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Día litúrgico: Jueves XXVII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 11,5-13): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«(…) Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá (…). Si, pues,
vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el
Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
La divina liturgia
Hoy vemos cómo al hombre, después de perder la trascendencia, le resta sólo el
grito, porque sólo quiere ser tierra e intenta convertir el cielo y la profundidad del
mar en tierra suya. La liturgia rectamente entendida (identificación con Cristo para
alabar al Padre siendo hijos en el Hijo) devuelve la integridad al hombre.
En el mar viven los peces y callan; los animales de la tierra gritan; pero las aves,
cuyo espacio vital es el cielo, cantan. Lo propio del mar es el silencio; lo propio de
la tierra es el grito; lo propio del cielo es el canto. Pero el hombre participa en las
tres cosas: lleva en sí la profundidad del mar, la carga de la tierra y la altura del
cielo, y por eso le pertenecen la tres propiedades: el callar, el gritar el cantar.
—Jesús, tu llamada nos invita de nuevo a callar y a cantar. Tú en la acción litúrgica
nos devuelves la profundidad y la altura, el silencio y el canto.
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