Miércoles de Ceniza

Marcos 6, 1-6, 16-18
Autor:
Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR

Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia

 

 

Santa Cruz - 06/02/2008

Muy amados y queridos hermanos y hermanas, el inicio de este tiempo, tan lleno de significado para los creyentes, quisiera que esta palabra que el Señor nos ha comunicado hoy, sea la palabra que anime también a quienes están en sus hogares, a quienes siguen con nosotros esta acción de gracias. Pero de manera muy especial una vez más, que acompañe a todos los que sufren, a todos los que han entregado su vida, o han perdido la vida a causa de las inundaciones. Queremos recordar a tantos niños y ancianos que han mirado estupefactos un derroche de alegría, como dicen, pero que no ha llegado al corazón de todos ellos. Y una alegría que no llega a todos no es la que causa realmente la palabra del Señor. Formamos parte del pueblo de Dios y por supuesto sería un gesto grande reconocer nuestros errores y acercarnos a él con humildad, con sencillez y llenos de confianza.

El Santo Padre nos dice que la cuaresma es un tiempo en el que debemos volver a descubrir quienes somos, que es ser cristiano, y que tiene que hacer este cristiano que es hijo de Dios, como tiene que ser su manera de vivir y su manera de actuar. Cosas que a veces las perdemos con mucha facilidad. Por eso es que las palabras del profeta Joel, tienen que llegar y se escuchadas hoy por cada uno de nosotros: “vuelvan a mi de todo corazón, vuelvan a Yahvé que es compasivo y misericordioso” El quiere cambiar y arrepentirse de sus deseos de deshacer todo el mal que hay en nosotros castigándonos es que tiene la misericordia y el amor. Salgan de donde están reconozcan al Señor de la vida, al Señor que camina con su pueblo, pero reconózcanlo de verdad, no sea que otros se estén burlando y digan: ¿dónde está su Dios? ¿en qué Dios creen esos que se dicen cristianos?. Vuelvan a mi, vuelvan Yahvé, esa es la palabra primera que debe llenarnos el corazón queridos hermanos. Se trata de frenar ante el mal, y volvernos para ir rápidamente hacia el corazón del Padre, hacia el corazón de nuestro Dios. Y esto hay que hacerlo con sencillez, sin demasiadas bullas, sin demasiados espectáculos. Lo sacamos esto del evangelio de Mateo: “Jesús dijo a sus discípulos: cuídense de no practicar su justicia para ser vistos, porque entonces no tendrán la recompensa del Padre. No tenemos que hacer cosas buenas solo para ser vistos, solo para que nos paseen por las calles, para que nos aplaudan, para que nos tomen por brujos, hechiceros, o esos adivinos, que nos van a decir como hay que portarse para evitar todo sufrimiento y llenarnos y encasillarnos en nuestros individualismos. -Hagan el bien pero no para ser vistos-, es todo un trabajo, trabajo hermoso que en esta cuaresma tenemos que volver a tomarlo enserio. Ya hemos vivido demasiadas ostentaciones. Ya nos parece escandaloso que se tengan que pelear por llevar la ayuda a los damnificados, que quieran aparecer solamente en donde están los canales de televisión y se olvidan de esos centenares que han estado hasta ayer, ocho, siete días sin poder siquiera comer. Allá es donde tenemos que estar los cristianos. Cuando den limosnas, no lo vayan trompeteando, dice la palabra. No lo vayan anunciando, no lo vayan amplificando. Eso lo hacen los hipócritas dice el Señor. Cuando decimos: no anden avisando a todo mundo, es importante el respeto al que recibe esa ayuda, es importante que sepamos nosotros, no contar las monedas que vamos a dar, sino, dar con generosidad. El Papa nos invita a que nosotros demos la limosna como lo pide el evangelio, casi en secreto. Que solamente lo vea Dios nuestro padre que ve el corazón y sabe que es lo que estamos dando. Aquella viuda del evangelio que dio dos moneditas, casi de escondidas. El evangelio dice: era todo lo que tenía en su vida y eso lo entregó, y eso no fue televisado, no fue publicitado en ningún periódico, solo el Señor fue capaz de decir: ustedes han estado aplaudiendo a los que han dado demasiado, pero esa señora ha dado toda su vida por Dios. La limosna va también como signo de nuestra entrega a Dios. Cuantas veces dice el Papa, descubrimos el amor de Dios cuando nos acercamos silenciosamente al que necesita de nuestra ayuda, de nuestro compartir.

“Cuando hagan oración, no sean como los hipócritas que les gusta orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, bien plantados para ser vistos por los demás”. Otro trabajo. Yo creo que tenemos aquí todos los creyentes un espacio para ver como es nuestra oración. Vemos miles y miles en oraciones y peregrinaciones, pero hay muchísimos de ellos que son incapaces de enseñar a sus hijos el Padre Nuestro, el Ave María. Pero allá en medio de esas multitudes, son capaces de levantar la voz, de cerrar los ojos, de levantar las manos. Hermanos, el Señor nos dice, nada de hacer las cosas plantadas y de forma orgullosa. El que hace oración, habla con su padre. El ejemplo de Jesús en eso es extraordinario, en todo el evangelio se habla de que el Señor oraba, hablaba con su Padre. Subía en la montaña solo para estar con él. Todo lo hacía con sencillez, consultando con su Padre y así descubría cual era el camino de la salvación para nosotros. Así descubría cual era su proyecto de misericordia para nosotros. Así descubría el camino que Él debía seguir para demostrarnos que nos amaba y por eso abrazó la cruz, porque ese era el camino que el Padre le había señalado para que nosotros también hoy estemos liberados del mal y de nuestras culpas.

“Cuando ayunen no estiren la cara como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los demás los vean que están ayunando”. Esta es la forma de volver a Dios, volvamos todos a Yahvé, pero potenciemos algunas de estas exigencias que nos señala el Señor, el ayuno, la oración, la limosna.

El Santo Padre en su mensaje para la cuaresma nos habla del sentido de la limosna, y yo creo que es importante que recuperemos eso, porque nos hemos acostumbrado a dar limosna al salir del templo, a uno porque molesta, a los chicos que están en la calle lavando vidrios, les damos limosnas porque nos molestan, porque no tenemos mas que hacer. Y sin embargo la limosna es la que nos vuelve a poner en nuestra situación concreta. Somos de Dios y lo que tenemos, tenemos que administrarlo bien. No somos dueños de la creación, somos enviados a trabajar y los frutos de la creación hay que compartirlos, y hay que dar a los que le toca por justicia, lo que es justicia. Y hay que saber ayudar al que está llorando en el momento oportuno y no pasarse semanas y semanas haciendo estudios para ver cuantos comen, cuantos no comen, cuantos están débiles, cuantos están con dengue y todo lo demás. La urgencia de compartir es uno de los estilos de los cristianos. Es uno de los estilos de Jesús que pasaba siempre haciendo el bien. Que no le pedía a sus apóstoles –vayan a ver si es verdad o no es verdad-. Ese dinamismo es el que el Santo Padre pide que la Iglesia vuelva a renovar. Que la limosna no sea un gesto despreciativo, sino un gesto de cercanía.

“Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. Esta frase la utilizan hoy también mucho confundiendo las izquierdas con las derechas. También las derechas no deben desconocer lo que hacen las izquierdas. Este es un llamado a hacer las cosas sin querer sobresalir, sin querer resaltar mas a unos porque están a un lado o a otros porque están a otro lado. El dolor y el sufrimiento no tienen grupo de color que lo siga. El dolor y el sufrimiento vienen en cualquier momento y en cualquier instante.

Y para nuestra querida Iglesia en Santa Cruz, repito estas palabras de Pablo a los Corintios: “les suplicamos en nombre de Cristo, abran sus corazones para recibir el perdón de Dios” En nombre de Jesús a todos los bautizados de nuestra arquidiócesis, en nuestra iglesia en Santa Cruz, abran sus corazones, abran los ojos, miren la bondad que nos llega en Jesucristo nuestro Señor. Abran sus corazones para que entre el Señor en sus vidas, para que Él sea capaz de darnos la fuerza de la reconciliación con Dios, de la reconciliación con nosotros mismos, de la reconciliación entre grupos de la sociedad. Y esta palabra va dirigida hoy a todos los que nos gloriamos de ser de Cristo. Si son gobernantes, escúchenlas, si no lo son escúchenlas igual. La invitación del Señor es que allí donde estemos, realmente manifestemos que es Dios el que está en el corazón y que el amor que manifestamos al prójimo no es solo una estrategia para quedarse allí, sino es el fruto de ese empuje que nos da Dios con su espíritu para sepamos acercarnos a los otros y compartir los bienes que el Señor nos ha dado.

Si ha Cristo el Señor, Dios lo identificó con los pecadores para salvarlos de los otros, para que nosotros seamos justificados por él. Porque no vamos a tener la capacidad de acercarnos agradecidos al Señor y arrepentidos de haber echado a perder todo ese regalo que nos había dado. De haber estropeado su obra de salvación y Él que siempre perdona, y Él que siempre está inclinado a la misericordia mas que al castigo, y Él que siempre nos está esperando con los brazos abiertos, Él nos va a recibir y decir: quedan perdonadas sus faltas, queda en el olvido tu pecado pero en adelante demuestra que has cambiado y produce frutos de verdad y de justicia.

“Les exhortamos a no recibir en vano la salvación del Señor”, son las palabras de Pablo. Este es el tiempo de cuaresma en que tenemos que ir practicando lo que el Señor mismo nos dice: ustedes vuelven a mi, recen pero recen de otra forma, vuelven a mi, ayuden pero ayuden de otra forma no para ser vistos. Cuando ayunen piensen en otros que no tienen pan ni comida todo el año, pensemos en eso, como compartir. Hagámoslo en forma humilde, silenciosa, no esperemos tanta publicidad por que el ser no pasa a través de las imágenes, el ser se reconoce cuando actuamos de manera diferente ante aquellos que no creen en Dios o aquellos que no comparten nuestro Dios.

Cuaresma, dice el Santo Padre, es un tiempo de entrenamiento. Ahora que nuestra selección de futbol está entrenando para ver si gana, creo que podemos entender. Hay que entrenarse también en la virtud. Hay que practicar cada día la oración, auque sea un poquito. Hay que ver como podemos hacer que la limosna llegue a quienes realmente lo necesitan. Hay que trabajar para que la sensibilidad ante el dolor no sea solamente un paquetito y después olvidarnos del hermano. Es un entrenamiento para que cuando lleguemos a la pascua. Aprovechemos bien todo lo que significa vida y libertad en profundidad.

Mas todavía el Santo Padre termina su exhortación diciendo: es una batalla contra el mal, hay que batallar contra el mal. Aquí ya no se trata de condescendencias que dicen: la tradición es así, tenemos que hacerlo así, tenemos que repetir los gestos. Criticamos a los que quieren volver más allá de los 500 años, y repetimos nosotros lo que se ha inventado hace poco tiempo. Cuidado, hay que batallar, no dejarnos convencer. No es bueno matar, no es bueno herir. Dios no quiere que se perjudique al prójimo. Esto es trabajar y luchar para que el bien reine en medio de nosotros. Tomemos así la cuaresma hermanos y hermanas y con la ayuda y la colaboración de los medios de comunicación, a los que les agradezco por estar aquí esta mañana. Ojalá este mensaje de Dios llegue no solo hasta las pantallas de muchos hogares, sino al corazón de quienes lo escuchan y ojalá cambien la vida de las personas, para que cambie la vida de nuestros pueblos. Amen.