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Día litúrgico: Viernes XXVII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 11,15-26): En aquel tiempo, después de que Jesús hubo
expulsado un demonio, algunos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios,
expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo
(…).
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
El demonio es un "número"
Hoy Jesucrist nos habla del "adversario" de Dios. La bestia, el poder adverso, no
lleva un nombre, sino un número: "666 es su número", dice el vidente en el
"Apocalipsis". En una ocasión se presentó a sí mismo como "legión". Es un número
y convierte a la persona en un número.
¿Una señal? Si bien el demonio es "indemostrable", quienes han vivido el mundo de
los campos de concentración saben a qué equivale eso: su horror se basa
precisamente en que borra el rostro, en que cancela la historia, en que hace de los
hombres números, piezas recambiables de una gran maquinaria. Uno es una
función y nada más. Y, si sólo existen funciones, entonces el hombre no es tampoco
nada más. Lo que no es función no es nada. La bestia es número y convierte en
número.
—Señor, porque tienes un nombre y me das un nombre y me llamas por mi
nombre, yo no soy para ti una función en una maquinaria cósmica. ¡Soy tu hijo!
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