II Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Juan 1, 29-34: "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo"
Autor:
Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR

Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia

 

 

Domingo 20 de enero 2008

"Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo"

Queridos hermanos y hermanas, hermanos que están también en sus hogares, que no han podido desplazarse hasta aquí, queremos que todos los que estamos aquí, los que están en sus fuentes de trabajo, seamos capaces de descubrir esa persona de Cristo con claridad meridiana. NO PODEMOS EQUIVOCARNOS CUANDO HABLAMOS DE EL; NO TENEMOS QUE EQUIVOCARNOS CUANDO EL VIENE A NUESTRO ENCUENTRO. Ser capaces de repetir esa experiencia extraordinaria de Juan el Bautista que nos cuenta hoy el Evangelio.

Juan Bautista vio a Jesús venir hacia él y dijo: “ESTE ES EL CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO”. Es esta confesión, es este reconocimiento que hizo Juan Bautista y que nos toca también a nosotros experimentar. ¿Cómo descubrir a Cristo que viene hacia nosotros para señalarlo con claridad, para que nadie nos venda fantasías de Cristo, para que sepamos que El tiene una misión clara: “QUITAR EL PECADO DEL MUNDO”. El es el enviado del Padre, El está en cumplimiento del proyecto de nuestro Dios de salvarnos, de liberarnos de todo lo malo, de hacer que el mundo, la humanidad entera busque el camino de la dignificación de la persona, construya el espacio para que todo hombre y toda mujer viva según el plan de Dios en libertad, en justicia, en hermandad. Tantas cosas de las que hoy hablamos, tantas cosas que hoy se pregonan y que serán imposibles de realizar si no somos capaces de identificar a la persona del Señor.

CLARIDAD Y HUMILDAD DE JUAN EL BAUTISTA


Juan lo hace con toda claridad: Es el Cordero de Dios, que va celebrar con nosotros la Pascua definitiva, es el Cordero de Dios que se hace el servidor de todos para enseñarnos cómo vamos a ser salvados. Juan añade: “Yo ya hablé antes cuando dije que uno venía detrás de mí, que se iba a poner delante de mí, El es más grande, yo apenas bautizo con agua, yo he preparado el camino”. Esa fue mi misión: Preparar el camino para seguir al Hijo de Dios, ahora El está aquí presente, yo paso a un segundo plano, es El el primero, es a El que hay que escuchar, en El está la salvación, El es el Hijo de Dios, El es el Salvador del mundo. Si nosotros confesáramos así a Cristo y sintiéramos todo eso cuando hablamos de Cristo, entonces evitaríamos que nos lleven de un lado para otro como hojas secas.

Para nosotros, la salvación, la libertad, la justicia, el amor tienen en la persona de Cristo como regalo de nuestro Padre para ponernos a todos en disposición de recibirlo.

Claridad en Juan y humildad, humildad quizás esto nos ayude a comprender que a nosotros también nos toca vivir en claridad, no en oscurantismos, no en las tinieblas de tantas ofertas que se hacen; no dejarnos embaucar o esclavizar. La identidad de Cristo tiene que ser nuestra propia identidad como fue la identidad de Juan Bautista. Claridad y humildad. Juan dice: “El estaba detrás, pero está delante, yo apenas he hecho algo, he preparado el camino para El. Cuando en un mundo como el nuestro todos se creen infalibles, todos tienen palabras que van a solucionar todos los problemas, todos se atrincheran en sus propias ideas y pensamientos y nadie es capaz de decir aquel que trae la verdad es Dios; aquel que va fundamentar una paz duradera es Dios, aquel que va quita el pecado del mundo es Dios, es el Hijo de Dios. Nosotros contribuimos, nosotros preparamos, nosotros somos obreros de Dios, para abrir, allanar los caminos por donde El quiere pasar, pero nada más.

Hasta aquí un mensaje hermosísimo, para el mundo y para nuestra patria. En medio de tanta confusión, CLARIDAD; en medio de tanta SOBERBIA, HUMILDAD.

Y luego continúa dando su testimonio Juan: “HE VISTO AL ESPÍRITU QUE BAJABA DESDE EL CIELO COMO UNA PALOMA Y SE POSABA EN EL”. Ese reconocimiento, este que viene allí, no viene con palabras suyas, personales, trae la palabra que le ha sugerido el Espíritu de Dios, trae la verdad de Dios, la Palabra de Vida y no por un momento, el Espíritu se queda en El. El Espíritu atraviesa toda la persona de Jesús, de esa persona brota todo lo que es vida, lo que es justicia, lo que es verdad. Ese testimonio lo da Juan: El recibió el Espíritu y el Espíritu se quedó en El.

Cuando muchas veces hacemos cosas bonitas y decimos que ojalá se mantuvieran, no estamos diciendo

Un sueño, un deseo cualquiera, estamos pidiendo que toda obra del Espíritu cuando llegue a las comunidades, a nuestra Iglesia, a nuestros pueblos, se quede para que no sea la vida defendida un momentito de intereses personales, para que no se hable de la justicia sólo cuando hay que recibir aplausos. Ese algo que permanezca en cada uno de nosotros, que permanezca en nuestros pueblos, que permanezca en nuestra nación, el espíritu de la vida, el espíritu de la verdad, el espíritu de la justicia. Si eso no dejamos que empape en nuestro territorio, no hayan puestas tantas cosas para ponernos de acuerdo, para poder reconocer que somos un pueblo llamado a vivir, pero a vivir con justicia, con igualdad, a terminar con tantas cosas que se oponen al desarrollo humano y al desarrollo de nuestros propios pueblos.

En El reposa el Espíritu, dice Juan, en El reposa el Espíritu, yo lo he visto y soy testigo de que El es el Hijo de Dios. “Yo lo he visto”. Dos veces va decir Juan yo antes no lo conocía, pero cuando vi el Espíritu comprendí que es el que viene para ser LUZ DE LAS NACIONES!. Hoy acabamos de escuchar en la primera lectura, el que va iluminar a todo el mundo, sin distinción, a todas las personas, sin separarnos unas contra otras. Es el plan extraordinario de nuestro Dios, que no camine más en tinieblas, que el pueblo se deje iluminar por la luz de un Dios que quiere nuestra salvación. Este es el mensaje hermoso: HE VISTO Y SOY TESTIGO DE QUE EL, JESUCRITO ES EL HIJO DE DIOS!

Qué ha pasado con esta clarificación. Muchos de los discípulos de Juan después se fueron con Jesús, pero Juan tenía la conciencia de haber sido parte de esa recepción que se hace del Señor de haber cumplido la misión de preparar, utilizando el bautismo de agua para purificar a quienes se acercaban después de haberlo escuchado, pero él reconoce que Cristo trae el Bautismo del Espíritu que va mucho más allá del agua, que es la vida de Dios entregada para que nosotros la recibamos. Así empieza nuestra salvación misional; así empieza nuestra liberación.

Si hemos escuchado bien la primera lectura, allí se hablaba del servidor que recibió la misión de preparar el encuentro de los pueblos, de preparar la reconciliación de los grupos que estaban divididos, pero el Señor le dice después a ese siervo NO BASTA ESO, TIENES QUE CONVERTIRTE EN LUZ PARA QUE TODAS LAS NACIONES ABRAN LOS OJOS y vean dónde está realmente todo eso que anhela el hombre desde lo más profundo de Dios. El cumplimiento de eso es Jesucristo.

Nuestra Iglesia, a lo largo de veinte siglos ha tratado de ser luz, ha tratado de iluminar, muchas veces no lo ha hecho o lo ha hecho a medias o ha tenido miedo; por eso es que nosotros, como Iglesia, cada vez que escuchamos la Palabra del Señor, tenemos que hacer un esfuerzo para ser leales, para aumentar la claridad de nuestra fe y para llenarnos de la humildad de los verdaderos servidores. Es un mensaje que nos va ayudar a comprender lo que estamos viviendo, en primer lugar en nuestra patria. Un mensaje de esperanza para quienes en estos momentos están sufriendo las consecuencias de una lluvia tan fuerte, ya nos imaginamos nuestros barrios, ya nos imaginamos nuestros campos, ya sabemos el grito de dolor de nuestros campesinos que cada vez que hay algo así sienten la necesidad de apoyarse más en Dios, pero lo van a hacer si es que encuentran mayor apoyo en nosotros. Podemos captar y comprender para que la desesperanza sea un motivo para rezar por ellos y a solidarizarnos con ellos. Podemos comprender que el Señor sigue quitando el pecado del mundo y pecados gravísimos; las injusticias hay que sacarlas y sólo Dios puede quitar eso, con alegría, con entusiasmo, con deseos de participar, no siempre por miedo, por temor o por terror. El pecado del mundo. Es cuando se encadena a las personas humanas porque no participan en algunos proyectos que inventan los hombres.

Ese escándalo de los rehenes, de los rehenes en nuestros países en todo el mundo tiene que sacudirnos, ese es el pecado que hay que decirle a Dios que nos ayude a erradicarlo, pero no vamos tan lejos, con temor tenemos que leer y mirar esas imágenes terribles cuando se entierra a un ser humano vivo, sólo por odios, sólo por sospechas, no podemos tolerar una cosa así, ese un pecado que se ha ido metiendo ya en nuestro ambiente; se está haciendo común y corriente el linchamiento de cualquier persona sin prever primero si es verdad o no es verdad lo que se dice. Ese escándalo que acabamos de ver hace pocos días ES PECADO. Y eso sólo se puede erradicar con la fuerza de Dios y no con la fuerza de los envalentonados.

Hay pecados que necesitan ser extirpados: La poca responsabilidad en nuestras carreteras, que un día mueren diez, que otro día mueren veinte, que estaba mal la máquina, que estaba borracho el conductor. Ese es un atentado contra la vida. Los caminos se han hecho para encontrarse los vivientes entre sí, no para ir a multiplicar los ataúdes en nuestras vías y carreteras. Es un pecado contra la vida tener máquinas que no sirven para conducir personas humanas y peor todavía cuando se lo conduce en estado de inconciencia. Cuando se deshumanizan las relaciones humanas es que el pecado va venciendo, mis hermanos!. Es un pecado contra la dignidad humana.

Apoyo a Benedicto XVI ante el rechazo de la Universidad Sapienza

Cuando un grupo de líderes y pensadores se creen el centro del mundo y son capaces de una soberbia tal de no permitir que el Santo Padre (El Papa) vaya a visitar una universidad (En Roma), sólo porque ellos, un pequeño grupo no está de acuerdo. Esa soberbia es la que nos lleva siempre al enfrentamiento, esa soberbia que se basa en un conocimiento limitado, hermoso y grande como es el conocimiento humano, pero limitado al fin, no puede cerrarse a la palabra del Mensajero de Dios que quiere aumentar nuestras inquietudes de búsqueda y de servicio a la humanidad.

Hoy nos unimos en oración también por el Santo Padre como lo están haciendo en Roma todos los fieles de la ciudad de Roma, rezando para que entre la racionalidad en esos centros de formación que deben crear gente con pensamientos positivos y no destructores de los más grande que tiene la persona humana, la capacidad de pensar, de hablar, de comunicarse.

PETICION POR EL DIALOGO GOBIERNO - PREFECTURAS

Quisiéramos que este pecado no se vaya duplicar profundamente en nuestro medio, el pecado de la incomprensión, de no hablar, de no clarificar nuestros problemas. Quisiéramos pedir hoy una vez más por eso que todo el mundo está esperando con ansiedad, respuestas claras y valientes en ese diálogo que se ha instaurado en La Paz. Claras valientes para terminar con las oscuridades actuales y con las soberbias que se están cada vez más mostrando como monumentos al poder por el poder. Sería un pecado grave no escuchar al pueblo humilde, al pueblo sencillo, que no quiere más violencia, que no quiere más mentiras, que quiere un momento de construcción positiva entre todos, que quiere hacer cumplir la misión que este territorio sea realmente un lugar donde vivamos como hermanos. Que entre todos construyamos en el nombre de Dios lo que el hombre boliviano necesita hoy. Y así podríamos continuar señalando esos pecados que siguen en el mundo, esas insensibilidades que a veces nos llevan a buscar sólo el jolgorio por el jolgorio y olvidarnos de los que están sufriendo y olvidarnos de un país como el nuestro que no termina de solucionar sus problemas y que vive siempre en tensión mientras dedicamos horas y horas para olvidarnos artificialmente de las respuestas vitales que tenemos que dar. Y si a eso añadimos las riquezas ilícitas por el narcotráfico y tantas injusticias que están tan cerca de nosotros, nosotros estamos llamados no a pasar de largo frente a ellas, nosotros tenemos que tener la misma certeza de Juan Bautista para decir esto no lo quiere el Señor, esto que es malo no es obra del Cordero de Dios que vino justo a quitar el pecado del mundo. Es ese Cristo el que salva, lo demás debe convertirse en pequeñas y duraderas ilusiones, pero que no salva profundamente aquello que necesitamos como vida y como felicidad.

Hermanos y hermanas, una Palabra de Dios que nos lleva a comenzar con la Iglesia que llama este tiempo ORDINARIO, se llama, pero no porque no tenga valor, sino porque debemos tener tiempo y darnos ese tiempo para escuchar mejor la Palabra para asimilar esta Palabra, que no sea sólo el deseo de celebrar una fiesta, sino el deseo de que toda nuestra vida, a lo largo de todos los días, de todos nuestros años, sea una vida que va siempre señalando al Cordero de Dios como el que quita el pecado del mundo y nuestro propio pecado, e imitando al Siervo de Dios Jesucristo, que para salvarnos y liberarnos no ejerció ninguna medida de presión, ni amenazó. El entregó su vida para que nosotros aprendamos también cómo se construye la libertad auténtica que es entregando nuestras vidas en bien de los demás.

Que el Señor de la vida nos conduzca durante todo este año a beber de esas fuentes de justicia y paz que nos trae el Señor! AMEN!