XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
La salida de la crisis empieza por los pobres
En España, donde todavía podemos presumir de la mejor atención médica universal
del mundo, sin embargo los inmigrantes son los que empiezan a sufrir más en esta
misma semana los recortes en la atención sanitaria. En las sociedades modernas de
los países del bienestar social los inmigrantes representan uno de los sectores más
pobres, desprotegidos y marginados. Por eso ellos son los que salen peor parados
en la actual crisis económica.
El domingo anterior planteaba la carta de Santiago en qué consiste la verdadera
religión y concluía que, frente a una religiosidad inoperante y muerta, la religión
auténtica consiste en la escucha de la palabra de Dios y en la atención a los
huérfanos y a las viudas, los cuales eran prototipo, desde el Antiguo Testamento,
de todos los marginados e indefensos (cf. Sant 1, 27). Estrechamente vinculado a
estos sectores más pobres de la sociedad antigua aparece también la figura del
inmigrante, particularmente en las tradiciones del Deuteronomio. Éste ocupa un
puesto primordial en el desarrollo de las legislaciones bíblicas, en las cuales se
alcanza el reconocimiento de todos sus derechos en régimen de igualdad con los
nativos de un lugar.
El fragmento dominical de la Carta de Santiago en la iglesia católica continúa
afrontando la cuestión de la pobreza y muestra que la fe en Jesucristo lleva consigo
una indiscutible opción personal a favor de los pobres. Santiago vapulea con
vehemencia a los creyentes y entra en el problema de las relaciones humanas y
sociales marcadas por los favoritismos. Con un ejemplo típico (Sant 2,2-4) describe
una situación muy concreta de la vida para criticar el comportamiento habitual: la
atención preferente a los ricos y el menosprecio de los pobres. El autor es tajante
en esta cuestión: la acepción de personas en virtud de su riqueza económica es
incompatible con la fe en Cristo. La exhortación se convierte en una apelación de
carácter teológico (Sant 2,5-7): ¿No eligió Dios a los pobres según el mundo, para
hacerlos ricos en la fe y herederos del reino?... , y en una constatación crítica: ¡Pero
vosotros, menospreciáis al pobre! Esta antítesis contrapone el valor que el pobre
tiene ante Dios y la minusvaloración de que es objeto por parte de algunas
personas, incluso creyentes. El favoritismo es pecado porque va contra el
mandamiento principal de amor al prójimo (Prov 14,21) y constituye una
trasgresión de la ley de Dios.
Por su parte el Evangelio de Marcos relata la curación del sordomudo en la
Decápolis (Mc 7,31-37), es decir, fuera de los límites de la Palestina judía en la
época de Jesús. Con ello se destaca una vez más en el evangelio la ruptura de
fronteras nacionales por parte de Jesús para hacer presente la cercanía del Reino
de Dios a través de los milagros así como la función mediadora de quienes ponen
ante Jesús los problemas acuciantes de todo ser humano necesitado de salvación.
El contacto con Jesús abre el oído de los sordos, capacita la expresión de los sin
voz, suscita la palabra correcta y otorga la plena libertad a las personas, porque en
él empieza una nueva humanidad, ante la cual surgen unas palabras finales de
admiración paralelas a las del libro del Génesis tras el relato primero de la creación
del ser humano: ¡Qué bien lo ha hecho todo!
Los fenómenos sociales de la inmigración y de la marginación deben ser
reconsiderados desde los principios bíblicos que sostienen las culturas de origen
cristiano y deben ocupar la atención preferente de todas las instancias sociales,
políticas, empresariales, educativas y eclesiales en nuestros países. El fenómeno
social de la inmigración como exponente de la pobreza puede recibir una
iluminación desde estas consideraciones bíblicas y debe ocupar la atención
preferente de todas las instancias sociales, políticas, empresariales, educativas y
eclesiales. Asimismo todo cristiano tiene en estos textos un tesoro de la tradición
bíblica para revisar y corregir las actitudes y comportamientos que generen, apoyen
o defiendan criterios racistas, xenófobos o marginadores. Desde la perspectiva
cristiana no son compatibles con la fe ni el menosprecio de los pobres, ni el
favoritismo hacia los ricos. La salvación de Jesús ha roto todas las fronteras y se
hace presente también en el mundo pagano y de los incrédulos haciendo posible la
nueva creación, realizando las utopías y los sueños proféticos de liberación de los
seres humanos, especialmente de los que no tienen ni voz, ni voto, ni derechos,
sobre todo cuando éstos hayan sido acallados, eliminados o conculcados.
Los creyentes, miembros de la comunidad eclesial debemos ser mediadores del
encuentro salvador de los pobres, inmigrantes y marginados con Jesús y debemos
aportar al mundo y a la sociedad actual con un sentido auténticamente misionero la
fuerza de la palabra de Dios, creadora de una realidad nueva de fraternidad y de
igualdad sin barreras ni fronteras.
En la ciudad de Sevilla en España se ha celebrado durante esta semana el III
Congreso Bíblico Internacional, organizado por la Asociación Bíblica Española,
dedicado a los Rostros de Dios en la Biblia . Yo he participado con una ponencia
sobre la prioridad de los pobres en el Nuevo Testamento, principio de otro mundo
posible, poniendo de relieve que a nte el fenómeno de la pobreza, como estado
habitual en que se encuentran millones de seres humanos en los países en vías de
desarrollo y como proceso de pauperización progresiva en el que se encuentra la
vieja Europa, se deben poner en marcha diversas y convergentes medidas de
redistribución de los bienes y recursos de la casa común de todos, que es nuestra
tierra. “No existe menos riqueza sino menos igualdad y más diferencia entre los
primeros y los últimos”. Creo que la tradición cristiana cuenta con un mensaje
primordial desde sus orígenes, como queda reflejado en la carta de Santiago que
hoy leemos en la Iglesia. Se trata de la prioridad de los pobres que constituye un
aspecto fundamental del Evangelio de Jesús y de la vida de las comunidades del
Nuevo Testamento. En nuestro tiempo ha sido recuperado especialmente por parte
de la Iglesia Latinoamericana que lo ha formulado en Aparecida como “la opción
preferencial y evangélica por los pobres”. Ante la situación actual marcada por la
gran crisis económica y sistémica mirar la realidad del mundo poniendo en el
primer plano a los pobres puede ser el principio generador de otro mundo posible.
En el texto de 2 Cor 8,9: “Cristo se hizo pobre”, se encuentra la razón cristológica
de este principio. Con él se expresa que Cristo en el misterio de la encarnación
asumió la identidad del pobre por amor solidario con los pobres. Como Pablo
argumenta y Santiago demuestra, como el evangelio de Marcos nos narra, los
creyentes hemos de ser mediadores para propiciar el encuentro con Jesús a través
de su palabra que nos impulsa articular mecanismos de comunión y solidaridad en
el interior de las estructuras económicas internacionales y sociales que permitan
lograr los grandes objetivos que se presentan como cotas mínimas de igualdad en
el planeta, de modo que el hambre quede absolutamente erradicada y los seres
humanos alcancen la dignidad de vivir según la riqueza que Dios ha concedido para
todos, es decir para compartirla entre todos, pues el gran soberano de toda la tierra
es el único Dios vivo y verdadero.
José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura.