EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Fiesta de San Mateo, Apóstol y Evangelista
Carta de San Pablo a los Efesios 4,1-7.11-13.
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna
de la vocación que han recibido.
Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por
amor.
Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que
ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida.
hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.
Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en
todos.
Sin embargo, cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que
Cristo los ha distribuido.
El comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores
del Evangelio, a otros pastores o maestros.
Así organizó a los santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del
Cuerpo de Cristo,
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios,
al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de
Cristo.
Salmo 19(18),2-3.4-5.
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol.
Evangelio según San Mateo 9,9-13.
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa
de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y
pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.
Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con
publicanos y pecadores?".
Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del
médico, sino los enfermos.
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo
no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
Comentario del Evangelio por:
Ruperto de Deutz (hacia 1075-1130), monje benedictino
Las obras del Santo Espíritu, IV, 14
El recolector de impuestos liberado para el Reino de Dios
El publicano Mateo recibió en alimento «el pan de vida e inteligencia» (Si 15,3);
y de esta misma inteligencia hizo en su casa un gran banquete para el Señor Jesús
porque había sido hecho partícipe de una abundante gracia, conforme a su nombre
[que quiere decir «don del Señor»]. Dios había preparado un presagio de este festín
de gracia: llamado cuando estaba sentado a su puesto de recolector «siguió al
Señor y le ofreció en su casa un gran banquete» (Lc 5,29). Le ofreció, pues, un
banquete, y un gran banquete, que nosotros llamaríamos, un banquete real.
En efecto, Mateo es el evangelista que nos muestra a Cristo Rey por su familia y
por sus actos. Desde el principio, dice en su obra «Libro de la genealogía de
Jesucristo, Hijo de Dios» (Mt 1,1). Seguidamente narra cómo el recién nacido es
adorado por los Magos con el título de rey de los judíos; después, entretejiendo
todo el resto de su narración de gestos reales y de parábolas del reino, al final
acaba con estas palabras dichas por este rey ya coronado con la gloria de la
resurrección: «Me ha sido dado toda potestad en el cielo y en la tierra» (28,18). Si
examinas con atención todo el conjunto de su redacción reconocerás que en toda
ella se respiran los misterios del Reino de Dios. Nada de extraño hay todo ello;
Mateo había sido publicano, se acordaba de haber sido llamado del servicio público
del reino del pecado a la libertad del Reino de Dios, del Reino de la justicia. Un
hombre que no quiso ser ingrato para con el gran rey que le había liberado, sirvió
fielmente las leyes de su Reino.
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