EL SEOR VIENE EN MI AYUDA”… DOCILIDAD Y MANSEDUMBRE
DEL “SIERVO DE YAHV”….. EL QUE CONFIA EN EL SEOR, SABE
QUE SALDRÁ TRIUNFANTE…. CAMINAR EN LA PRESENCIA DEL
SEOR, AMO AL SEOR….EL SEOR PROTEGE A LOS
SENCILLOS…¿DE QU LE SIRVE A UNO, HERMANOS MÍOS, DECIR
QUE TIENE FE, SI NO TIENE OBRAS?... EL QUE QUIERA VENIR DETRÁS
DE MÍ, QUE RENUNCIE A SÍ MISMO, QUE CARGUE CON SU CRUZ Y ME
SIGA.
Reflexión desde las Lecturas del Domingo XXIV Ciclo B
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. NO RETIRÉ MI ROSTRO CUANDO ME ULTRAJABAN Y
ESCUPÍAN. (Is 50, 5-9) . ANTE EL MISTERIO DE LA CRUZ, JESÚS
NO SE ECHA ATRÁS (Mc 8, 27-35)
Con el domingo vigésimo cuarto llegamos al final de la primera parte del evangelio
de Marcos. Una vez reconocido como Mesías por Pedro, Jesús precisa de qué tipo
de Mesías se trata: es el “Siervo de Yahvé” que se entrega en obediencia a los
planes del Padre confiando totalmente en su protección (Is 50, 5-9) . El discípulo no
sólo debe confesar rectamente su fe a un Mesías crucificado y humillado, sino que
debe seguirle fielmente por su mismo camino de donación, de entrega y de renuncia.
Todo lo que sea salirse de la lógica de la cruz es deslizarse por los senderos de la
lógica satánica.
Una vez desvelado el destino de sufrimiento y muerte que le corresponde como Hijo
del Hombre, Jesús emprende su camino hacia Jerusalén, lugar donde han de
verificarse los hechos por Él mismo profetizados. A lo largo de este camino Jesús va
manifestando más abierta y detalladamente su destino doloroso y el estilo que deben
vivir sus seguidores.
Ante el misterio de la cruz, Jesús no se echa atrás. Al contrario, se ofrece libre y
voluntariamente, se adelanta ofrece la espalda a los que le golpean. En el evangelio
de hoy aparece el primero de los tres anuncios de la pasión: Jesús sabe
perfectamente a qué ha venido y no se resiste. ¿Acepto yo de buena gana la cruz
que aparece en mi vida? ¿O me rebelo frente a ella?
La raíz de esta actitud de firmeza y seguridad de Jesús es su plena y absoluta
confianza en el Padre. “ Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé
confundido” (Is 50, 5-9) . Si tenemos que reconocer que todavía la cruz nos echa para
atrás es porque no hemos descubierto en ella la sabiduría y el amor del Padre. Jesús
veía en ella la mano del Padre y por eso puede exclamar: sé muy bien que no seré
defraudado (Is 50, 5-9) . Y esta confianza le lleva a clamar y a invocar al Padre en su
auxilio.
Al fin y al cabo, nuestra cruz es más fácil: se trata de seguir la senda de Jesús, el
camino que Él ya ha recorrido antes que nosotros y que ahora recorre con nosotros.
Pero es necesario cargarla con firmeza. La cruz de Jesús supuso humillación y
desprestigio público, y es imposible ser cristiano sin estar dispuesto a aceptar el
desprecio de los hombres por causa de Cristo, por el hecho de ser cristiano. “ Porque
el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la
Buena Noticia , la salvará".
2. PRIMERA LECTURA
Sólo la confianza puesta en Dios permite afrontar el desprecio y el ataque que recibe
el servidor del Señor. No hay condena para este servidor, porque quienes lo atacan
no perdurarán; en cambio, el servidor vivirá con Dios.
Lectura del libro de Isaías Is 50, 5-9a
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a
los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no
retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi
ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el
pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Está cerca el que me hace
justicia: ¿quién me va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos! ¿Quién será
mi adversario en el juicio? ¡Que se acerque hasta mí! Sí, el Señor viene en mi
ayuda: ¿quién me va a condenar?
Palabra de Dios
3. CARÁCTER PERSONAL DE ISAÍAS.
En la reflexión del domingo 23 hablamos sobre quien es Isaías, en esta reflexión nos
referimos al carácter personal de Isaías, profeta dotado de excepcionales
condiciones humanas por su genio y su educación literaria esmerada, es así como
Isaías figura a la cabeza de todos los profetas del Antiguo Testamento.
En primer lugar, Isaías se ve en su persona una gran firmeza de carácter, que le
hace no titubear en los grandes momentos de su vida profética. Enfrentado con
situaciones críticas para su nación, siempre se mantuvo a una altura de
independencia de carácter que le liberaba de todo compromiso político humano. En
los primeros años de su carrera profética hace frente a las artimañas del impío Acaz,
y cuando ya está en el trono un rey profundamente religioso como Ezequías, el
profeta se mantiene dignamente alejado de todo lo que pueda empañar su libertad
de acción religiosa. Isaías, fustiga los vicios antiguos de propensión a la idolatría y
hace frente a la frivolidad de los cortesanos, los cuales derrochan en lujos, mientras
que los pobres y desheredados no tienen lo necesario para la vida.
También Isaías castiga la falsa religiosidad de los que pretenden cubrirse ante Dios
con sacrificios y ofrendas en el templo. Todo ello no tiene valor para el profeta
mientras no haya contrición de corazón y comprensión de las necesidades del
prójimo. En su primera visión inaugural ya nos da un avance de lo que ha de ser su
misin como profeta. Ante la majestad del Dios “santo” se siente impuro, habitando
en un pueblo de “labios impuros.” Todo su libro puede resumirse en la frase “Sin
será redimida por la rectitud.” Slo una conversin de los corazones a Dios puede
cambiar la perspectiva de castigo que se cierne sobre el pueblo de Judá. Esta es la
“tesis” de su predicacin, mantenida con entereza. Es el alma de la reforma de
Ezequías. Entregado profundamente a su misión de profeta, mantiene siempre un
equilibrio de carácter varonil, que se refleja en su estilo a la vez ponderado y
brillante. Su carácter “visionario” parece templado por el razonamiento lógico. Pero,
no obstante, su estilo es arrebatador y enérgico, sin ser afectivo como Jeremías.
4. FORTALECIDO CON LA CERTEZA DE QUE EL SEÑOR ESTÁ
CERCA DE ÉL.
Este fragmento de la Liturgia de hoy, esta inserto en el “Tercer canto del Siervo de
Yahvé”. La misteriosa figura del “siervo” (¿un profeta?, ¿el pueblo de Israel?) está
presentada como la de un discípulo fiel. El Señor le ha hecho capaz de escuchar la
Palabra; “El Seor abri mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás”, que le
dirige a diario a fin de que la transmita a los hombres de su tiempo, en los cuales han
disminuido la fuerza y la confianza; “El Señor, Yahvé, me ha dado lengua de
discípulo para saber sostener con palabras al cansado Cada mañana despierta mis
oídos para que oiga como discípulo” (Is 50, 4). La fidelidad del discípulo a la misión
recibida encuentra la oposición de aquellos a quienes ha sido enviado. Latigazos,
ultrajes insultos y salivazos: la persecución se ensaña con la persona del anónimo
siervo, pero él no se echa atrás; “Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis
mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me
ultrajaban y escupían” , fortalecido con la certeza de que el Señor está cerca de él.
No verá decepcionada su confianza: por eso puede hacer frente a sus enemigos de
manera resuelta; “Pero el Seor viene en mi ayuda: por eso, no quedé
confundido” e incluso desafiarles llamándoles a juicio; “Está cerca el que me
hace justicia: quién me va a procesar?” . El Señor le ayuda; ¡Que se acerque
hasta mí! Sí, el Seor viene en mi ayuda” y le hace justicia; ¿quién me va a
condenar? Todo intento perverso de acusar y condenar al siervo resultará vano,
porque Dios es testigo y garante de su justicia e inocencia.
5. DOCILIDAD Y MANSEDUMBRE DEL SIERVO DE YAHVÉ
En este nuevo fragmento se ensalza sobre todo la docilidad y mansedumbre del
Siervo de Yahvé, juntamente con su perseverancia, a pesar de todos los malos
tratos que le acarrea su ardua misión de pregonar la ley de Dios en medio de su
pueblo y entre las gentes.
El Siervo se ha entregado de lleno a la obra que le ha encomendado el Señor, y por
eso repite dócilmente lo que se le ha revelado, pues Yahvé le ha dado una lengua de
discípulo (Is 50, 4), dócil, entrenada y experta para transmitir el mensaje que Dios le
comunicara a su pueblo. Y su labor en esta fase se va a concretar sobre todo en
sostener con palabras al cansado, al descorazonado y fatigado en la senda de la ley
de Dios ante las dificultades y contrariedades de la vida. La misión del Siervo, pues,
es confortar al miedoso, al débil, al que desconfía de las promesas del Señor, a
aquellos que en llamaba “caña cascada y mecha humeante,” (Is 42,3) porque
todavía tienen un rescoldo de fe y de esperanza.
“El Seor abri mi oído”. Es una locución enfática para mostrar que la asistencia de
Dios con sus revelaciones es constante y reiterada, y, por otra parte, insinúa la
docilidad del Siervo en prestarse desde la mañana a continuar su ardua misión de
adoctrinamiento: “yo no me resistí ni me volví atrás” . no elude el mandato que se le
confía, sabiendo que las dificultades serán muchas y grandes; “mi espalda a los que
me golpeaban y mis mejilla”. Sufrirá toda clase de afrentas.
6. EL QUE CONFIA EN EL SEÑOR, SABE QUE SALDRÁ
TRIUNFANTE.
No obstante, por grave que sea la situación y grandes las dificultades y
contradicciones, el Siervo se mantendrá en su puesto, porque sabe que tiene al
Señor a su lado. Es consciente de su misión divina, y, por tanto, sabe que al fin ha
de triunfar totalmente en su cometido y que nunca será confundido; “Pero el Seor
viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido” , ya que Dios no defrauda a
sus fieles en sus promesas. “sé muy bien que no seré defraudado. Esta seguridad
de tener al Señor a su lado le ha dado una fortaleza extrema: “por eso, endurecí mi
rostro como el pedernal” , los malos tratos e injurias nada podrán hacer en su
temple curtido, como el duro pedernal. Tan seguro se siente, que emplaza a sus
litigantes ante el tribunal de Dios: “Comparezcamos todos juntos!”. Está seguro
de que, teniendo al Señor a su lado, nadie podrá dar un veredicto en contra: “quién
me condenará?” El que confía en el Señor, sabe que saldrá triunfante.
7. SALMO, “CAMINAR EN LA PRESENCIA DEL SEOR”.
En medio del dolor, viene la ayuda del Señor, por eso el salmo canta la gratitud de
quien se siente socorrido por Dios.
Sal 114, 1-6. 8-9
R. Caminaré en la presencia del Señor.
Amo al Señor, porque él escucha el clamor de mi súplica, porque inclina su
oído hacia mí, cuando yo lo invoco.
Los lazos de la muerte me envolvieron, me alcanzaron las redes del Abismo,
caí en la angustia y la tristeza; entonces invoqué al Señor: "¡Por favor, sálvame
la vida!"
El Señor es justo y bondadoso, nuestro Dios es compasivo; el Señor protege a
los sencillos: yo estaba en la miseria y me salvó.
Él libró mi vida de la muerte, mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída.
Yo caminaré en la presencia del Señor, en la tierra de los vivientes.
8. “AMO AL SEOR, PORQUE L ESCUCHA EL CLAMOR DE MI
SÚPLICA”,
Este salmo eucarístico nos describe la liberación de un inminente peligro de muerte
como consecuencia de una enfermedad. El salmista, liberado de un peligro de
muerte; “Él libr mi vida de la muerte, mis ojos de las lágrimas y mis pies de la
caída”.
Reconocido a los beneficios recibidos, el salmista declara su amor para con el
Señor, que nunca ha desoído sus plegarias; Amo al Señor, porque él escucha el
clamor de mi súplica”, pero ahora esto tiene un particular sentido, ya que el Señor
le ha dispensado una gracia excepcional al salvarlo de un peligro grave de muerte a
causa de una enfermedad que no especifica. En el momento crítico de su vida, el
Señor inclino sus oídos hacia él desde el cielo para recibir y despachar su ansiosa
súplica. porque inclina su oído hacia mí, cuando yo lo invoco”.
En efecto, se hallaba en angustia mortal, pues habían hecho presa de él los lazos de
la muerte, “Los lazos de la muerte me envolvieron”, que en el lenguaje bíblico
significan las enfermedades. El salmista se hace eco de la opinión popular
tomada de los babilonios de que las enfermedades son emisarios de la región de
los muertos para poblarla con nuevos inquilinos. Poéticamente, el salmista presenta
a la muerte y del abismo como dos cazadores al acecho de vidas humanas,
poniendo lazos enfermedades para que éstos caigan en ellos. “Los lazos de
la muerte me envolvieron, me alcanzaron las redes del Abismo, caí en la
angustia y la tristeza; Pero bastó la invocación confiada al Señor; “entonces
invoqué al Señor: "¡Por favor, sálvame la vida!" para verse libre de su crítica
situación, pues el Dios de Israel tiene predilección por los sencillos y humildes que
confían en El.
El salmista ha sentido la mano bienhechora de su Dios, y de nuevo quiere volver a la
quietud para darle gracias sin ansiedades ni sobresaltos. Recuperada la salud y
alejado el peligro de ir a la tierra de los muertos, el salmista tiene el firme propósito
de conformar su vida a la ley divina; Caminaré en la presencia del Seor”, en su
existencia terrena: en la tierra de los vivientes” que son los únicos que pueden
cantar las alabanzas a Dios y reconocer sus beneficios.
9. SEGUNDA LECTURA
La fe no es una excusa para desentenderse de las necesidades de los hermanos y
de las hermanas. Por el contrario, la fe sólo se manifiesta en las obras concretas que
hacemos por aquellos que padecen alguna necesidad. Conocida y repetida por
nosotros es la expresión usada respecto a los pobres: "Los pobres no pueden
esperar", porque según la promesa de Jesús a Judas "los tendremos siempre con
nosotros".
Lectura de la carta de Santiago 2, 14-18
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?
¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un
hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice:
"Vayan en paz, caliéntense y coman", y no les da lo que necesitan para su
cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está
completamente muerta. Sin embargo, alguien puede objetar: "Uno tiene la fe y
otro, las obras". A éste habría que responderle: "Muéstrame, si puedes, tu fe
sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe".
Palabra de Dios.
10. LA FE: SI NO VA ACOMPAÑADA DE LAS OBRAS, ESTÁ
COMPLETAMENTE MUERTA
El tema de las relaciones entre la fe y las obras es el punto central de la Carta de
Santiago. En el capítulo 1:19- 27 ha enseñado Santiago que no basta con escuchar
la palabra, sino que hay que cumplirla. Y en la primera parte del capítulo 2:1- 13 ha
insistido en que no se puede creer en Cristo y ser aceptador de personas. Ahora, en
la lectura que leemos hoy, pasa a desarrollar la tesis de que la fe sin las obras es
incapaz de salvarnos.
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? En
este versículo, se enuncia claramente la tesis de que la fe sin las obras no vale para
salvar al hombre, dándole una forma un tanto dramática mediante dos interrogaciones.
Santiago no pone en duda la necesidad de la fe para la salvación, antes bien, la
supone. Lo que quiere decir es que la adhesión a Cristo mediante la fe no ha de ser
puramente teórica, sino que se ha de manifestar en las obras. El fiel que se contenta
con las buenas palabras, sin practicar las obras de misericordia para con sus hermanos
cristianos, se jacta de una fe a la que falta una cualidad esencial para ser eficaz en
orden a la salvación.
Esta doctrina de Santiago está en perfecta conformidad con el Evangelio, en donde
Cristo enseña que “no todo el que dice “Seor, Seor!” entrará en el reino de
los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos” (Mt
7,21). Por consiguiente, la fe en Dios no aprovechará si no va acompañada con la
observancia de los mandamientos. El que cree en Dios y no cumple su voluntad, se
hace culpable de mayor castigo, según enseña el mismo Cristo: “Aquel siervo que,
conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a
su voluntad, recibirá muchos azotes”; (Lucas 12, 47)
La fe de la que habla la Carta, es la virtud teologal de la fe. Consiste esta virtud en la
adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la autoridad de Dios revelante. Algunos
cristianos, aunque poseían esta fe, se preocupaban poco del cumplimiento de las
obras de caridad, creyendo que podían salvarse sin su cumplimiento. Santiago
afirma con toda claridad que es necesario su cumplimiento para poder salvarse.
El autor sagrado no se refiere aquí a las obras exteriores de la Ley mosaica, sino a
las obras buenas en general. Las obras de que nos habla Santiago no son las obras
legales, es decir, el cumplimiento de la Ley mosaica, sino las obras buenas de
caridad. La fe sin las obras es fe muerta, no porque las obras sean la causa de la
vida de la fe, sino porque manifiestan al exterior esa vida. Cuando el cristiano no
ejecuta obras de caridad, muestra que su fe está muerta y que, por lo tanto, no le
podrá salvar, ya que la salvación supone la vida de la gracia, y ésta no puede ser
efecto de una cosa muerta.
11. ¿DE QUÉ LE SIRVE A UNO, HERMANOS MÍOS, DECIR QUE
TIENE FE, SI NO TIENE OBRAS?
Existe una preocupación central en la carta de Santiago: el quiebre que opone, por
una parte, a la Palabra de Dios escuchada y la fe proclamada y, por otra, la vida
cotidiana. Se trata de una fractura que no sólo impide conseguir la salvación: ¿De
qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?
¿Acaso esa fe puede salvarlo? , sino que procura la muerte produciendo la ilusión
de lo contrario.
Este pasaje ha sido leído por algunos equivocadamente como antítesis a la teología
paulina de la salvación por mediación exclusiva de la fe. En realidad, es más
correcto leer las vigorosas afirmaciones de Santiago como una llamada lanzada a los
que, radicalizando las palabras de Pablo, las tergiversan, como si la relación con
Dios se agotara en una adhesión interior a él. La fe auténtica, por el contrario, no
puede dejar de manifestarse en gestos de amor, que obedecen a la Palabra del
Señor. De otro modo, la fe resulta ineficaz, falsa: una ilusión: "Muéstrame, si
puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te
demostraré mi fe". Igualmente, sería inexistente -si no sarcástico- un amor
afirmado de palabra que no prestara ayuda concreta a la persona amada: ¿De qué
sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el
alimento necesario”
Santiago se sitúa aquí en la misma línea que la parábola narrada por Mateo ; “Porque
tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y
me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la
cárcel, y vinisteis a verme…… "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con
uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." (Mateo 25, 35 al
45), es decir reconoce como seguidores de Jesús a los que, aun sin tener una fe
explícita en su presencia, han socorrido a los necesitados, a los desamparados, a los
despreciados... en sus necesidades. El apóstol Juan dice de una manera sintética en su
primera carta: “Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según
la verdad” (1 Juan 3, 18 ). La fe o se traduce en vida de amor o simplemente no existe.
Mientras que las obras revelan la fe de quien las realiza -sea consciente o inconsciente
de lo que hace, no es verdad lo recíproco; "Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras.
Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe".
La salvación, por tanto, es don de Dios que ha de ser acogido creyendo en él, y las
obras constituyen la respuesta positiva del hombre a ese don.
12. EVANGELIO
Jesús es reconocido como Mesías. Él mismo nos muestra su verdadero mesianismo.
No es el Mesías autoritario, ni el Mesías del éxito aparente, sino el que como el
servidor de Yahvé, sufrirá el rechazo y la oposición. Él es fiel y coherente con su
misión, aunque esto traiga como consecuencia el ataque de los poderosos y de los
falsos Mesías. Como Pedro, también nosotros nos vemos tentados de abandonar el
camino del Reino, para no tener que sufrir el rechazo. Cuando la cruz es la
consecuencia de ser fieles al Reino, no es un fracaso, sino que es camino para la
vida.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 27-35
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesárea de Filipo, y en el
camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le
respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
alguno de los profetas". "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro
respondió: "Tú eres el Mesías". Jesús les ordenó terminantemente que no
dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre
debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y
los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres
días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte,
comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus
discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque
tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Entonces
Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera
venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y
por la Buena Noticia , la salvará".
Palabra del Señor.
13. CRISTO SE DIRIGE “A LAS ALDEAS DE CESÁREA DE FILIPO
Marcos sitúa esta escena cuando Cristo se dirige “a las aldeas de Cesárea de Filipo.
Marcos, lo mismo que Lucas, sólo traen en este lugar el relato que hacen los apóstoles
sobre quién dicen las gentes que sea Él, y la confesión de Pedro proclamando que
Jesús es “el Cristo,” el Mesías. Ambos traen también la prohibicin que les hace para
que no digan que Él es el Cristo. Mira siempre a evitar exaltaciones mesiánicas
prematuras.
Aunque en diversas escenas anteriores, relatadas por Marcos, los “endemoniados” lo
proclaman Mesías, en los apóstoles se ve un retraso en su comprensión. Puede ser
que haya escenas “anticipadas” o a las que se les haya prestado un contenido
posterior, ya que, en los “endemoniados,” el objetivo directo es la supremacía de Cristo
sobre los demonios, con lo que el mesianismo se presenta en Israel: así al reconocerlo
ellos y vencerlos, se acusaba, literariamente, aún más su triunfo.
14. "¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE SOY YO?"
Es en este lugar de Cesárea de Filipo, es el momento cuando Jesús, dirigiéndose a los
discípulos, les hace abiertamente esta pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo?
Jesús no lo ignoraba por su conocimiento sobrenatural, pero también lo que pensaba la
gente de El lo sabía, como los apóstoles, por el rumor popular. ¿Por qué les pregunta
primeramente a ellos lo que piensan de El las gentes?
El contacto de los apóstoles con las muchedumbres a causa de la predicación y
milagros de Jesús les había hecho recibir toda clase de impresiones en torno a esto.
Las que recogieron eran éstas: Unos, que Juan Bautista; otros, que Elías, y otros, que
uno de los profetas. Jesús, para unos, era Juan Bautista, sin duda resucitado, como
sostenía el mismo Herodes Antipas. Pues esta opinión había cobrado cuerpo entre el
pueblo, ya que Lucas mismo dice que Antipas estaba preocupado con la presencia de
Jesús, puesto que algunos decían que era Juan, que había resucitado de entre los
muertos (Lc 9:7).
15. "ALGUNOS DICEN QUE ERES JUAN EL BAUTISTA; OTROS,
ELÍAS; Y OTROS, ALGUNO DE LOS PROFETAS"
Para otros, Jesús era Elías. Lucas recoge en otro lugar esta creencia popular. Jesús
era, para diversos grupos, Elías, que había aparecido (Lc 9:8). Según la estimación
popular, Elías no había muerto, y debía venir para manifestar y ungir al Mesías.
Otros piensan que fuese Jeremías (Mateo). El profeta Jeremías era considerado como
uno de los grandes protectores del pueblo judío, sobre todo por influjo del libro II de los
Macabeos (2:1-12). Pero no pasaba por un precursor del Mesías. Mateo ya hizo
referencia a él (2:17). Acaso se lo cita por el simple prestigio que tenía en el judaísmo,
y del que se podrían esperar cosas extraordinarias.
Por último, sin saber a ciencia cierta quién sea, para muchos era algún profeta de los
antiguos, que ha resucitado (Lucas). Era el poder milagroso de Jesús el que los hacía
creer en la resurrección de un muerto (Mt 14:2; Mc 6:14).
No deja de extrañar el que los apóstoles no citen, tomado de la opinión de las gentes,
el que El fuese o pudiese ser el Mesías.
16. "Y USTEDES, ¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?"
Así fue como ellos le respondieron: “Algunos dicen que es Juan el Bautista; otros,
Elías; y otros, alguno de los profetas” . Y Jesús preguntó, "Y ustedes, ¿quién dicen
que soy yo?"
Por eso, después de oír lo que las gentes pensaban de El, se dirige a los apóstoles
para preguntarles abiertamente qué es lo que, a estas alturas de su vida y de su
contacto de dos años con El, han captado a través de su doctrina, de su conducta, de
sus milagros. Era un momento sumamente trascendental. Si no fuera que Jesús tenía
un conocimiento de todo por su ciencia sobrenatural, se diría que esperaba impaciente
la respuesta de sus apóstoles.
Los tres sinópticos no dicen la respuesta que hayan podido tener éstos. Sólo recogen
la respuesta que le dirigió Pedro. Todos los detalles se acumulan en la narración de
Mateo para indicar no sólo la precisión que interesa destacar, sino con ella acusar la
solemnidad del momento y la trascendencia del acto.
17. PEDRO RESPONDIÓ: "TÚ ERES EL MESÍAS".
Mientras Marcos y Lucas presentan sin más a Pedro, Mateo lo precisa ya de antemano
como Simón Pedro. En efecto, Pedro tenía por nombre Simón (Mateo 4:18 y par.). En
Juan se lee que Jesús, al ver por vez primera a Simón, le anunció que será llamado
Pedro (Jn 1:42). Ya desde un principio, Jesús puso en Simón la elección para Pedro,
para ser piedra El conservar aquí los dos nombres es sumamente oportuno.
La confesión de Pedro es expresada así: Pedro respondió: "Tú eres el Mesías" . Aquí
se confiesa por Pedro la mesianidad y la divinidad de Jesús. Al decir que es el Mesías,
indica su relación supereminente de autoridad con Dios el Padre que lo envía.
Pedro, desde su primer encuentro con Jesús, deja al descubierto, por una parte, la
amistad no disimulada del Maestro, y por otra, la entrega sin reservas a su servicio o
compañía, es así como Pedro sabe quien es Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.
18. JESÚS LES ORDENÓ TERMINANTEMENTE QUE NO
DIJERAN NADA ACERCA DE ÉL
En este fragmento del Evangelio de Marcos, Jesús solo le dice: “Jesús les orden
terminantemente que no dijeran nada acerca de él” , sin embargo según Mateo (Mt
16:13-20), Jesús le dijo: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan!, porque eso no te lo ha
revelado ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos.
La respuesta de Jesús tiene dos partes bien marcadas: la primera es una felicitación a
Pedro por la revelación tenida. La felicitación de Jesús a Simón es porque esta
confesión no se la reveló ni la carne ni la sangre, con la que se expresa el ser humano.
Tal era la grandeza de este misterio, que su revelación se la hizo su Padre celestial. Se
trata, pues, de un misterio desconocido a Pedro, y un misterio que no podía, sin
revelación, ser alcanzado por la carne y sangre el hombre Entonces, este
conocimiento no es por su capacidad humana, es un don de Dios. En efecto, Pedro
alcanzó este conocimiento por la fe.
Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. Los tres
sinópticos añadirán, después de esto, que Jesús prohibió a los discípulos que a nadie
dijesen que El era el Mesías, Dada la efervescencia mesiánica que había, y que se
había ya manifestado en orden a Jesús, hasta querer las multitudes arrebatarlo para
llevarlo a Jerusalén y proclamarle, sin duda en el templo, “Rey,” Mesías (Jn 6:15), se
imponía no contribuir a excitar a las gentes ni precipitar los acontecimientos. Había que
esperar la hora de Dios.
19. JESUS COMENZÓ A ENSEÑARLES
“Y comenz a ensearles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser
rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas”. Marcos resalta
(es el único que lo dice), que Jesús les enseñaba sobre la predicción de; su pasión y
muerte con mucha claridad. Otro detalle del Señor es que le anuncia “resucitar después
de tres días”, en otros relatos aparece como “en el tercer día.” Claramente les hablaba de
esto. Era un momento ya oportuno. Había que corregirles el concepto erróneo del medio
ambiente. No era el Mesías político nacionalista que los judíos y ellos esperaban (hechos
1:6).
Era el Mesías profético del dolor: el “Siervo de Yahvé” de Isaías. Por eso les anuncia:
Que éste es el plan de Dios, para esto ha de ir a Jerusalén: “No puede ser que un
profeta muera fuera de Jerusalén” (Lc 13:33), y que allí será condenado por “los
ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas” (Mateos), además allí “sufrirá mucho” y
será “entregado a la muerte.” Pero “al tercer día resucitará.
20. "¡RETÍRATE, VE DETRÁS DE MÍ, SATANÁS!
Entonces “Pedro, llevándolo aparte, comenz a reprenderlo” y trató de
disuadirlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos; “lo reprendió,
diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de
Dios, sino los de los hombres".
La respuesta de Jesús a Pedro es que no sea para El un Satanás, el gran enemigo del
reino. Por eso, la proposición de Pedro, nacida de ignorancia y de afecto, era para el
Señor un obstáculo de seguirla, para no cumplir el mesianismo de dolor, que era el
plan del Padre. No es de extrañar en Pedro una dificultad para aceptar aquellas
profecías de Jesús. Pedro conocía y confesaba la mesianidad de Jesús, pero algo
deformada por los prejuicios rabínicos que el antes había oído sobre un Mesías
triunfador y nacionalista, entonces no le era fácil aceptar la imagen de un Mesías
doliente, humillado y crucificado por los jefes de la nación. Así es como Jesús le hace
ver que habla al modo humano y, que elude el dolor.
Jesús debía padecer y morir, ese era el Plan de Dios, pero ese sufrimiento había de
ser la causa de nuestra salvación.
Como a Pedro, nos sucede lo mismo, el no entendía las cosas de Dios, del mismo
modo, por no situarnos en el Plan del Padre, se nos hace difícil entender sus obras.
Tenemos necesidad de despojarnos de los criterios del hombre y adoptar solo y
únicamente el de Jesucristo.
21. EL QUE QUIERA VENIR DETRÁS DE MÍ, QUE RENUNCIE A
SÍ MISMO, QUE CARGUE CON SU CRUZ Y ME SIGA.
En este fragmento del Evangelio, Cristo nos hace reflexionar profundamente, El
advierte a la muchedumbre y a sus discípulos sobre cuales son las condiciones que
deben tenerse en cuenta para seguirlo. "El que quiera venir detrás de mí, que
renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Las advertencias van dirigidas
a los que quieran ingresar en su reino. Es verdad que, si la invitación se hace a las gentes
que les seguía, también se hace a los discípulos, lo que parecería dársele un valor no sólo
de ingreso, sino de actividad ya en el reino. Será lo que haga, destacando más este
aspecto moralista, al decir que es necesario negarse a sí mismo cada día (Lc 9:23), sin
duda incluido en la invitación de Marcos al ingreso en el reino. Dice el Señor; que
cargue con su cruz y me siga” . Las escenas de crucifixiones no eran raras en aquel
tiempo. La imagen se evocaba del medio ambiente. Pero no sería improbable que aquí el
“tomar su cruz” y “sígame” esté matizado por el ejemplo de Cristo en la Vía Dolorosa.
22. EL QUE PIERDA SU VIDA POR MÍ Y POR LA BUENA
NOTICIA, LA SALVARÁ
El motivo por el que ha de perderse la vida, si fuere preciso, “el que pierda su vida
por mí”, es “por el Seor”. Se seala en los Evangelios de Mateo y Lucas, “por mi
causa, y este fragmento Marcos añade también por la Buena Noticia” , es decir por
Evangelio, de alguna forma se ve ya la aplicación de esta enseñanza de Cristo ante
persecuciones cristianas.
Marcos, del mismo modo como lo hacen Mateo y Lucas, destaca la importancia de la
persona de Cristo. Por El ha de perderse, si es preciso, la vida. Esto da a Cristo,
máxime en todo el contexto, un valor de trascendencia: todo ha de subordinarse a El.
Se habla aquí de “Perder su vida ” Algunas traducciones ponen; “Alma” ya que es el
conocido semitismo que significa “vida.” Dice el Evangelio de Mateo: ¿qué puede dar
el hombre a cambio de su vida? (Mt 16,16), este un proverbio. Pero en el caso
presente según el Evangelio de Marcos, este se refiere a la vida eterna. “ El que
pierda su vida por mí….la salvará".
El Señor les Bendiga, Cristo Jesús, viva en nuestros corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Muchas veces dijo Jesús a la gente: “El que tenga oídos, que oiga”.
Reflexión a las Lecturas del Domingo XXIV Ciclo B
Publicado en este link: PALABRA DE DIOS
Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén
Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P.
Comentarios a las Epístolas Paulinas, por Lorenzo Turrado.
Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.
Lectura de la Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.)
Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.
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caminandoconjesus@vtr.net