COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires –
ciclo 2012)
7 de octubre de 2012 – 27º domingo durante el año.
Evangelio según San Marcos 10, 2-16 (ciclo B)
Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le
plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su
mujer?". El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha
ordenado?". Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una
declaración de divorcio y separarse de ella". Entonces Jesús les
respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la
dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la
creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su
padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De
manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no
separe lo que Dios ha unido". Cuando regresaron a la casa, los
discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. El les dijo: "El que se
divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra
aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro,
también comete adulterio". Le trajeron entonces a unos niños para
que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto,
Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no
se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como
ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un
niño, no entrará en él". Después los abrazó y los bendijo,
imponiéndoles las manos.
Por un amor pleno, en comunión y respeto
Estamos ante un texto muy claro, muy concreto, pero tenemos que decir
algunas cosas. En primer lugar siempre hay una transición, una
profundización, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. “Antes se les dijo,
pero yo les digo” dice Jesús y de esta manera afirma la misma doctrina pero
a su vez la profundiza y continúa haciéndola más clara y más concreta.
Lo más importante es la institución del matrimonio, donde el hombre y la
mujer dejan su casa paterna y los dos se unen en una comunión formando
“una sola carne”. Esto es importante no solamente por lo jurídico, por lo
social, sino por lo que significa el compromiso de querer compartir, vivir
juntos toda la vida. Todos sabemos que se trata de un bien que, cuando
uno es capaz de amar a la otra persona, la ama responsablemente, la ama
en fidelidad, en respeto, también la ama en fecundidad y compartiendo
todas las cosas; no reduce su amor, su experiencia, a lo meramente
sensorial o genital, sino que es mucho más que esa realidad y esa
expresión. El amor es mucho más profundo. La institución matrimonial es
tan importante que, para poder tomar un compromiso así y asumirlo,
requiere madurez tanto del hombre como de la mujer, de los dos cónyuges.
Hoy en día, la cultura que ha debilitado tanto y el consumismo
generalizado, por una parte ha retrasado la madurez y la responsabilidad
del hombre. De hecho, si hoy la gente se casa por Iglesia lo hacen ya de
grandes, antes era distinto. En este tiempo pareciera que todo se ha
trasladado y aumentado, sin embargo la fe debe incidir en la cultura y no
que la cultura debilite la fe. Es importante que el amor sea pleno, que sea
en comunión, que sea en respeto, en fidelidad y estabilidad también.
Por otra parte uno entiende que haya matrimonios divididos, separados,
pero sepamos que la Iglesia no los abandona. Aquí creo que uno tiene que
seguir creciendo, trabajando, cultivando valores y verdades que, aunque no
estén dadas todas las condiciones reales y ciertas, tiene que seguir en ese
crecimiento. Por eso, a los separados les digo que tienen que seguir
rezando, pidiendo fuerza y bendiciones a Dios, tiene que seguir dando
gracias; y ya que uno no puede objetivamente estar bien, por lo menos que
no se aleje y que no esté peor. De una manera o de otra, todos somos
pecadores y tenemos que acercarnos a Dios. De ahí la importancia de
acercarnos y saber que Dios nunca nos quita su bendición; aunque a veces,
en ciertas situaciones particulares, uno pueda estar mal.
Que Nuestra Señora de Lujan nos bendiga a todos y que bendiga nuestra
patria para que nos ayude a seguir trabajando por el bien común y por la
justicia. E n el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén