Ciclo B. XXV Domingo del Tiempo Ordinario
Julio César Villalobos, C.M.
El orgulloso no acepta al humilde
¿Sabes Jesús? Tú nos enseñas que no podemos nada sin ti, que si queremos crecer
debemos “disminuir” como dice tu siervo San Juan Bautista; pero hay personas que
prescinden de tu amor, de tu gracia y de tu presencia. Cuánta gente hay en este
mundo, Jesús, que le gustan los aplausos, o sobresalir para que les “miren bien” o
para “ganarse el cario de todos” y así hace dao a otros. Cuánta gente hay, Seor
Jesús, que no le gusta que otros salgan para adelante. Cuánta soberbia hay en este
mundo, perdónanos Jesús. Tú tienes razón cuando dices desde la cruz: “perdnales
porque no saben lo que hacen”. Ayúdanos a destruir en nosotros la soberbia y
aprender de tu Madre y de los santos la virtud de la humildad. Amén.
¿Te has preguntado cómo trabaja el diablo en los soberbios? La respuesta la
tenemos en la 1ra lectura. “Tendamos una trampa al justo, veamos si sus palabras
son verdaderas…lo someteremos a humillacin y a tortura” (Sab.2,12.17-20). El
soberbio o el orgulloso se incomoda por encontrar personas que tratan de seguir a
Jesús con radicalidad imitándole en su actuar, pensar y decir.
Es lamentable ver a diario a personas o grupos de personas que lo único que
albergan en sus corazones es odio en vez de amor, rechazo en vez de aceptación
humilde del otro, autoritarismo en vez de paz, prejuicio en vez buenas relaciones
fraternas. ¿El orgulloso le habrá declarado la “guerra” al humilde?: “Donde hay
envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males” (Stgo.3,16-4,3). Lo
único que quiere el orgulloso es: ambicionar, tener más, ser más que otros, y
muchas de las veces a costa de matar ilusiones y esperanzas. Santiago, hoy
domingo es realmente fuerte en sus palabras: “Ustedes ambicionan, y no obtienen,
matan y sienten envidia, PERO NO PUEDEN CONSEGUIR NADA y entonces
combaten y hacen la guerra”.
Hace muchos años atrás, un personaje conocido de una ciudad le invitaron a dar
una conferencia en un auditorio de más de 600 personas. La invitación la había
hecho el alcalde de la zona y abierta a todos sin excepción alguna. Cuando el
conferencista estaba ya a la mitad de la charla, vio de pronto que llegó a ese
auditorio a escuchar su charla un joven de 20 años de edad. Su aspecto para
muchos era poco atrayente: venía muy mal vestido, su manera de caminar era
dificultosa (por tener problemas de psicomotriz), no estaba bien aseado y tenía
problemas para hablar. Sólo se sentó en una de las últimas bancas. Bastó ese gesto
para que todos los que estaban en esa banca se levantasen y fueran a otro sitio.
Esto provocó la incomodidad del conferencista, que justo estaba hablando de la
práctica de los valores. El conferencista se tomó la atribución, con mucho tino, de
llamarles la atención a todas esas personas, que no tuvieron otra opción que
regresar a esa banca.
El evangelio de hoy puede romper nuestros esquemas. Los discípulos no entendían
aquello que decía su Maestro, que es también el nuestro: “El Hijo del hombre va a
ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los
tres días resucitará…Quien quiera ser el primero, QUE SEA EL ÚLTIMO DE TODOS, Y
EL SERVIDOR DE TODOS” (Mc.9,30-37).
Aquel joven de 20 años de la historia, tiene un alma pura, sólo quería sentarse y
recibir el calor fraterno de los demás, es el niño del evangelio que Jesús lo coloca
en sus brazos: “El que recibe a un niño como este en mi nombre, ME RECIBE A
MÍ…”
El orgulloso no le gusta que el humilde se gane el cariño de Dios y su atención
preferencial (cf.Lc.4,18-21; Mt.25,31-46). Hay una afirmación que suena como una
sentencia de parte de Jesús: “ustedes serán mis amigos, SI HACEN LO QUE YO LES
MANDO” (Jn.15,14).
¿Seré de los orgullosos que no les gusta ser corregidos?, ¿seré de los orgullosos
que prescinden todo el tiempo de los sacramentos (Eucaristía y Confesión de
manera particular) ya que no quieren saber nada de la Iglesia?, o ¿seré de aquellos
que reconociéndose pecadores (cf.Lc.18,13-14) se ponen siempre en manos de
Dios ya que sin ÉL no pueden hacer nada.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)