XXIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Introducción a la semana
Domingo de contrastes y vivencias salvadoras. Santiago en su carta ejemplifica
la falta de caridad en la reunión litúrgica cuando la preferencia de Dios son los
desheredados de esta tierra. Isaías nos anima a no bajar los brazos, porque el
Dios al que le duele nuestro sufrir está siempre a nuestro lado. Y la mejor
prueba de ello es el evangelio de Marcos con el effetá de Jesús como signo de la
llegada del Reino, amén de curación liberadora que rompe el nudo de la
enfermedad y la postración. En territorio pagano. Con palabra efectiva.
En la semana tendremos ocasión de hacer memoria de los mártires dominicos en
Japón, del antioqueno Juan Crisóstomo (hoy diríamos Pico de oro) que vivió en
sus carnes el riesgo de predicar la verdad. Y dos memorias que pueden verse
como caras de una misma moneda: por una parte, la exaltación de la cruz
(¿exaltamos un instrumento de tortura o, mejor, al que por nosotros fue ahí
condenado como un bandido?) y, por otra, la advocación de María de los
Dolores, genuina imagen de la que, si es reina, es porque Stabat Mater, con su
Hijo, al pie de la cruz.
Los fragmentos de la I carta de Pablo a los Corintios, abordan parcialmente, los
tres casos de abusos a los que el apóstol hace frente. Comienza con el caso del
incestuoso, alude después al hecho de recurrir a tribunales civiles por carencia
de hermanos mediadores en la comunidad, aborda el tema del celibato y,
también, el asunto de la carne inmolada a los ídolos. Para concluir el viernes y el
sábado con una ferviente defensa de su quehacer predicador y una singular
evocación al misterio del pan y del cuerpo, es decir, de la iglesia de Dios.
En la franja de la segunda lectura, Lucas no deja lugar a dudas: en todo tiempo
hacer el bien, aunque sea sábado. Los momentos discretos, nocturnos, de
oración de Jesús, así como la elección de los suyos, es otro argumento de esta
semana. También tendremos las bienaventuranzas y malaventuranzas (sermón
de la llanura), el top evangélico del amor a los enemigos, y unas cortas
parábolas para cerrar el sábado. Seamos sensatos, recuperemos el sentido
común evangélico y construyamos sobre roca, la piedra angular de Jesús de
Nazaret.
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)
Con permiso de dominicos.org