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Día litúrgico: Lunes XXVII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 10,25-37): En aquel tiempo, se levantó un maestro de
la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener
en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo
lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo».
Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás». Pero él, queriendo
justificarse, dijo a Jesús: Y ¿quién es mi prójimo? ().
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
Mi "prójimo"
Hoy, en el centro de la historia del buen samaritano, se nos plantea la pregunta
fundamental de qué hacer para heredar la vida eterna. Jesucristo se remite a la
Biblia, cuya respuesta es indiscutible. Pero el tema deriva hacia una cuestión
práctica, de ambigua dilucidación en aquel tiempo: "¿Quién es mi prójimo?".
A una pregunta tan concreta, Jesús respondió con esta parábola Y aparece el
samaritano, que no se cuestiona hasta dónde llega su obligación de solidaridad ni
tampoco cuáles son los méritos necesarios para alcanzar la vida eterna. Ocurre algo
muy diferente: se le rompe el corazón y él mismo se convierte en "prójimo", por
encima de cualquier consideración. Aquí la pregunta cambia: no se trata de
establecer quién sea o no mi prójimo entre los demás. Se trata de mí mismo.
—Señor, ayúdame a ser una persona que ama, una persona de corazón abierto que
se conmueve ante la necesidad del otro. Entonces encontraré a mi prójimo, o mejor
dicho, será él quien me encuentre.
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