Ciclo B. XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Julio César Villalobos, C.M.
Los sordos y ciegos también son sanados por Dios
Una historia que merece ser contada, a pesar de la incredulidad de muchos. Un
grupo de misioneros fueron a un pueblito de la sierra peruana para hablar a los
campesinos de Dios. Después de muchos meses de preparación en la fe, en la
doctrina, en la Sagrada Escritura, en la apertura para escuchar a los pobres, etc,
partieron contentos en busca de los preferidos de Dios, que son los pobres. Una
mañana les tocó visitar a una señora joven que había nacido sorda y muda. Ella fue
violada por dos varones, y fruto de esa violación, nacieron dos criaturas. Vive con
su Padre y juntos trabajan en la chacra. Cuando los misioneros se encontraron con
esta seora que le pondremos de nombre “Amalia”, le invitaron con gestos a
entregar su vida a Jesús, al Padre igual. Le invitaron para que se acerquen más a
Dios, como lo hizo la Virgen y los santos. Oraron por ella, el sacerdote que les
acompañaba le dio los santos óleos y al final sucedió lo que estás pensando: SÍ,
DIOS LE REGALÓ LA GRACIA DE HABLAR Y DE ESCUCHAR.
Para los miedosos, los incrédulos, los que piensan que ya nada tiene sentido
escuchen a Isaías: “Sean fuertes, no teman. Miren a su Dios que…viene EN
PERSONA A SALVARLOS” (Is.35,4-7ª). ¿Pensaste alguna vez que Dios se olvidó de
ti? Él siempre hace todo bien, se interesa por ti y quiere abrazarte y bendecirte.
Pero a pesar de todo esto hay gente que se pone una venda en los ojos para no
darse cuenta de que hay un Dios que está vivo, que ha subido a la Cruz por nuestra
salvación, que su tarea siempre será redimirnos (cf.1Tim.2,4). Hace falta estar
realmente “ciego(a)” para no darse cuenta lo bueno y maravilloso que es Dios con
todos sus hijos e hijas. Hay quienes, incluso se dan el lujo de “cerrar sus oídos”
para no escuchar a Dios que les habla constantemente.
Cuando Dios sale al encuentro de sus hijos e hijas, siempre esperará una
respuesta. ¿Cuál es tu respuesta?, ¿qué quieres decirle a Dios?, ¿qué quieres de Él?
Ojalá que nuestra respuesta sea siempre nuestra propia fe, y como dice Santiago,
que “no vaya unida a favoritismos” (Stgo.2,1-5). Quizás nuestras actitudes, a
veces, pueden desacreditar la fe que profesamos. Una vez escuché a un grupo de
protestantes que decían: “lo que pasa que ustedes los catlicos son hipcritas
porque no viven bien su fe”. Me pregunto: ¿no será que en cierto sentido tengan
razn?…¿Cuántas veces en nuestras propias parroquias juzgamos a otros por su
manera de ser, de vestir o de pensar y/o expresarse?, ¿esa es la Iglesia que Jesús
quiere?, ¿cuántos sordos hay que no quieren escuchar a Dios que les dice:
“conviértete y cree en el evangelio”?(cf.Mc.1,15).
Las manos de Jesús son poderosas, su amor es grande; y es que Dios es
TODOPODEROSO, es además una verdad de fe de nuestro Credo: “Creo en Dios
Padre Todopoderoso”. Marcos, en su evangelio nos presenta a ese Jesús que tiene
autoridad y poder, incluso sobre las enfermedades: “apenas podía hablar; y le
piden que le imponga las manos…le meti los dedos en los oídos…y le dijo: Effetá,
que quiere decir: ábrete” (Mc.7,31-37). Los paisanos de Jesús se admiraban por Él
mismo, lo alababan, a pesar de la prohibición de no hablar nada de lo que Jesús ha
hecho, no pudieron contener tanta bondad. Me encontré una vez con un amigo que
le compartía muchas maravillas de Dios, como Dios ha actuado en tanta gente, y él
me dijo: “Jesús nunca quiso que se dijera nada de esto a nadie, hay que ser
reservados”. Yo le contesté: “¿Dios acaso no quiere que se dé a conocer cuán
bueno es él?, ¿por qué callarse de tanta bondad de Dios?, ¿por qué no hablar, como
la Virgen de tantas maravillas que Dios obra?”.
Cuántos sordos y ciegos hay en este mundo. Cuánta gente necia que no quiere
darse cuenta de que Dios está siempre vivo. El final del evangelio de hoy es
interesante: “Y en el colmo del asombro decían: todo lo ha hecho bien; hace oír a
los sordos y hablar a los mudos”.
Los sordos y ciegos también son sanados por Dios.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)