de la criatura. No es un ser (un
"alguien"), sino una negación. El mal es algo parecido a una planta parásita: vive
de lo que arrebata a otros y, al final, se mata a sí mismo igual que lo hace una
planta parásita cuando se apodera del hospedante y lo mata.
—Jesús, desde la Santa Cruz transformas el mal en bien. Has desposeído al diablo
de esa "arma" y con ella conquistamos la eternidad
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