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Día litúrgico: Martes XXIV del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 8,19-21): En aquel tiempo, se presentaron la madre y
los hermanos de Jesús donde Él estaba, pero no podían llegar hasta Él a causa de
la gente. Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren
verte». Pero Él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la
Palabra de Dios y la cumplen».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
La obediencia en Jesús es el verdadero culto a Dios
Hoy Cristo reclama nuestra obediencia. La "Carta a los Hebreos" califica el culto del
Antiguo Testamento como "sombra" a la vista de la insuficiencia de los sacrificios de
animales, que Dios no necesita y en los que el hombre no da a Dios lo que Él podría
esperar del hombre. La auténtica veneración a Dios se encuentra en la vida
marcada por su Palabra y dentro de ella.
Sin embargo, nuestra obediencia es siempre deficiente. Nuestra moralidad personal
no basta para venerar a Dios correctamente. Por eso, el Hijo se hizo carne y asumió
un cuerpo humano, haciendo posible una nueva forma de obediencia, que va más
allá de todo cumplimiento humano de los Mandamientos. En su Cuerpo, Jesucristo
devuelve a Dios toda la humanidad. Sólo en el Verbo que se ha hecho carne, cuyo
amor se cumple en la Cruz, es perfecta la obediencia.
—Jesús, tú que eres Dios hecho carne, llévanos contigo a todos y ofrece lo que no
podríamos dar solamente por nosotros mismos.
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