¿Cómo nos enseña Jesús a rezar?
2012-10-10
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-4
Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».
Entonces Jesús les dijo: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre,
venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas,
puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos
dejes caer en tentación». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, creo y confío plenamente en tu misericordia ante mis debilidades. Permite
que este momento de intimidad contigo sea el medio por el cual aprenda a orar,
como Tú quieres que lo haga. Dame el don de tu Espíritu Santo, e inspírame lo que
debo pensar, lo que debo decir y cómo debo actuar para que Tú reines en mi
corazón.
Petición
Padre nuestro, que estás en el cielo, te pido que vengas a mi corazón.
Meditación
¿Cómo nos enseña Jesús a rezar?
«El Compendio del Catecismo de la Iglesia católica encontramos una respuesta
clara: “Jesús nos ensea a orar no slo con la oracin del Padre nuestro”
ciertamente el acto central de la enseñanza de cómo rezar, “sino también cuando
él mismo ora. Así, además del contenido, nos enseña las disposiciones requeridas
por una verdadera oración: la pureza del corazón, que busca el Reino y perdona a
los enemigos; la confianza audaz y filial, que va más allá de lo que sentimos y
comprendemos; la vigilancia, que protege al discípulo de la tentacin”. Recorriendo
los Evangelios hemos visto cómo el Señor, en nuestra oración, es interlocutor,
amigo, testigo y maestro. En Jesús se revela la novedad de nuestro diálogo con
Dios: la oración filial que el Padre espera de sus hijos. Y de Jesús aprendemos cómo
la oración constante nos ayuda a interpretar nuestra vida, a tomar nuestras
decisiones, a reconocer y acoger nuestra vocación, a descubrir los talentos que Dios
nos ha dado, a cumplir cada día su voluntad, único camino para realizar nuestra
existencia» (Benedicto XVI, 7 de marzo de 2012).
Reflexión apostólica
«“Separados de mí no podéis hacer nada”. Tantas veces, slo la oracin puede abrir
los corazones al amor de Cristo, hacer triunfar la gracia sobre el pecado y lograr
que los hombres acojan las exigencias del Reino» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 110).
Propósito
Ofrecer a Dios cumplir su voluntad con el rezo meditado del Padre nuestro.
Diálogo con Cristo
Señor, te pido que me ayudes a vivir siempre unido a Ti en mi oración, sabiendo
que no es lo que diga sino cómo lo diga, lo que importa. Que mi relación contigo no
se limite al tiempo que dedico a mi meditación o la celebración de la Eucaristía. Te
necesito permanentemente cerca de mí, para no caer en la tentación, para poder
vivir auténticamente el amor, para ser un incansable y eficaz discípulo y misionero.
«La oración, para ser profunda y transformante, requiere la participación de la
persona entera, con todo su ser y sus circunstancias: inteligencia, voluntad,
afectos, imaginación, sentimientos, problemas, debilidades, aspiraciones e
inquietudes»
(Cristo al centro, n. 1719).
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