Master·evangeli.net
Día litúrgico: Sábado XXVI del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 10,17-24): En aquel tiempo, () se llenó de gozo Jesús
en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a
pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado
por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino
el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar ().
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
¿Quién conoce al Padre? (la sencillez)
Hoy nos preguntamos quién (y cómo) conoce al Padre. Sólo el "Hijo" conoce al
Padre, y todo verdadero conocimiento del Padre es participación en el conocimiento
del Hijo, una revelación que es un don. Por tanto, sólo conoce al Padre aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar.
Pero, ¿a quién se lo quiere revelar el Hijo? La voluntad del Hijo no es arbitraria. El
Hijo quiere implicar en su conocimiento de Hijo a todos los que el Padre quiere que
participen de Él: "Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha
enviado", dice Jesús. Pero, ¿a quién atrae el Padre? No a los sabios y entendidos,
nos dice el Señor, sino a la gente sencilla. Ésta fue la experiencia concreta de
Jesucristo: no lo conocieron los escribas, los que por profesión se ocupaban de
Dios.
—Señor, asiste a mi corazón para que yo acepte con sencillez tu Revelación,
evitando críticas y especulaciones estériles, fruto de mi soberbia.
“servicio brindado por el http://evangeli.net/evangelio”. Con permiso a
homiletica.org