EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Memoria de la Nuestra Señora de los Dolores
Carta a los Hebreos 5,7-9.
El dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas,
a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión.
Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué
significa obedecer.
De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para
todos los que le obedecen,
Salmo 31(30),2-3a.3bc-4.5-6.15-16.20.
Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
Líbrame, por tu justicia
inclina tu oído hacia mí
y ven pronto a socorrerme.
Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.
Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: "Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos".
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.
¡Qué grande es tu bondad, Señor!
Tú la reservas para tus fieles;
y la brindas a los que se refugian en ti,
en la presencia de todos.
Evangelio según San Juan 19,25-27.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer
de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo:
"Mujer, aquí tienes a tu hijo".
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el
discípulo la recibió en su casa.
Comentario del Evangelio por :
Papa Benedicto XVI
Encíclica « Spe salvi » § 50 (trad. © copyright Librería Editrice Vaticana
rev.)
Madre de la esperanza
Santa María..., el anciano Simeón te habló de la espada que traspasaría tu
corazón (cf. Lc 2,35), del signo de contradicción que tu Hijo sería en este mundo.
Cuando comenzó después la actividad pública de Jesús, debiste quedarte a un lado
para que pudiera crecer la nueva familia... de los que hubieran escuchado y
cumplido su palabra (Lc 11,27s). No obstante toda la grandeza y la alegría de los
primeros pasos de la actividad de Jesús, ya en la sinagoga de Nazaret
experimentaste la verdad de aquella palabra sobre el “signo de contradicción” (cf.
Lc 4,28ss). Así has visto el poder creciente de la hostilidad y el rechazo que
progresivamente fue creándose en torno a Jesús hasta la hora de la cruz, en la que
viste morir como un fracasado, expuesto al escarnio, entre los delincuentes...
Recibiste entonces la palabra: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19,26). Desde
la cruz recibiste una nueva misión. A partir de la cruz te convertiste en madre de
una manera nueva: madre de todos los que quieren creer en tu Hijo Jesús y
seguirlo. La espada del dolor traspasó tu corazón. ¿Había muerto la esperanza? ¿Se
había quedado el mundo definitivamente sin luz, la vida sin meta? Probablemente
habrás escuchado de nuevo en tu interior en aquella hora la palabra del ángel, con
la cual respondió a tu temor en el momento de la anunciación: “No temas, María”
(Lc 1,30). ¡Cuántas veces el Señor, tu Hijo, dijo lo mismo a sus discípulos: no
temáis!...
En la hora de Nazaret el ángel también te dijo: “Su reino no tendrá fin” (Lc
1,33). ¿Acaso había terminado antes de empezar? No, junto a la cruz... te
convertiste en madre de los creyentes. Con esta fe... te has ido a encontrar con la
mañana de Pascua. La alegría de la resurrección ha conmovido tu corazón y te ha
unido de modo nuevo a los discípulos...El “reino” de Jesús era distinto de como lo
habían podido imaginar los hombres. Este “reino” comenzó en aquella hora y ya
nunca tendría fin. Por eso tú permaneces con los discípulos (cf Ac 1,14)como madre
suya, como Madre de la esperanza.
"servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”