XXVI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Padre Julio Gonzalez Carretti
MARTES
Lecturas bíblicas
a.- Jb. 3,1-3.11-17.20-23: ¡Por qué dio a luz un desgraciado?
b.- Lc. 9, 51-56: Tomó la decisión de ir a Jerusalén.
Jesús sube a Jerusalén, para sufrir la pasión y su ascensión (v.51). Senda de
sufrimiento, humillación pasión y muerte, que no acabará en el sepulcro, sino en la
glorificación (cfr. Is. 50,7; Ez. 2,6). Jesús sube como profeta y Mesías, porque Dios
visita a su pueblo. Envió mensajeros por delante (v. 52). Cobra importancia el
seguimiento de Cristo, por parte de sus discípulos, como un éxodo hacia la derecha
del Padre. El evangelista, va acentuando el discipulado cristiano, como comunión
con el destino de su Maestro; el sí dado por sus apóstoles, se va actualizándolo
poco a poco. En este evangelio, vemos el rechazo de los samaritanos a darle
hospedaje, y la violenta reacción de Santiago y Juan. Así como el ministerio de
Jesús en Galilea, comenzó con el rechazo de los de Nazaret, su pueblo, también su
ida a Jerusalén comienza, con el rechazo de los samaritanos. La razón de su
enfado: se dirigía a Jerusalén (v. 53). Este pueblo samaritano, rendía culto a Yahvé
en el templo del monte Garizín, rival de Jerusalén; de ahí su hostilidad con los
judíos que peregrinaban a la ciudad santa. Estos samaritanos, eran tribus orientales
con que Sargón II de Asiria introdujo en Samaría, cuando la deportación de sus
habitantes a Babilonia (722 a.C); del sincretismo, adoptaron el culto a Yahvé (cfr. 2
Re.17, 24-41). La reacción violenta de los discípulos, consiste en pedir fuego del
cielo, sobre esa gente (vv. 54-56). Querían venganza, a lo divino, pero venganza al
fin. Se acuerdan que Elías pidió fuego del cielo, sobre los que lo despreciaban, y el
fuego cayó del cielo y los consumió (cfr. 2Re. 1, 10-14). Creen que tal desprecio al
rabino de Nazaret, merece ser castigado, están convencidos que Dios escuchará su
petición inmediatamente, porque tienen el poder conferido por el propio Jesús (cfr.
Lc. 9, 5). ÉL rechazó siempre la violencia como defensa personal y como propio del
Reino. Los discípulos acompañan a Jesús en su subida a Jerusalén, pero están lejos
de comprender, lo que realmente significa esa elección, siguen pensando en
categorías mesiánicas y triunfalistas, incluso nacionalistas, de ahí que no entiendan
el rechazo de los samaritanos. Seguir a Cristo, es contrario, al uso de todo poder
que aplaste, avasalle, imponerse a la fuerza, y despreciar otras formas de
comprender la religión y la vida de fe, es decir, cerrarse a los demás hombres. Los
discípulos debían tener los sentimientos de Jesús; ha venido para salvar a los
pobres, para eso ha sido ungido (cfr. Lc. 4, 18; 19,10). El deseo de justicia de los
dos apóstoles, pervive en algunos cristianos que a la hora de enfrentarse a la
maldad de los otros, exigen que Dios actúe sobre los malos, los aniquile, porque
dañan a los buenos. ¿Dónde está su justicia? Reclaman venganza divina. Sin
embargo, Jesús se muestra tolerante y pacífico, es el tiempo de la misericordia de
Dios, que esperar el juicio final. Jesús prefiere amar a los hombres, que
condenarlos. Sólo el amor vence al odio, hay que vencer el mal a fuerza de bien
(cfr. Rm. 12, 20ss). Jesús eligió la vía del amor, como camino para transformar las
relaciones entre los hombres, y los apóstoles tiene una misión bien definida que
cumplir (cfr. Lc. 23, 34).
Santa Teresa de Jesús, nos invita a meditar sobre la Pasión de Cristo y los
provechos que se consiguen en la vida de oracin. “Pues, tornando a lo que decía
de pensar a Cristo a la columna es bueno discurrir un rato y pensar las penas que
allí tuvo, y por qué las tuvo, y quién es el que las tuvo, y el amor con que las pasó;
mas que no se canse siempre en andar a buscar esto, sino que se esté allí con El,
acallado el entendimiento. Si pudiere, ocuparle en que mire que le mira, y le
acompañe y hable y pida y se humille y regale con El, y acuerde que no merecía
estar allí. Cuando pudiere hacer esto aunque sea al principio de comenzar oración
hallara grande provecho, y hace muchos provechos esta manera de oración; al
menos hallóle mi alma. No sé si acierto a decirlo; vuestra merced lo verá. Plega el
Seor acierte a contentarle siempre. Amén.” (Vida 13,22)