Ponerse en camino para responder a Cristo.
2012-10-04
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12
En aquel tiempo, designó el Señor a otros setenta y dos discípulos y los mandó por
delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo:
«La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la
mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; los envío como
corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se
detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan: “Que
la paz reine en esta casa”. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de
ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban
de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa
en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den.
Curen a los enfermos que haya y díganles: “Ya se acerca a ustedes el Reino de
Dios”.
Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: “Hasta
el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal
de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está
cerca”. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor
que esa ciudad». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor Jesús, gracias por esta oportunidad de poder dialogar contigo en la oración.
Tú lo sabes todo, sabes que quiero responder a la misión que me has
encomendado, porque la cosecha es mucha para tan pocos misioneros. Te ofrezco
toda mi atención y confío en que me darás las gracias necesarias para dedicarme a
trabajar con mucho entusiasmo y amor en la extensión de tu Reino.
Petición
Señor, concédeme la gracia de aceptar tus indicaciones para ser un auténtico
discípulo y misionero de tu Iglesia.
Meditación
Ponerse en camino para responder a Cristo.
«Jesús envía a setenta y dos discípulos a la gran mies que es el mundo,
invitándoles a rezar para que el Señor de la mies, mande obreros a su mies; pero
no les envía con medios potentes sino “como corderos en medio de lobos”, sin bolsa
ni cayado, ni sandalias. San Juan Crisóstomo, en una de sus homilías, comenta:
“Siempre que seamos corderos, venceremos y aunque estemos rodeados de
muchos lobos, conseguiremos superarlos. Pero si nos convertimos en lobos,
seremos derrotados, porque nos faltará la ayuda del Pastor. Los cristianos no deben
ceder nunca a la tentación de convertirse en lobos entre lobos; el reino de paz de
Cristo no se extiende con el poder, con la fuerza, con la violencia sino con el don de
uno mismo, con el amor llevado al extremo, también a los enemigos. Jesús no
vence al mundo con la fuerza de las armas, sino con la fuerza de la Cruz, que es la
verdadera garantía de la victoria. Y esto tiene como consecuencia para quien quiere
ser discípulo del Señor, su enviado, el estar preparado para la pasión y para el
martirio, para perder la propia vida por Él, para que en el mundo triunfe el bien, el
amor, la paz. Esta es la condición para poder decir, entrando en toda realidad: “Paz
a esta casa”» (Benedicto XVI, 26 de octubre de 2011).
Reflexión apostólica
«Sus miembros [del Regnum Christi ] buscan con su vida y acción que el Reino de
Cristo crezca y tienda a su madurez en la tierra como “reino de verdad y de vida;
de santidad y de gracia; de justicia, de amor y de paz”» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 13).
Propósito
Proponerme algo grande en relación al amor a Dios y a la evangelización de los
demás para esta semana. Diálogo con Cristo
Jesús, Tú me enseñas que quien te lleva en el corazón se llena de paz y transmite
la paz. Necesito crecer en la paciencia y la humildad para ser ese instrumento que
pueda llevar tu paz, donde haya desunión, egoísmo, tristeza, etc., como nos dice
san Francisco de Asís que celebramos hoy. No permitas que me autoengañe
«aparentando» seguir tu voluntad cuando en el fondo busco hacer siempre mi
parecer.
«¡Qué amor tan grande ha tenido Dios contigo! Te ha llamado para ser su apóstol,
descubriendo a este mundo pagano de hoy y sediento de felicidad y de paz el
Misterio olvidado de Dios»
(Cristo al centro, n. 81 ).