Fiesta. Nuestra Señora del Pilar.(12 de octubre)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Empezaré, mis queridos jóvenes lectores, contándoos unas vivencias mías que os
parecerá estrambótico que os las escriba aquí. Tened paciencia, me toca cada año
redactar un mensaje- homilía sobre esta fiesta y, pese a que vosotros no lo
recordéis, o ni siquiera las hayáis leído, pretendo siempre evitar repetirme o decir
cosas que mis otros compañeros de esta sección, las dirán con su propio acierto.
Recuerdo perfectamente que de joven, escuche por primera vez y por la radio,
referirse a la radiestesia. La cuestión era curiosa, pero yo estaba más interesado
por la química, la electricidad y los minerales. A lo largo de mi vida, he topado de
nuevo con esta cuestión y me he encontrado con personas que viajaban con su
péndulo, pese a ello, el tema me interesaba tanto como la lengua china. Pero un
domingo, saturada mi mente como estaba, se me ocurrió tomar una cadenita y
anudarle una piedra de cuarzo. Me concentré, dominé la respiración y aseguré mi
inmovilidad. Asombrado, observé que empezaba a moverse circularmente en
dirección contraria a las agujas del reloj. Repetí la experiencia: en ciertos lugares
se movía, en otros no. No os voy a cansar con este tema. Lo que yo ahora sé, es
que allí donde ha existido una intensa vivencia espiritual, individual o colectiva, allí
donde hay reliquias santas, por ejemplo, mi péndulo se mueve. Os advierto que,
por reverencia, nunca lo he probado con la Eucaristía. No he querido progresar en
esta técnica o arte, ni siquiera sé cómo calificar al fenómeno. Pero lo respeto.
Aterrizo. Por Santa María, la joven de Nazaret, madre de Jesús, siento una
admiración y cariño muy grande. Confío en Ella y le pido que me obtenga de su Hijo
ayuda e iluminación. Si en algún lugar lo vivo emocionado, es en lo que queda de lo
que fue su casa. Es cuestión de emoción simbólica, sé que cualquier lugar es apto
para la oración. Jesús mismo se lo dijo a la mujer samaritana y no seré yo quien le
lleve la contraria.
Nazaret, para mí, es lugar privilegiado. Por otros sitios donde, consecuencia de
historias trasmitidas o enseñanzas especiales, muchas personas van a orar, siento
también mucho aprecio. Cada uno contiene algún aspecto. Se me encargó un día el
diseño del interior de una iglesia y el espacio dedicado a Santa María, lo proyecte
de la siguiente manera. Encargamos a un ceramista la ejecución de una imagen
que ocuparía el lugar central. A su alrededor fuimos poniendo, con elegante grafía,
los nombres de muchos santuarios o advocaciones. Cada uno de ellos evoca alguna
manifestación de las bondades de Nuestra Señora. Cada uno de ellos expresa
devoción y recuerda gracias peculiares. El Pilar de Zaragoza, no podía faltar, es
apreciada perla de la corona.
Personalmente, la basílica y la fiesta que hoy celebramos, está vinculada a
ingenuas oraciones de mi infancia. Allí empecé a rezar, eran momentos trágicos de
la historia de Espaa. Escuché más tarde la jota aquella “la Virgen del Pilar dice que
no quiere ser francesa…”. He visitado la iglesia con cristianos hispanoamericanos
que rezaban con emoción junto a la bandera de su país, pues la imagen es patrona
de aquel continente, o con militares de graduación que conmigo oraban, ante la
estatua santa que recibía honores militares, comprendí que para muchos, aquel
santuario aglutinaba fervores colectivos. He oído canciones que proclaman “Bendita
sea la hora…” Siento emocin e ilusin. El prximo viernes le rezaré con más fervor,
pese a estar muy lejos de Zaragoza. Le pediré con ingenuas súplicas que todavía
recuerdo de aquellos tiempos y que todavía son válidas. Añadiré otras por
necesidades que siento especialmente ahora. En cualquier sitio que me encuentre,
sé que puede ser el Pilar.
Aunque no piense hacerlo nunca, estoy seguro de que si en aquella iglesia sacara el
péndulo, circularía alegre y velozmente, tal es la piedad popular que allí se
acumula, que admiro y a la que me adhiero sinceramente.
En la misa, al leer o escuchar lo que los israelitas hicieron con el Arca, trataré de
realizar algún gesto o musitar una oración especial. Que la Madre del Señor se
merece honores superiores a los que recibía aquel sagrado objeto. Y me alegraré
del piropo que le dirigió la buena mujer y que arrancó del Maestro aquella
bienaventuranza de la que puedo gozar y hacerla mía, pues, trato de escuchar y
poner en práctica sus palabras. ¿vosotros no, mis queridos jóvenes lectores?