Bautismo del Señor

San Mateo 3, 13-17
Autor:
Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR

Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia

 

 

Domingo 13 de enero 2008
Celebración del Bautismo del Señor Jesús

Queridos hermanos y hermanas, desde el año pasado que no nos vemos, pero aquí estamos otra vez, este día del Señor para llenarnos de alegría, de esa paz, de esa justicia, que el Señor ha querido repetir por medio de nosotros en su Navidad en la fiesta de la Epifanía y hoy, que celebramos la fiesta del Bautismo del Señor.

Hoy el quiere mostrarnos cuál es su misión, cuál es su trabajo. Eso debemos percibirlo bien, porque de lo que haga el Señor va resultar que también nosotros tenemos una misión que cumplir todos los bautizados. Todas la Iglesias de América Latina han comenzado a reflexionar, han empezado a pensar que hay algún problema en medio de nosotros, que siendo tantos nos hagamos sentir tan poco, si uno ve la prensa, rápido se nos dice: “la Iglesia no se ha sentido, la Iglesia no se ha dejado percibir”. ¿Qué es lo que está pasando? Qué es lo que quiere el Señor que nosotros como Iglesia podamos hacer?; eso está claramente marcado en el mensaje de este domingo.

Vamos a escucharlo con ese espíritu mis hermanos, no con el afán de qué cosas más podamos hacer; sino con qué espíritu la estamos realizando; es la Paz de la Navidad, es la justicia que nos ha traído el Señor, es la solidaridad y fraternidad que nos ha enseñado el Señor o estamos implantando pases pasajeras, estamos inventando justicias llenas de venganza o estamos agrupándonos los unos a los otros. La alegría de Navidad tiene que hacerse acción, así quiso El Señor presentarse cuando inicio su misión de pueblo en pueblo.

Juan, resultó ser un buen predicador y un excelente preparador del camino del Salvador; hablaba bien, con claridad, bautizaba como signo se aquellos que se convierten y están entrando en el camino que va a recorrer el Salvador; esa era su misión. Y Jesús cuando empieza su trabajo lo primero que hace es ir a encontrarse con Juan, para pedirle también el bautismo. No el bautismo de conversión, pero ese bautismo que tiene que clarificar bien. La misión de Juan termina preparando el camino, la misión empieza el mismo camino que hay que recorrer; ese es el sentido de este mensaje que nos trae Mateo.

Cristo se acerca, Juan tiene mucha humildad y le dice: “Tú deberías venir a bautizarme”. Y Jesús le responde: Por ahora, déjame hacer esto, luego los dos tenemos que hacer la voluntad de Dios. Tú sigue tu misión de purificación, de anuncio del que va a venir, a mí me toca decirle al pueblo aquí está, aquí está la salvación, aquí está aquél que viene a salvarnos definitivamente, aquí está alguien que no va repetir un signo externo; sino que va renovar el corazón de la persona humana. Sale del agua, se abre el cielo y desciende el espíritu. Es el momento en que el Padre pone toda su confianza y su amor en ese Jesucristo, humilde y sencillo que viene a salvar a todos, desde el espíritu, desde el corazón y viene con palabras de vida a levantar nuestra propia existencia; esto tiene que estar bien claro.

El Espíritu desciende sobre El, y se oye la voz del Padre: “Este es mi Hijo, El amado, en quién yo tengo mis complacencias. Ya no hay opción a equivocarse, mis hermanos. Nosotros también recibimos el espíritu en el bautismo, nosotros también sentimos esa complacencia del Padre cuando somos consecuentes, cuando trabajamos de acuerdo con lo que el Señor nos manda, cuando pensamos y hablamos con los pensamientos y las palabras de Dios, cuando nos juntamos como Dios quiere, como hermanos y no estamos allí aglutinados, odiándonos los unos con los otros. Por allá va nuestro bautismo también.

El Padre señala: “Este en mi Hijo”! Cuidado con equivocarse, son las palabras que el Señor vuelve a repetir hoy. El es el salvador del mundo, El es que, a través de la vida del espíritu va dar vida para todos, El es que va romper las estructuras de separaciones, de odios y de rencores, El viene a sembrar el amor, la paz y la justicia verdadera, El viene a impulsar a que todos trabajemos en esa misma dimensión con que El comienza su misión en la tierra.

En El me complazco, en mi hijo, dice el Padre; y así se cumple entonces lo que dijo el profeta Isaías. “Aquí esta mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma; he puesto en él mi espíritu”. Lo ha ungido con el espíritu, dirá después Pedro, lo ha llenado de espíritu de esa fuerza que lleva a instaurar el reino de Dios, para imponernos al enemigo del reino de Dios; es El que va romper las cadenas, es El que va abrir las cárceles, El que va a liberar a los reos, es El que nos va dar la capacidad de trabajar para que terminen todas las excusas que a veces ponemos para justificar ciertos alejamientos de la familia, para justificar ciertas represiones, o para justificar nuestras posiciones de odio y de rencor.

En El se complace mi alma, en El he puesto mi espíritu. Hermanos, ese es Jesucristo, el que viene con el espíritu de amor, ese es Jesucristo que no anda buscando tronos para que lo adoren, ese es Jesucristo que sabe que tenemos algo que pagar por nuestro Padre y nos va liberar de esa deuda subiendo a la cruz;
sólo el espíritu de amor puede darle a la salvación que El nos ha traído, ese talante tan extraordinario que no anda buscando recompensa, sino que busca siempre que aquel que lo acepte cambie su vida y su corazón.

Como va cumplir está misión? Isaías lo dice con mucha claridad; no gritará, no levantara su voz, no hará oír su voz en las calles, no apagara la mecha que está ardiendo; una manera nueva de actuar. No es con gritos, no es con arribas o con abajos, que El viene a traernos la salvación, El va estar caminando con su pueblo, caminando desde adentro y no sólo con un grupo de su pueblo, si no con todos los pueblos que van a acudir a buscar la salvación de este Señor, de este Dios, que es el Dios de la libertad y la justicia para todos.

Si recordamos los momentos que después vamos a meditar en Semana Santa; qué han hecho de Jesucristo, lo han abofeteado, lo han abandonado, lo han calumniado; y El no ha levantado la voz. El ha seguido guardando ese silencio misterioso, de un Dios que quiere salvar, desde lo más profundo siempre que también nosotros nos dejemos arrastrar por esa profundidad que tiene Dios para no caer en apreciaciones o especulaciones baratas. En esa forma tiene que ir nuestro trabajo hermanos como bautizados; valentía, decisión, claridad, pero no confundir esto. No salir a gritar no soy un buen católico, no he puesto dinamita no soy un buen cristiano, no he pedido la muerte de este entonces no soy esto No!.

Cristo está mas allá de esos gritos, Cristo quiere escuchar el dolor y el sufrimiento, para ayudarnos que entre todos lo vayamos suprimiendo. Y luego escuchemos cual va ser su trabajo. Te llame, te tome de la mano para que seas instrumento de salvación. Yo te forme porque quiero que seas señal de mi alianza con mi pueblo; ese es Jesucristo, él viene con esa misión, a salvarnos y tiene que ser signo de la alianza con el pueblo, Dios con su pueblo. Y su pueblo con nuestro Dios.

Quiero que des vistas a los ciegos, que saques de las cárceles a los presos, del calabozo al que vive en oscuras; esa ha sido la misión que el Señor ha resumido hoy en un solo mandamiento. AMAR A DIOS Y AMAR AL PROJIMO. El bautismo del Señor, es la entrega, la voluntad de Dios su Padre y es también la entrega la salvación de su pueblo; para eso ha venido. Y quienes hacen esto se hacen discípulos del Señor y anuncias estas alegrías a los demás. Pablo varias veces lo ha recordado en sus Cartas, y ahora también Pedro, este libro de los Hechos de los Apóstoles. Habla del que el Nazareno está lleno de espíritu; él pasó haciendo el bien, curando a todos los oprimidos, porque Dios estaba con el.

Hermanos este es el bautismo del Señor; hermoso verdad? Y nuestro bautismo como lo estamos viviendo?
¿Cuál es la dimensión que quiere Dios, que le demos ha ese signo de predilección que El tuvo, cuando fuimos bautizados, cuando nos sumergimos en el agua, para morir a todo lo malo, y llenarnos de la vida de Dios y sembrar esta vida de Dios? Qué estamos haciendo del bautismo nuestro?

La verdadera alegría de la Navidad, tiene que ser la satisfacción Dios de poder decir; éste es mi pueblo; éste pueblo amado, bautizado, este pueblo signado con mi nombre como Padre, como hijo y como espíritu. Este pueblo me llena de complacencia porque cumple lo que yo he mandado y vive según la vida que nos ha dado.

¿No bastará este mensaje para iluminar en este momento la esperanza de miles de hermanos que están sufriendo por las inundaciones? Tenemos que estar cerca de ellos; ya lo están haciendo de muchas maneras, pero siempre tenemos que vigilar para que la desesperación no entre. Aún en medio de la prueba es importante sumergirnos en el misterio de la vida que no suprime la prueba y el sufrimiento, pero que le da a la prueba y al sufrimiento la dimensión de Dios. Todo eso tiene que servir para unirnos más, para sentirnos más hermanos, para que estar más capacitados de servirnos los unos a los otros.

SOBRE EL DIALOGO GOBIERNO PREFECTOS

Por eso va nuestra palabra de esperanza a todos los que sufren en estos momentos por las inundaciones, pero también tenemos que decir que hay algo que estamos observando con atención, que puede convertirse en un momento de paz para el pueblo, de justicia para todos y de hermandad y de vida entre todos aquí, en este territorio que llamamos Bolivia, que es el DIALOGO QUE SE HA INICIADO. Puede ser frágil, puede ser débil, puede ser largo, pero que no se convierta en un instrumento que nos impida vivir como el Señor desea, COMO HERMANOS!

Alentamos, pues, a que se continúe con claridad, sin cartas escondidas, pensando sólo en este pueblo, en este pueblo que peregrina en Bolivia y que anhela y desea que terminen todas las esclavitudes. Qué sacamos con cantar ¡MORIR ANTES QUE ESCLAVOS VIVIR! Si no somos capaces de morir al egoísmo, de morir a las pretensiones del poder por el poder o del placer por el placer. Tenemos que llenarnos de vida para romper con las esclavitudes que siempre nos amenazan, siempre están a las puertas de nuestra vida, no sólo las cárceles, sino también ciertas costumbres y no sólo las costumbres y las cárceles, sino también una cierta cerrazón en nuestras vidas. El Señor nos pide que vivamos nuestro bautismo escuchando las palabras del Padre y saliendo llenos de espíritu a sembrar vida para todos. Ojalá que eso que se está haciendo hoy, de dialogar, sea para la vida, sea para la justicia, sea para el cambio auténtico y verdadero; sea para que todos nos reencontremos y para que todos nos sintamos felices de haber reconstruido una patria que el Señor lo ha dado no para privilegio de unos cuantos, sino para ponerla al servicio de la vida de todos sus habitantes.

El mundo ha contemplado con alegría ese signo que se ha dado con la liberación de los rehenes colombianos que estaban en manos de grupos terroristas, muy bonito. La palabra del Señor también es clara, El viene a sacar de los calabozos, El viene a romper las cadenas de cualquier esclavitud y ninguna ideología puede justificarse cuando se quita la libertad arbitrariamente a quien quiere vivir porque la vida es algo inviolable y no puede ser explicada cuando se la está dañando o cuando se la está pisoteando.

Hacemos votos para que nuestro bautismo en el continente de América Latina también se sirva para decirle no a las nuevas esclavitudes, no a las nuevas cárceles, no a las nuevas formas de pisotear la dignidad humana, no a la violencia por muy organizada y sofisticada que esté; nadie que se respete y respete a Dios puede aplaudir que sigan centenares y centenares de hermanos como rehenes en América Latina y en muchas partes del mundo, porque este es un mal que ha entrado y que el Señor nos pide a los bautizados trabajar para que esto retroceda y se termine en medio de nosotros.

Hermanos y hermanas, el Señor nos muestra cómo trabajar; el Señor nos pide que pongamos en acción nuestro bautismo, pero El también tiene su estilo y quiere que sea el estilo nuestro: “No gritará en las calles, no andará vociferando, no es necesario fanatismos de ninguna clase”. La salvación del Señor entra al corazón y en el corazón abierto de cada uno de nosotros el Señor está presente para impulsarnos a tener mejores sentimientos de solidaridad, de amor, de paz, de justicia, pero también mejores pensamientos sobre la finalidad de la persona humana, que es la obra de Dios que está en juego; es la obra del Señor, toda persona humana, de cualquier signo que sea, es la obra de Dios que el Señor ha encomendado, que sea su Iglesia la que lo defienda, que sea su Iglesia la que lo protege, que sea su Iglesia junto con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que trabajen para que los signos del Reino que el Señor ha traído con su nacimiento nos ayuden a todos.

Ojalá, pues, queridos hermanos y hermanas, no olvidemos estas incidencias de nuestro bautismo. Hemos vivido este tiempo de navidad con alegría, con optimismo, hasta se ha logrado que por lo menos los ánimos se apacienten, ¡cuidado que el calor del carnaval y el calor de las confrontaciones políticas no vuelvan a traernos zozobra aquí en nuestro medio y en toda Bolivia. Que sepamos aprovechar todo lo que sirve a la vida, para que la vida reine, pronto, cuanto antes, en todo nuestro territorio. AMEN!