Comentario al evangelio del Viernes 12 de Octubre del 2012
En esta fiesta de Nuestra Señora del Pilar en la que homenajeamos a la Madre de Jesús la liturgia nos
regala este texto evangélico en el que Jesús homenajea a su madre dando relieve al vínculo de la fe
frente al vínculo de la carne y la sangre. Y es que ésta idea racial había sido para Israel una permanente
raíz de malentendidos. Se vinculaba tanto la salvación con el hecho de pertenecer al pueblo elegido,
que se caía en un nacionalismo religioso excluyente. Jesús anuncia un Dios para todos, sin exclusiones,
al que se llega desde la fe, no reivindicando el "pedigree" religioso. El evangelio de Juan -en especial
el episodio de la samaritana-, es prototípico al respecto.
Nosotros también podemos caer en ese riesgo. "Al cielo iremos los de siempre", decía una chiste del
humorista Mingote, ironizando sobre esa actitud del creyente tradicional que se fía más de la herencia
recibida y las costumbres adquiridas que de la auténtica respuesta personal.
Dios no es una 'póliza de seguros' que se pueda conseguir a cambio de cumplir ciertos ritos o mantener
ciertas conductas. Quien se acerca a Dios así corre el riesgo de manipular hasta lo más sagrado en
beneficio propio. Y puede ser que tenga todos los papeles en regla, pero lo más probable es que Dios le
diga: "No te conozco". Pues lo que son medios para el encuentro con Dios los ha convertido en arneses
y correas para sentirse seguro. Y lo que son vías para recibir la justicia salvadora los han transformado
en sistemas para sentirse justo, para autojustificarse.
Este fue el conflicto religioso de fondo con los fariseos: El pasaje del fariseo y el publicano cuando
oran en el templo nos indica por donde van las preferencias de Dios.
Por tanto, universalismo sin excluisones, apertura, humildad de corazón, sentirse herederos de un don
gratuito. Para que Jesús no tenga que volvernos a decir: "los publicanos y las prostitutas os precederán
en el reino de los cielos..."
J.A.C.