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Día litúrgico: Domingo XXVII (A) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mt 21,33-43): En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos
sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola. Era un propietario
que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una
torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los
frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos.
»Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le
mataron, a otro le apedrearon (). Finalmente les envi a su hijo, diciendo: ‘A mi
hijo le respetarán’. Los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Este es el
heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia’. Y agarrándole, le
echaron fuera de la via y le mataron ().
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
La parábola de los viñadores homicidas: una estación del "Via Crucis"
Hoy Jesucristo se dirige directamente a quienes mejor debieran haberle conocido:
los sumos sacerdotes y los ancianos de Israel. El Maestro —con su habitual
pedagogía— se sirve de una comparación, en la que anuncia ya más claramente su
destino: la Cruz. Jesús, el Hijo de Dios, será echado fuera de los límites de
Jerusalén —su amada "viña"— y allí será matado por los "viñadores", que no han
querido reconocerle.
Las parábolas, dejando traslucir el misterio divino de Jesucristo, suscitan
contradicción. Cuando alcanzan máxima claridad —como en este caso— casi se
transforman en estaciones del "Camino de la Cruz". Más aun, forman parte del
misterio de la Cruz. Finalmente, allí, desde la Cruz, las parábolas se descifran
definitivamente. En la Cruz Jesús ya no nos habla en comparaciones: es Él mismo.
—Señor, te ruego por el mundo, para que te conozca y no te tema, Tú que eres la
semilla que ha caído para morir y ser fruto bueno para nosotros.
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