Memoria Obligatoria. Santos Ángeles Custodios. (2 de octubre)
“Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños"
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro del Éxodo 23, 20-23a
Así dice el Señor:
«Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve
al lugar que he preparado. Respétalo y obedécelo. No te rebeles, porque lleva mi
nombre y no perdonará tus rebeliones. Si lo obedeces fielmente y haces lo que
yo digo, tus enemigos serán mis enemigos, y tus adversarios serán mis
adversarios. Mi ángel irá por delante.»
Sal 90, 1-2. 3-4. 5-6. 10-11 R. A sus ángeles ha dado órdenes para que te
guarden en tus caminos.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.» R.
.El te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás. R.
Su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la, flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía. R.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 1-5- 10
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
-«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los
cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande
en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me
acoge a mi. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo
que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
»
II. Oramos con la Palabra
No hay oración para este día.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
“Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo
que sus ángeles están viendo siempre el rostro de mi Padre celestial”
Al celebrar hoy la fiesta de nuestros ángeles custodios, el evangelio tiene una
alusión directa que Cristo hace a los mismos. Por eso, en la liturgia de la
Palabra, la primera lectura se hace la correspondiente a la feria, pero el
evangelio es propio de la celebración de los Ángeles custodios.
De ambas lecturas, a pesar de ser temas tan distintos, podemos sacar una
enseñanza común: la importancia del don de la vida. En la primera lectura Job,
ante el gran sufrimiento de su enfermedad, no se va contra Dios, clama al Señor
y pregunta: “¿Por qué al salir del vientre de mi madre no morí? ¿Por qué me
recibió un regazo y unos pechos me dieron de mamar?
Esto, pero a la inversa, claman a nuestra sociedad hoy tantos niños que no
llegan a nacer porque, corazones crueles, los matan antes de ver la luz. Cuántos
niños, en este mismo momento, están siendo abortados por quienes deberían
acogerlos en su regazo y amamantarlos a sus pechos; pensemos que muchas de
esas madres son o se llaman cristianas, no obstante cierran sus oídos a la voz
de Cristo.
Cuando todos queremos ser más, cuando buscamos nuestra comodidad y los
hijos son un estorbo. Cristo, nos dice el evangelio, cogió a un niño y lo puso en
medio de todos recordándonos, que los que no son como los niños en sencillez e
inocencia, no entrarán en el reino de los cielos. «El que se hace como un niño,
ese es el mayor en el reino de los cielos», añadiendo: «el que acoge a un niño
como este, me acoge a mí».
Quien rechaza la vida del no nacido está rechazando a Cristo. ¿Puede haber
mayor desprecio que desprenderse de un niño que está en el seno materno y
tirar el feto a la basura?
Sus ángeles, dice Jesús, están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre
celestial.
Oremos por tantos niños que hoy serán privados del derecho de nacer y por
tantas madres cuya misión es dar luz y vida a sus hijos y por su egoísmo, los
envían a las tinieblas de la muerte.
Sus ángeles, que están en la presencia de Dios, sin duda, clamarán por sus
vidas.
También a nosotros nos acompaña nuestro ángel de la guarda y cuida en los
peligros, no nos olvidemos de este fiel amigo. Acudamos a él en los peligros.
Hna. María Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario
Con permiso de dominicos.org