XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Seguir a Jesús es entrar en el Reino
Acaba de empezar en la Iglesia católica el año de la fe, con el cual Benedicto XVI
quiere dedicar un curso entero a reflexionar, profundizar y madurar la fe cristiana y
su incidencia en el mundo actual. El papa ha querido dar inicio a este año el día 11
de Octubre de 2012 para conmemorar así la apertura del Concilio Vaticano, que
tuvo lugar en la misma fecha hace ahora cincuenta años. Auguramos que será una
ocasión propicia para revitalizar la fe de la Iglesia y para poner a Jesucristo, el
Señor, como centro de la vida de los creyentes y como anuncio de la presencia
transformadora del Evangelio de Dios en el mundo, en los diversos pueblos y
culturas y en las múltiples situaciones de dolor y de sufrimiento de esta humanidad
nuestra. Ésta es la gran misión que la Iglesia ha de llevar a cabo por medio de la
palabra evangelizadora y del testimonio realmente misionero de los cristianos
comprometidos.
En el evangelio de este domingo aparece la figura de Jesús como Buena Noticia,
que debe motivar el seguimiento radical de todo discípulo. Y en el marco del Sínodo
de los Obispos en Roma, que se desarrolla durante estos quince días en Roma,
podemos decir que el anuncio y el testimonio de Jesús por parte del discipulado
constituyen el eje de la Nueva Evangelización. Fijándonos en este evangelio (Mc 10,
17-31) se pueden distinguir fácilmente tres partes: un rico religioso y cumplidor
que quiere ganarse la vida eterna (Mc 10, 17-22), la constatación, por parte de
Jesús, de la dificultad de los ricos para entrar en el Reino de Dios (Mc 10, 23-27), y
las consecuencias de convertirse en auténticos discípulos de Jesús (Mc 10, 28-31).
El hilo conductor de esta composición de escenas originariamente distintas es el
tema del seguimiento. La invitación de Jesús a seguirle para entrar en la dinámica
del Reino de Dios, como propuesta alternativa a los sistemas de valores vigentes en
su época y en la nuestra, es una llamada cuya radicalidad reclama nuestra
atención.
La propuesta de Jesús afecta, en primer lugar, a la concepción de la vida religiosa,
mostrando las consecuencias de una existencia centrada realmente en Dios, el
único bueno y todopoderoso por excelencia. Cuando Jesús responde al que era rico,
en el diálogo queda de manifiesto, desde la perspectiva de Jesús, la insuficiencia de
toda religiosidad limitada al cumplimiento de los mandamientos y legitimada por las
tradiciones recibidas del pasado, pero incapaz de corresponder a la novedad inédita
de Jesús. Pero hay muchos detalles genuinos de Marcos en esta escena de los
cuales destacamos algunos: la inserción entre los mandamientos de una prohibición
específica, “no defraudes” (Mc 10,19), el énfasis en la doble reacción de Jesús que
“fijándose en él, lo amó” (Mc 10,21), la triple reiteración de la gran dificultad de los
ricos para entrar en el Reino de Dios (Mc 10,23.24.25), el poder de Dios por encima
de lo imposible (Mc 10,27), la recompensa sobreabundante en este mundo y en el
futuro para los seguidores del Evangelio con la nota de las persecuciones,
ineludibles en el discipulado fiel (Mc 10,30).
El amor de Jesús que se fija en cada persona constituye el principio y la razón más
profunda del cambio de vida en los que aceptan la llamada al seguimiento radical.
El imperativo de Jesús puede ser creador de una nueva vida, centrada en él, pues
sólo con él y desde él se puede percibir la sabiduría de su palabra, con la cual
vienen todos los bienes (cf. Sab 7,11), pues la llamada del Señor no es una mera
propuesta de vida en la renuncia y en la abstinencia, cargada de aspectos
negativos, sino que es una oferta positiva de vida nueva, para ir con él y siguiendo
sus pasos, y ésa es ya la recompensa, ya que él es la fuente de la alegría y de la
libertad. Esa nueva forma vida tiene su origen en su inmenso amor y en su mirada
penetrante. Jesús no llama a nadie para amargarle la vida sino para vivir en el
amor y en la amistad con él. Seguir a Jesús es entrar ya en el Reinado de Dios.
Además, la novedad de Jesús en la concepción del Reino de Dios reclama la
concentración de la vida en Dios y sólo en Dios como único Señor, así como la
renuncia a las posesiones y a la acumulación de bienes como centro de atención de
la existencia. La entrada en la vida eterna y en el reino requiere el seguimiento de
Jesús, mediante el reconocimiento de su identidad y mediante la comunión con él,
con su trayectoria y con su misión. En la respuesta al rico, que cumplía
religiosamente los mandamientos prescritos en el Antiguo Testamento, Jesús dice
que le falta una cosa, pero cuando lo explica no se trata de una sino de varias que
van tan íntimamente asociadas, como paralelismos literarios, que en realidad
constituyen una sola. Vender los bienes para darlo a los pobres es proclamar la
entrega solidaria a los más necesitados como exigencia fundamental del
discipulado. Por ello la opción por los pobres no es algo secundario en la vida
cristiana ni un carisma específico de una determinada espiritualidad en el marco de
la Iglesia, sino que se trata de una opción fundamental de todo cristiano en el
seguimiento de Jesús. Así de radical es la opción prioritaria por los pobres en la
llamada que Jesús hace. La verdadera conversión a Dios y a su Reino requiere un
cambio de mentalidad que permita orientar la mirada y la atención hacia los más
pobres de esta tierra, hasta convertirlos en el centro de nuestra perspectiva de la
vida y situarlos en el primer plano de la preocupación de los cristianos, pues ellos
han de ser los beneficiarios primeros de los bienes de que dispongamos. La
renuncia a los propios bienes en favor de los pobres es condición ineludible para el
seguimiento. Qué importante es escuchar hoy esta interpelación de Jesús,
especialmente en la vieja Europa, donde las dificultades económicas siguen
avanzando y va ganando terreno a pasos agigantados el empobrecimiento de
masas sociales de la así llamada clase media.
Tras la retirada del rico que rechazó la invitación de Jesús, el Señor constata y
reitera la enorme dificultad de los ricos y opulentos para entrar en el Reino de Dios
y acoger afectiva y efectivamente el mensaje del Evangelio. Hasta tres veces repite
Jesús la incompatibilidad existente entre el Reino de Dios y la acumulación de
riqueza. La propuesta de Jesús supone una auténtica conversión, un cambio de
mentalidad, de conducta y de formas de vida, es una ruptura personal con el dinero
y con el sistema de vida y de valores que éste configura. Mediante la donación de
los bienes a los pobres la renuncia al dinero esa propuesta de Jesús se convierte en
algo irreversible y definitivo. De este modo los seguidores de Jesús se identifican
con su maestro, se convierten también en pobres y entran plenamente en el
dinamismo del Reinado de Dios.
El próximo domingo, día del Domund, la Iglesia celebra que la llamada a
convertirse en verdaderos testigos de la fe por la causa de Jesús y por el Evangelio
ha calado profundamente en miles de hombres y mujeres, misioneros y misioneras.
Todos los mensajeros del Evangelio, por su entrega total de la vida, y
frecuentemente sufriendo persecuciones, son un signo vivo del Reinado de Dios en
nuestro mundo y un estímulo para que todos nos tomemos en serio la fuerza
imperiosa del Evangelio, como palabra viva, eficaz y cortante de Dios, pero al
mismo tiempo como palabra potente para transformar el mundo y los corazones de
las personas.
José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura