“REFLEXIONES PASTORALES ASAMBLEA 2012” (III)
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el vigésimo quinto domingo durante el año
(23 de septiembre de 2012)
“Camino Evangelizador en la Diócesis”
Exposición del obispo en la Asamblea 2012
En la carta de cuaresma hay tres palabras que me parecieron fundamentales para mirar en el
horizonte y que debemos tenerlas presente siempre. Una es la palabra “testimonio”, la otra es “la
Iglesia como patio de los gentiles” y la tercera, es “el amor misericordioso . Tres temas que quizás
debamos tener muy presentes en nuestro tiempo.
La primera es “el testimonio”. Nunca podremos evangelizar sino somos “testigos”. No es tarea fácil
porque nuestra cultura actual nos va mimetizando con otras propuestas. Si bien es necesario buscar
caminos y métodos nuevos en la evangelización, siempre se requerirá del testimonio personal de los
obispos, sacerdotes, consagrados y laicos. Juan Pablo II, cuando iniciamos el nuevo milenio, nos
decía que lo primero a considerar es el tema de la santidad. Tenemos que entender santidad como
coherencia, santidad que implica la cotidianidad en nuestra madurez humana y de nuestras
actitudes. Esto es fundamental. La Iglesia a través de los siglos, en medio de tantos combates,
situaciones, evangelizó en primer lugar, desde aquellos que fueron testigos. En los momentos
difíciles los testigos fueron los que irradiaron. Porque si los malos ejemplos se multiplican, los
buenos ejemplos también irradian el bien y globalizan la solidaridad. Y como decía el Papa Pablo
VI ‘ el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan.
Será, sobre todo, mediante su conducta, mediante su vida cómo la Iglesia evangelizará al mundo’.
Esta ejemplaridad es el valor agregado que confirma la novedad de la donación, del contenido de lo
que se enseña y de lo que proponen como estilo de vida. La actual emergencia acrecienta la
demanda de evangelizadores que sepan ser testigos creíbles de aquellas realidades y aquellos valores
sobre los cuales es posible fundar, tanto la existencia personal de cada ser humano como el proyecto
compartido de vida social.
En el hoy de la evangelización, hace falta que todos nosotros nos planteemos la conversión, en
primer lugar. En segundo lugar, inmediatamente está la actitud que debemos tener como Iglesia y
que no es menor; la conversión pastoral. Aparecida hace una referencia a esta conversión pastoral,
porque nosotros debemos tener siempre esta mirada sobre nuestras comunidades eclesiales para ver
si estamos dando respuestas a la problemática de este inicio de Siglo XXI; con sus códigos, con sus
planteos, o bien tenemos estructuras que terminan siendo obsoletas (si no nos convertimos
pastoralmente) y terminan siendo un obstáculo a la dimensión evangelizadora y de diálogo con el
mundo. Dice Aparecida: ‘esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras
eclesiales, todos los planes pastorales de las diócesis, parroquias, comunidades religiosas,
movimientos y cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe excusarse. Debe entrar
decididamente, con todas sus fuerzas en los procesos constantes de renovación misionera y
abandonar las estructuras caducas que no favorezcan la transmisión de la fe . Obispos, presbíteros,
diáconos, consagrados y consagradas, laicos y laicas, estamos llamados asumir una actitud de
permanente conversión pastoral, que implica escuchar con atención y discernir lo que el Espíritu
está diciendo en las iglesias a través de los signos de los tiempos y en los que Dios se manifiesta.
Esto es muy importante, porque todos nos atamos a nuestras pequeñas estructuras. Muchas de esas
estructuras no hacen a los contenidos de la fe. Son estilos, maneras de trabajar, que tenemos que
analizar. Quizás en nuestras parroquias, lo he dicho muchas veces, tenemos que revisar y, si es
necesario hacer entrar en crisis estructuras que nos atan y a veces nos dificultan vivir el desafío de la
Misión y Evangelización, que es la razón de ser de la Iglesia.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas