Comentario al evangelio del Sábado 22 de Septiembre del 2012
Se dice en castellano de los que se meten a discutir cosas inútiles y muy enrevesadas que se meten
en cuestiones “bizantinas”. Es que parece ser que a los bizantinos les gustaba discutir y dialogar horas
interminables aunque fuese de cosas tan inútiles como el sexo de los ángeles. Leyendo la primera
lectura de este día, parece que en la comunidad de los corintios, también había muchos bizantinos a los
que les gustaba dedicarse a discutir sobre cuestiones “bizantinas”. Porque el tema de la resurrección da
mucho de sí. Si vamos a resucitar, ¿qué resucita: nuestra alma o nuestro cuerpo? Y si resucita nuestro
cuerpo, ¿qué cuerpo va a ser: el que tenemos ahora o uno nuevo? Pablo trata de dar una respuesta pero
todo se queda en atisbos, intuiciones, ideas difíciles de explicar en la realidad que nos toca vivir. ¿Qué
es eso del hombre celestial?
En el fondo, lo que nos quiere decir es que más allá de hablar de lo que no sabemos, y
posiblemente no sabremos nunca, creemos en Jesús. Creemos que Dios le ha resucitado a una vida
nueva y plena. Y creemos que Dios nos resucitará a nosotros también a una vida nueva y plena. Por
eso, vivimos en la esperanza, porque creemos en un Dios de vida, que da y regala la vida a todos los
vivientes. Y viviendo así es como somos ya esos hombres y mujeres nuevos, capaces de vivir la
fraternidad y el amor con todos. Igual que Dios.
La fe es la semilla que se ha sembrado en nuestro corazón. Como en la parábola del Evangelio, la
Palabra de vida y esperanza ha sido sembrada en nosotros. Ahora es tarea nuestra acogerla, vivirla,
hacerla crecer, multiplicarla, para que llegue a los corazones de todos, para que la fraternidad del Reino
no sea un sueño imposible, convertido muchas veces en una pesadilla horrible, sino una experiencia de
vida. Para que nadie se sienta excluido de la mesa del banquete del Reino. Vivir es así es dejarse de
cuestiones “bizantinas” y aterrizar en la vida de cada día. Porque lo que Jesús nos pide no es divagar
por los cielos sino transformar las relaciones con nuestros vecinos, acoger a los excluidos, compartir el
pan con el hambriento, hacer que la justicia llegue a todos... Estas son las cuestiones “reales” en las
que nos tenemos que comprometer los seguidores de Jesús.
Fernando Torres Pérez cmf